La UBU participa en una nueva campaña de excavaciones en el Pico de la Mora

El equipo investigador, liderado por el profesor de la UBU José Antonio Rodríguez Marcos, ha conseguido documentar nuevas evidencias en el yacimiento

Se prevé que el proyecto se prolongue durante varios años

La UBU participa en una nueva campaña de excavaciones en el Pico de la Mora La campaña ha sido muy satisfactoria. BC

La última campaña de excavación arqueológica en el Pico de la Mora (Peñafiel) ha sido “muy relevante”. Así lo aseguran los responsables del proyecto científico, encabezado por el Dr. José Antonio Rodríguez Marcos, profesor de la Facultad de Historia, Patrimonio y Comunicación de la Universidad de Burgos (UBU) y por el Dr. de la Universidad de Valladolid (UVa) Rodrigo Villalobos García, quien ha dirigido los trabajos de campo.

El Pico de la Mora es un yacimiento que fue identificado por el profesor Rodríguez Marcos a finales de la década de los 80, cuando en este espigón de páramo localizado entre los términos municipales de Peñafiel y Rábano se recuperaron, en prospección arqueológica de superficie, algunos fragmentos de cerámicas prehistóricas y de utensilios de sílex tallado. El estilo decorativo de las cerámicas es el propio de un momento muy concreto de la Edad del Cobre (3100-2200 a.C.): el correspondiente  al “horizonte del vaso Campaniforme”. Poco tiempo después, gracias a unas fotografías aéreas tomadas por Julio del Olmo, se identificó en el lugar una estructura alargada que se extendía entre el yacimiento y el paso más accesible hacia el mismo, desde la plataforma del páramo, por lo que se planteó la hipótesis de que pudiera ser una muralla.

La primera actuación en el enclave partió de asumir que, de ser la muralla de la misma época que las cerámicas, ésta sería la más antigua de la provincia de Valladolid. El año pasado se realizó una pequeña intervención arqueológica, financiada por la Junta de Castilla y León, que consistió fundamentalmente en un sondeo de 1×5 metros que atravesó la muralla de sur a norte y permitió recuperar fragmentos de cerámicas prehistóricas y tomar muestras de madera carbonizada. Enviadas estas últimas a un laboratorio de Carbono-14, se obtuvo la “datación absoluta” de 2750 antes de Cristo.

En la presente campaña, una vez documentado que la muralla era efectivamente prehistórica, se consideró conveniente ampliar el sondeo de 2016, interviniendo en una superficie de 20 metros cuadrados. Así, se ha documentado que la muralla contaba con una arquitectura más compleja de lo esperado. Hoy sabemos que la estructura contó con un basamento de losas y piedra caliza, sobre el que se levantaron dos lienzos de piedra que corrían paralelos. Entre ambos se colocó un relleno formado por grandes bloques irregulares de caliza. También ha constatado que, probablemente para que no cayera por su propio peso, se añadieron al muro dos contrafuertes: uno al interior y otro al exterior, compuestos por una amalgama de pequeños bloques calizos. Todo esto quiere decir que la muralla no era un simple amontonamiento de piedras, sino una estructura compleja que requirió una planificación, diseño y ejecución.

Además, también se ha documentado que los habitantes del asentamiento protegido por la muralla tejían lana o fibras vegetales, ya que se a recuperado una “pesa de telar” prehistórica y que fabricaban utensilios de sílex tallado, como indica el sílex “bruto” y objetos trabajados descubiertos, como pequeños cuchillos o dientes de hoz. Estos hallazgos confirman que en la Edad del Cobre los campesinos que cultivaban las vegas del Duratón y pastoreaban su ganado por los bordes de los páramos dedicaron parte de su tiempo y trabajo a erigir esta muralla que, en principio, no sería necesaria para su subsistencia.

Todavía se desconoce si los habitantes de El Pico de la Mora pretendían defenderse de sus vecinos, de invasores extranjeros o simplemente protegían algo importante, como por ejemplo el grano acumulado o robado a otros.  En todo caso es una prueba de que en esta época, hace unos 5.000 años, se dieron determinados conflictos violentos entre asentamientos vecinos.

Durante los últimos días la intervención también salieron a la luz una serie de evidencias que plantean nuevas preguntas en torno a la comprensión del yacimiento. En concreto, el hallazgo de una serie de materiales de un momento avanzado de la Edad del Bronce. Tales restos vendrían a plantear que el lugar, después de un abandono de unos cuantos cientos de años, fue revisitado por unas gentes que nada tuvieron que ver con la construcción inicial de la citada muralla.

Perspectiva de futuro

Estos descubrimientos plantean numerosas expectativas que se abren de cara a futuras campañas arqueológicas en Pico de la Mora. Según el director del proyecto, José Antonio Rodriguez Marcos, “resultaría sumamente interesante completar la reconstrucción de las características; también lo sería reconocer las principales estructuras y características del espacio habitado que se instaló sobre el Pico de la Mora a lo largo del Periodo Calcolítico. Igualmente, tiene indudable interés conocer la naturaleza y circunstancias de la ocupación que conoció el lugar durante la Edad del Bronce”.