Afibur exige respeto y reconocimiento para los afectados por fibromialgia

La Asociación de Afectados por la Fibromialgia (Afibur) cierra los actos de conmemoración de su Día Internacional con una concentración y la lectura de un manifiesto

Exigen “respeto” y “reconocimiento” para una enfermedad que todavía no está considerada como tal dentro del Sistema Público de Salud

Afibur exige respeto y reconocimiento para los afectados por fibromialgia La asociación quiso llevar sus reivindicaciones al HUBU. GIT

La fibromialgia es una enfermedad incomprendida. Aún son muchos los estereotipos que acompañan a las personas afectadas por una dolencia que a menudo ni siquiera es reconocida por parte de la comunidad médica. Y eso es precisamente lo que piden los enfermos de fibromialgia, reconocimiento. Así lo han subrayado hoy los miembros de la asociación burgalesa de afectados (Afibur), que ha culminado los actos de conmemoración del Día Internacional de la Fibromialgia y el Síndrome de la Fatiga Crónica con una pequeña concentración en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU).

Allí, acompañados por el gerente del centro, Miguel Ángel Ortiz de Valdivielso, y por la directora médica, Carmen Rodríguez Pajares, los miembros del colectivo (fundamentalmente mujeres) han dado lectura a un comunicado mediante el que han exigido, una vez más, que sus enfermedades “sean reconocidas y tratadas dentro del Sistema Público Sanitario y Social”.

Asimismo, desde la asociación se ha pedido “respecto en todos los ámbitos de la sociedad, empezando por el ciudadano anónimo, pasando por los profesionales sanitarios y sociales, empresarios y sindicatos, científicos e investigadores, hasta llegar a las instituciones públicas, que deberían ser los principales garantes” del cumplimiento de la ley. No en vano, han subrayado, cualquier tratado o normativa exige que “todos los enfermos sean tratados como ciudadanos de pleno derecho”, cosa que, a veces, hoy en día no sucede.

En esta misma línea Afibur ha reclamado coordinación entre los servicios sanitarios de las diferentes comunidades autónomas, insistiendo en que “la enfermedad no tiene nacionalidad”, así como “unas justas prestaciones sociales cuando la gravedad de la enfermedad” ya no les permite trabajar con normalidad.