Vivir sin miedo a las dificultades o al fracaso, el gran reto de la sociedad moderna

La presidenta del Instituto Español de Resiliencia asegura que se puede ser feliz a pesar de las dificultades

Nuestro cerebro tiene la capacidad de adaptarse a las nuevas realidades, sobreponerse a las adversidades

Se trata de entrenarnos para afrontar sin miedo la vida, aceptarla y poner nuestro esfuerzo al servicio de las soluciones

Vivir sin miedo a las dificultades o al fracaso, el gran reto de la sociedad moderna Rafaela Santos, presidenta del Instituto Español de Resiliencia. PCR

Se puede ser feliz con las dificultades, vivir sin miedo al fracaso. La clave está en aceptar la vida como viene, crecerse ante la adversidad y buscar en nuestro interior los recursos para superarla; en arriesgarse cuando merezca la pena, poniendo el deseo de ganar por delante del miedo a fracasar; en definitiva, en desarrollar nuestra capacidad de resiliencia. El concepto seguro que les suena, está muy de moda hablar de la resiliencia. Es un valor en alza, aunque no todos podemos presumir de resilientes. Eso sí, podemos entrenarnos para hacerlo en el futuro.

En el interior de cada persona existe la capacidad para afrontar con éxito las dificultades de la vida, para vivir sin miedo, asegura Rafaela Santos. La presidenta del Instituto Español de Resiliencia se pasó ayer por Burgos, más concretamente por el V Encuentro de Familias Autismo Castilla y León, con el objetivo de seguir avanzando en la promoción de la residencia en una sociedad sobreprotectora con los más jóvenes, que teme al fracaso y no siempre sabe afrontar adecuadamente las adversidades.

La vida está plagada de situaciones “potencialmente traumáticas” pero el cerebro está capacitado para adaptarse

Santos recuerda que la vida está llena de problemas, de situaciones “potencialmente traumáticas” que no vamos a poder evitar. Desde la muerte de un ser querido a una enfermedad grave, pasando por un despido o una ruptura sentimental. Hasta ahí nada nuevo bajo el sol. El problema viene cuando tenemos tanto miedo a vivir esas realidades que acabamos bloqueándonos y somos incapaces de sobreponernos, dejando que nos domine ese miedo y, por tanto, poniendo palos en la rueda de nuestra felicidad.

Porque se puede ser feliz a pesar de las dificultades ya que nuestro cerebro tiene la capacidad de adaptarse a las nuevas realidades, gracias a su plasticidad. Eso sí, tenemos que entrenarlo, comenta Santos. Por ese motivo, el Instituto Español de Resiliencia trabaja con los docentes, por ejemplo, para que en las aulas se cultive la fortaleza de los niños frente a la sobreprotección paterna. Tienen que ser capaces de afrontar los problemas sin miedo, crecerse ante la adversidad y salir fortalecidos, sabiendo que siempre hay una salida.

Aceptación y lucha

También con otros colectivos, como personas con autismo, con cáncer, con alguna discapacidad… En estos casos, lo más importante es aceptar la situación porque de lo contrario “se sufre el doble”. Por mucho que queramos cerrar los ojos al problema, este no va a desaparecer y, cuando antes lo asumamos, más fácil será pasar a la segunda fase, la adaptación. El no puedo, el es difícil no vale, asegura Santos. Tampoco sirve de nada lamentarse o preguntarse ¿por qué a mí?. Y es que una vez aceptamos lo que ocurre nuestro cerebro comienza a buscar recursos para superarlo, y siempre los encuentra.

Y esta actitud debe estar presente en cualquier aspecto de nuestra vida. No es fácil, pero tampoco es imposible, y requiere de reflexión, de análisis interno para ir creciendo y fortaleciendo nuestra capacidad de resiliencia. Se requiere de un tiempo que no siempre tenemos. En la sociedad moderna vamos con mucha prisa, así que cualquier dificultad, algo que se sale de lo previsto se considera un contratiempo para el que no disponemos precisamente de tiempo. De ahí vienen los bloqueos, el estrés que impide afrontar con éxito el problema, trabajar para superarlo y conseguir integrarlo en nuestra vida para ser felices.