Valdenoceda: el vigía oculto de Valdivielso

La falda sur de la Tesla simula un dragón visto de perfil

La comarca se caracteriza por sus torres defensivas y el románico

El Ebro, como en otras comarcas, configura la forma de vida de la zona

Valdenoceda: el vigía oculto de Valdivielso Torre de los Velasco y templo de San Martín, en Valdenoceda. BC
Iglesia de Quintana. BC

Iglesia de Quintana. BC

Valdenoceda abre el camino para que el curioso, el caminante o el viajero se abra camino en uno de los valles más bellos de la comarca de Las Merindades. Es un paseo tranquilo, sosegado, que se inicia después de franquear el paso de montaña de la Mazorra y que marca la frontera entre los páramos fríos y la depresión del Ebro que penetra en la tierra a través del desfiladero de Los Hocinos. El color verde tiñe las laderas del sur de la Tesla donde la silueta de un dragón dormido se dibuja sin querer en esta parte del monte. El río al este, se remansa en Cereceda y toma agua de la cascada de Tartalés.

Valdenoceda es una tierra especial. De su topónimo ‘valle de los nogales’ se desprenden centenares de historias en las que la tragedia y la vida se dan la mano. En este pueblo, aún se recuerda la muerte de tantos inocentes en su cárcel; un viejo edificio que sirvió de campo de concentración en la guerra fratricida. En Valdenoceda destacan su torre y su iglesia. Y en el Valle de Valdivielso, la profusión de torres defensivas. Casi todos los pueblos tienen, o han tenido, su castillo más o menos grande. Valdenoceda y Quintana de Valdivielso son las dos más representativas.

Torre de los Velasco

La familia de los Velasco dominó de este a oeste, de norte a sur la comarca de Las Merindades. La torre de Valdenoceda, por ser la entrada al valle, era la fortaleza más importante de la comarca.

Torre de San Martín, en Quintana de Valdivielso. BC

Torre de San Martín, en Quintana de Valdivielso. BC

Perteneció como tantas otras a los Velasco. La construcción tiene 20 metros de altura y se ubica junto al otro emblemático edificio del pueblo, la iglesia de San Miguel. Está datada a finales del siglo XIV y conforma un interesante complejo formado por los dos edificios. La arquitectura civil de la zona se completa con otros edificios señoriales con la casona de los Garza.

Pero no son los únicos edificios civiles o religiosos con historia. A la salida del pueblo, junto al puente del Ebro, hay otra edificación que es necesario nombrar, a pesar de que la historia que encierra está teñida de horror, misterio y muertes provocadas por el sinsentido del odio por pensar diferente. Es una vieja cárcel del franquismo, un lugar lleno de odio que hoy ya es, por fortuna historia. Pero es una historia que aún hay que rescatar del olvido y recuperar para la memoria de aquellos que dejaron su vida en ella.

Valdivielso y la lana

El valle se abre en Valdenoceda y prosigue por la depresión del Ebro que viene bravo en invierno. La segunda parada es Quintana. Tan cerca de Valdenoceda que parece la continuación natural. Quintana tiene dos hermosas torres. La torre de Loja, ubicada a las afueras de esta alargada población, que perteneció a la familia de los Sarabia, fue levantada en el siglo XVI. Tiene cuatro pisos y está rematada por una gran y lujosa almena muy bella. Antes de la torre de Loja está la de San Martín, del siglo XVII, convertida en centro de turismo rural en el mismo centro urbano de la localidad.

Palacio de Hoz de Valdivielso. BC

Palacio de Hoz de Valdivielso. BC

La comarca era paso natural de la ruta de la lana, del pescado o de la sal. Estas torres se levantaron cuando el comercio de la lana tenía en esta comarca paso obligado para su salida al mar por los puertos del norte. La zona era parada obligada para repostar y descansar.

La comarca se enriqueció con el comercio; de América llegaron los indianos cargados con oro y piedras preciosas; con ganas de instalarse en la tierra y hacer reverdecer la vida que en época medieval pudo tener la zona. Los mercaderes dejaron su huella en sus casas blasonadas, construidas en sillares perfectos y construcciones lujosas para la época.

Arquitectura religiosa

Si es importante la arquitectura defensiva y civil, no lo es menos la religiosa. El románico es una excusa perfecta para conocer la zona y disfrutarla. Templos como los citados de Valdenoceda, o los cercanos de El Almiñé, la ermita de la Hoz y por encima de todos, San Pedro de Tejada, una auténtica joya del románico. Todos ellos son lugares dignos de ser visitados.

En el fondo, sobre la pared tumbada de la Tesla, al sur de la Sierra, el dragón dormido vigila. Cuando despierte, romperá la montaña y hará saber a los visitantes y a los vecinos, que él fue un día, el rey del Valle.