San Lesmes recibe a cientos de burgaleses deseosos de honrar a su patrón

La festividad de San Lesmes volvió a congregar a los burgaleses en torno a la Plaza de San Juan, a pesar del frío

El patrón conoció al nuevo arzobispo y las mejoras acometidas en un Monasterio de San Juan del que fue fundador

San Lesmes recibe a cientos de burgaleses deseosos de honrar a su patrón Cientos de burgaleses se citaron en la Plaza de San Juan. IAC

Todo por el patrón. No faltó nadie a una de las grandes citas festivas de la ciudad. San Lesmes repitió éxito de participación a pesar del frío y consiguió congregar en torno a la Plaza de San Juan a cientos de burgaleses. La venta de los tradicionales roscos dejó colas interminables, que se superaban mejor al susurro de las dulzainas.

Burgos salió a la calle para rendir tributo a una de las grandes tradiciones de la ciudad

La tradición reunió a peñas, casas regionales, danzantes, gigantillos, reinas y damas en el Paseo del Espolón desde el que partió una serpiente de colores, volantes y castañuelas que se dirigió a la Iglesia de San Lesmes. Por la calle Vitoria, y luego por San Lesmes, fueron desfilando cientos de trajes regionales que se adentraban orgullosos en la iglesia que recibe el nombre del patrón de la ciudad.

Ya en el templo, las autoridades locales, tanto civiles como militares, pusieron fin a la comitiva que volvía a dejar pequeña  la amplia parroquia. Junto a San Lesmes, descansando en el centro de su iglesia, los panes esperaban a ser bendecidos por el nuevo arzobispo de Burgos, Fidel Herráez, quien se estrenaba en esta festividad.

Herráez no desaprovechó su sermón para agradecer a todos su gesto hacia San Lesmes y la Iglesia. El arzobispo acercó al santo a los feligreses, recordando que, más allá de todo el bien que dispensó a la ciudad allá por el siglo XI, “San Lesmes fue uno de los nuestros, con su humanidad propia”.

Empleando como ejemplo la obra del abad, el líder de la Iglesia en Burgos pidió a los feligreses que vivan cada día abiertos a los demás, sin perder la referencia del Señor. Y para llegar a conseguirlo, Herráez reivindicó sensatez y puesta en común de las virtudes que cada uno tiene.

Entrar en calor

Los roscos atrajeron a los amantes de la tradición, pero también a los curiosos

Los roscos atrajeron a los amantes de la tradición, pero también a los curiosos

Tras la misa, cogió fuerza la venta de los tradicionales roscos de San Lesmes. Tres casetas gestionadas por unos ocupados jóvenes voluntarios de la parroquia dispensaron más de 6.000 roscos, portados con las habituales cuerdas. Pero para entrar en calor no faltó el vino, el chorizo y la morcilla que eran los sustentos más deseados de la mañana.

A medio llenar el buche, los gigantillos capitanearon una comitiva que se dirigió al centro de la Plaza de San Juan para que los gigantillos luciesen sus animados bailes ante los presentes.