Y el pendón volvió a procesionar

Miles de burgaleses abarrotan el entorno de Las Huelgas para volver a ver procesionar el que está considerado como pendón de las Navas de Tolosa

El nuevo arzobispo de Burgos, Fidel Herráez, se ha estrenado en la cita

Y el pendón volvió a procesionar El pendón de las Navas de Tolosa sale en procesión cada año. GIT

El 16 de julio de 1212, los ejércitos de los reinos cristianos de la península vencieron a las tropas del califa almohade Muhammad an-Nasir en las inmediaciones de Santa Elena, una pequeña localidad jienense. Aquella fue conocida como la batalla de las Navas de Tolosa, y la historia la sitúa como uno de los grandes puntos de inflexión de la Reconquista.

Ganada la batalla, las tropas castellanas arrebataron el pendón que enarbolaban los ejércitos almohades y lo trajeron al Real Monasterio de Las Huelgas -o al menos eso cuenta la historia-, donde hoy en día permanece en custodio. La llegada de ese pendón supuso un momento de alegría colectiva que hoy, 804 años de aquella histórica batalla, se sigue celebrando con una fiesta que mezcla lo militar con lo religioso, lo civil y lo profano.

Miles de personas se han acercado a media mañana al entorno de Las Huelgas, aprovechando la buena meteorología, para disfrutar de una cita que de alguna manera marca el inicio de las fiestas estivales. Los más madrugadores han podido entrar en la propia iglesia de Las Huelgas, donde el nuevo arzobispo, Fidel Herráez, se ha estrenado en estas lides lanzando un mensaje de “amor” y cargado de espiritualidad. “Es posible ser bueno del todo”, aunque para ello sea necesario acabar con la “dicotomía” que a menudo se genera entre la vida espiritual y la cotidiana, ha subrayado al tiempo que pedía a los allí presentes que “proyectaran el amor que se vive en los templos a su vida diaria”.

Una vez finalizada la parte más religiosa, el protagonismo ha recaído en el General de División y jefe de las Fuerzas Pesadas de Burgos (FUP), Manuel Romero, encargado una vez más de procesionar con el pendón por las calles de Las Huelgas, haciendo las paradas habituales. A su alrededor, gigantes, gigantillos, cabezudos, danzantes, grupos folclóricos, niños que acababan de recibir su primera comunión, música y gente, mucha gente.

Y es que, lo tradicional da pie a lo profano, y el desfile del pendón es para muchos una parada obligada de camino al Parral, donde a esa hora ya estaban a pleno rendimiento barras, barbacoas, cazuelas y fogones. Pero esa es otra historia que contaremos en breve…