San Miguel de Pedroso: El primer monasterio de monjas de Castilla

Ignacio Manso, fallecido esta semana, fue el impulsor de la recuperación de la historia del pequeño pueblo

Su molino, su fragua y todo el entorno natural son la excusa para visitar la cuna del primer cenobio castellano

La Asociación El Priorato es la dinamizadora de la rica vida cultural de este barrio de Belorado

San Miguel de Pedroso: El primer monasterio de monjas de Castilla Cascada del arroyo que alimenta el molino. BC

Las tierras que hoy son provincia de Burgos en lo que se conoce como la Riojilla Burgalesa eran, en plena Reconquista en el siglo VIII, territorios astures. En San Miguel de Pedroso –Petroso, en la época— un pequeño pueblo muy cerca de Belorado se data en el año 759, en concreto un 24 de abril, la primera fundación monástica femenina de lo que hoy es Castilla. 1255 años de historia que se recrean en esta villa y que la Asociación El Priorato quiso darle realce. Y dentro de esa organización, la persona de Ignacio Manso, fallecido el pasado domingo. Sirva este reportaje como un reconocimiento a la gran labor que realizó a lo largo de muchos años.

Manso fue el impulsor de ese recuerdo de primer monasterio de monjas en territorio castellano y de todas las pequeñas joyas etnográficas de San Miguel de Pedroso. Este ingeniero industrial se lanzó un día a la aventura que cualquier hijo de un pueblo desea: contar la historia, hacer vida en las páginas de un libro esos conocimientos, la sabiduría popular hecha carne en las gentes con las que convivía. Fruto de ello fue el libro ‘San Miguel de Pedroso. Cuna del Primer monasterio de Monjas de Castilla’.

: Azulejo en la puerta de la iglesia con el dibujo del monasterio. BC

: Azulejo en la puerta de la iglesia con el dibujo del monasterio. BC

Se sabe de la fundación por este texto del Becerro Galicano: “En el nombre de la santa e individua Trinidad. Yo, la abadesa Nuñabella, propuse y cuidé de ofrecer y encomendar mi cuerpo y alma a este santo monasterio, que proporcioné cerca del río Tirón y dispuse que fuese consagrado con reliquias del Arcángel San Miguel, de los apóstoles San Pedro y San Pablo y de San Prudencio, y mis hermanas y yo prometimos, en presencia en presencia del glorioso rey Fruela y del obispo Valentín, el día octavo antes de las calendas de mayo de la era setecientos noventa y siete, vivir aquí observando la santa regla”. Y lo firma el presbítero Luponio.

De los textos recogidos por Ignacio Manso se sabe que el viejo cenobio fue mandado construir por el rey Alfonso I de Asturias en el siglo VIII y además que es el más antiguo documentado de Castilla y León. Veintiséis monjas habitaron esta primitiva fundación.

En 979 el conde Garci Fernández, hijo de Fernán González, concede al monasterio, además de los otros centros religiosos de la zona con sus bienes, amplios poderes sobre las villas circundantes, estando legitimado para juzgar sobre homicidios, hurtos y cualquier delito contra la autoridad. Ésta es la época de mayor esplendor del monasterio. Años antes, su padre, el primer conde castellano, Fernán Gonzalez, le entregó a San Miguel de Pedroso los monasterios de San Mamés de Puras, San Salvador de Vallejovit y San Lorenzo de Masoa.

El monasterio femenino tuvo continuidad durante tres siglos, pero en 1041 desaparecieron las monjas y ocho años más tarde, el rey García de Navarra lo donó a San Millán de la Cogolla, que nombró un prior y quedó adscrito a la orden benedictina. Fue asi, en 1049 cuando el rey García Sánchez III, el de Nájera, y su esposa Estefanía firmaban la carta de donación del monasterio de San Miguel con todas sus pertenencias, bienes y derechos territoriales al de San Millán de la Cogolla.

El Priorato

Arroyo de Baljuví.. BC

Arroyo de Baljuví.. BC

En recuerdo de aquel priorato, los sanmigueleños pusieron en marcha una asociación para dinamizar el ambiente cultural del pueblo. Prueba de ello fueron las recuperaciones del molino, el lavadero y la fragua, auténticas joyas del pueblo y un libro abierto y natural para la enseñanza a los más jóvenes.

Y por ese motivo se puso en marcha un centro de interpretación moderno y didáctico en el que el agua y el fuego, los dos elementos que junto con la tierra y el aire forman los cuatro elementos básicos del planeta, son los protagonistas de la vida y de la supervivencia de los pueblos. Desde el descubrimiento del fuego, medio millón de años antes de Cristo, el hombre se hizo su aliado para aprovechar sus bondades, lo mismo que el resto de los elementos.

En el espacio didáctico, a través de paneles, se explica el funcionamiento particular de estas fábricas de harina antiguas y de la que funcionó durante muchos años en San Miguel de Pedroso, cuya construcción la sitúan en el siglo X. Y además de las explicaciones, no hay que echar en saco roto el pequeño tesoro etnográfico del espacio cultural, con centenares de piezas donadas por los propios vecinos.

Molino, fragua y lavadero

Entrañas del viejo molino.. BC

Entrañas del viejo molino.. BC

La recuperación del molino se realizó siguiendo al pie de la letra su diseño original medieval. Cabe destacar, que el uso de la fuerza del agua para la molienda se sitúa históricamente en España en la ocupación árabe. Incluso en el lenguaje propio de los molinos se mantienen palabras derivadas de esa lengua.

El molino de San Miguel es una joya de la arquitectura popular burgalesa. Es de origen medieval y está relacionado con el establecimiento de las monjas en San Miguel de Pedroso y también es el más antiguo en funcionamiento de Castilla y León. Tenía como misión principal moler cereales para consumo de los animales de labor en la época medieval. Los molinos eran propiedad de los señores y los campesinos tienen que acudir a ellos y pagar una determinada cantidad de grano o harina llamada ‘moldura’ que en Castilla y León se conoce con el nombre de ‘maquila’.

Más tarde, los molinos pasaron a manos de las órdenes religiosas militares, abadías, señores laicos y cabildos o monasterios que ejercen el monopolio del transporte de la granada y de la harina desde el año 1996 a cargo de los socios de la Asociación Cultural el Priorato y los vecinos de San Miguel de Pedroso trabajaron en las veredas, las paredes exteriores y en el tejado del molino.