La Agrupación de Familiares de Valdenoceda se convertirá en asociación

José María González asegura que es la única alternativa para continuar con el proyecto de exhumaciones e identificación de restos

La nueva forma jurídica permitirá pedir subvenciones, realizar crowdfunding y contar con las cuotas anuales de los socios

Quedan todavía 66 cuerpos pendientes de identificación y 38 enterrados en el viejo cementerio y en la zona de las nuevas sepulturas

La Agrupación de Familiares de Valdenoceda se convertirá en asociación Emotivo acto de entrega de restos a las familias de los presos de Valdenoceda. Jokin Garmilla

Tras analizar la situación en la que se encuentran en estos momentos, la Agrupación de Familiares de Valdenoceda ha tomado la decisión de constituirse en asociación. Cambio de figura jurídica que facilitará la solicitud de ayudas y subvenciones, ante aquellas comunidades autónomas que aún conservan los programas de apoyo a la memoria histórica, así como el desarrollo de otro tipo de acciones de recaudación de fondos, como los crowdfunding que tan de moda están y que tan buenos resultados han dado en los colectivos de Estépar y La Pedraja.

El portavoz de la agrupación, José María González, asegura que su conversión en asociación es la única forma que tienen de poder seguir trabajando en el proyecto de exhumación de presos republicanos muertos en el penal e identificación de cuerpos. De momento, los estatutos ya están prácticamente elaborados, pero luego tocará iniciar todo el proceso administrativo, con creación de una junta directiva y entrega de documentación al Ministerio de Interior. “No sabemos qué tipo de dificultades vamos a encontrar”, reconoce González, aunque en teoría el cambio es muy sencillo.

El dinero escasea

La agrupación ha vivido de las subvenciones y ayudas concedidas desde 2007 pero el dinero comienza a acabarse

La decisión ha tenido muy buena acogida entre las familias y los colaboradores del proyecto de Valdenoceda. De hecho, durante el acto de homenaje que realizaron el pasado sábado, y en el que se devolvieron 11 restos identificados a sus familias, muchos de los allí presentes estaban dispuestos a entrar en la asociación. González explica que se pondría una cuota anual, a fin de conseguir también ciertos ingresos para ir haciendo frente a los gastos habituales. El portavoz de la agrupación recuerda que, desde que en 2007 se realizaron las exhumaciones, han estado viviendo de las diferentes ayudas concedidas.

Se dieron subvenciones para los trabajos de exhumación, que permitieron recuperar 116 cuerpos. Luego también hubo dinero para los estudios osteológicos y las identificaciones por ADN. Pero los fondos se acaban, y todavía queda mucho trabajo por hacer. Sólo se han identificado a 55 de esos 116 cuerpos exhumados, y tienen pendiente recuperar 13 restos localizados en el cementerio nuevo y otros 25 bajo las tumbas nuevas. Además, los laboratorios que realizan las identificaciones también tienen problemas propios, por impagos del Gobierno de Madrid, y la situación se complica.

Como mínimo necesitarían 64.000 euros, cantidad que suma la subvención concedida por el último Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que tuvieron que devolver, más los intereses exigidos. Y es que la agrupación superó los plazos previstos para justificar la ayuda, a consecuencia de un retraso en la tramitación de los permisos para excavar en el cementerio, y el Gobierno de Mariano Rajoy no entendió las explicaciones, exigiendo la devolución de la ayuda, recuerda González. Así que recaudar fondos es fundamental si quieren continuar “cerrando heridas”, que es lo que hacen todos los colectivos de memoria histórica.

Cerrando heridas

El sábado se entregaron los restos de los últimos 11 presos identificados: Celedonio Molina Alba, Felipe Dorado Hernández, Agustín Delgado Sánchez, Pedro Muñoz Pulido, Nicaso Urbina Fernández, Antonio Berenguer Trigo, José Carrasco Valiño, Adolfo Pérez López, Bonifacio García Alcalde, Gonzalo Muñoz Torres y Vicente Tercilla Abásolo. Todos son casos muy emotivos pero la agrupación destaca dos en concreto: José Muñoz recuperaba por fin a su padre y Nieves recogía los restos de su abuelo, Celedonio Molina, después de que su madre se pasase toda la vida buscándolo, y tras haber fallecido poco después de haber entregado el ADN que ha servido para su identificación.