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Lluvia, viento y muchas flores, Burgos se impone en el Día de los Santos
Pese al tiempo desapacible la afluencia al cementerio de San José ha sido similar a la de otros años, sobre todo en las horas centrales del día, justo después de la misa celebrada en el lugar
Ni el viento ni la lluvia han frenado a Burgos en este 1 de noviembre, Día de Todos los Santos. El tiempo desapacible no ha impedido que cientos de vecinos y cientos de personas que tienen aquí a los suyos se hayan desplazado hasta el cementerio de San José para rendir homenaje y recordar a sus seres queridos.
A pesar del tiempo, nublado, húmedo, con viento, el camposanto ha vuelto a llenarse de flores que han puesto color a una mañana gris y fría. Otras flores ya esperaban allí desde día antes, pues es tradición engalanar desde jornadas previas las tumbas y nichos. Una tradición que ahora se practica en el camposanto extramuros, estando antes casi en el centro de la ciudad de Burgos.
Extrañar es el privilegio de haber compartido momentos
Los paraguas y el sonido de las hojas movidas por el viento se mezclaban con las conversaciones: recuerdos y anécdotas vividas con el fallecido y otras más triviales. Al final, la muerte y la vida son inseparablas. La afluencia ha sido similar a la de otros años, sobre todo a media mañana, cuando se celebra la misa en el pasillo central del cementerio de Burgos.
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«Recordar a los abuelos es una forma de tenerlos cerca», le decía un padre a su hija. Y es que en este día, el cementerio se llena de gente de todas las edades. Una oportunidad para explicar determinados temas a los más pequeños y recordar lo vivido con los que ya no están. Extrañar es el privilegio de haber compartido momentos.
Entre flores, paraguas y recuerdos, Burgos ha vuelto a demostrar que, incluso en los días más grises, la memoria se mantiene viva.