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Plaga de topillos en la provincia de Palencia. A. Quintero
Agricultura establece Tierra de Campos y Pisuerga como el área de actuación de la estrategia permanente de lucha contra el topillo

Agricultura establece Tierra de Campos y Pisuerga como el área de actuación de la estrategia permanente de lucha contra el topillo

En caso de superpoblación se contempla incluso levantar una parcela o quemas controladas y se dispone la plantación de árboles para favorecer la presencia de depredadores naturales

El Norte

Valladolid

Viernes, 12 de octubre 2018, 13:46

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La Consejería de Agricultura y Ganadería identifica toda la 'macrocomarca' de Tierra de Campos en las provincias de León, Palencia, Valladolid y Zamora y la zona burgalesa de Pisuerga como el área de actuación de la estrategia permanente de lucha contra los topillos, al considerarla como una zona «especialmente sensible a esta plaga». Es en este ámbito donde se concentrarán los mayores esfuerzos y donde se establecen unas prácticas fitosanitarias mínimas para controlar la población de estos roedores.

No obstante, y según informaron a Ical fuentes del departamento dirigido por Milagros Marcos, el hecho de que se haya definido este ámbito de actuación no implica que en el resto del territorio el topillo no pueda suponer problemas en periodos excepcionales. Por ello, se contempla la posible ampliación del ámbito de aplicación de esas medidas mínimas en los casos en que se detecten estas situaciones.

Así lo establece la propuesta definitiva de la orden de aprobación de la Estrategia de Gestión Integrada de Riesgos Derivados de la presencia del roedor en la comunidad, y que plantea una gestión «continuada, sin limitar las actuaciones o medidas concretas» cuando existe un riesgo de plaga y que tiene como premisa básica de protección de los cultivos «en un marco de sostenibilidad agrícola y ambiental» e integrado con las características y condicionantes del agroecosistema objetivo.

Así, la orden a la que ha tenido acceso Ical establece cuatro niveles de riesgo: verde, amarillo, naranja y rojo, en función de las poblaciones de animales y del estado de los cultivos. Los dos últimos indican ya una superpoblación de estos animales y la adopción de medidas obligatorias para su control y erradicación, así como la toma de decisiones por parte de una autoridad competente. Este mando podrá ordenar diversas actuaciones de pastoreo o gradeo en los cultivos de la zona afectada e, incluso, levantar toda una parcela en los casos que se considere necesario u ordenar quemas controladas por personal especializado. Así mismo, se crearán bandas de seguridad sin cubierta vegetal herbácea en el borde interior de las parcelas y en las zonas colindantes con cunetas o ríos, con una anchura de al menos tres metros.

Pese a la aprobación de esta estrategia, desde la Consejería de Agricultura se admite que las acciones se deben orientar a la «minimización» de los efectos ya que la gestión de este rodeor «es de especial dificultad, ya que a priori no existe ninguna medida que por sí misma sea suficiente para paliar este problema».

En este sentido, las mismas fuentes consideraron que la prevención y control requiere ejecutar determinadas actuaciones en determinadas situaciones y épocas en las que no existe una relación directa con los daños que aparecerán posteriormente, y en determinados predios sobre los cuales el agricultor no tiene responsabilidad o competencia directa con la actuación.

El programa de gestión incluye actuaciones de lucha integrada y aspectos como una monitorización de la especie y de los riesgos como herramienta básica en los procesos de toma de decisiones y la implementación de un sistema de transferencia de información entre los agentes implicados, así como el reconocimiento de la figura del «agricultor colaborador», planes de formación y sensibilización y el refuerzo de la investigación en nuevas alternativas aplicables.

Pero también, el establecimiento de un catálogo de buenas prácticas fitosanitarias, un tratamiento especial para parcelas con cultivos de alfalfa y siembra directa, por ser los principales reservorios de esta especie, y un conjunto de medidas para el control biológico del topillo. Así, se prevén actuaciones para favorecer la presencia de los depredadores naturales de esta especie en el campo, como la plantación de arbustos y árboles, la recuperación de vegetación arbórea y arbustiva en las riberas de los ríos, la ubicación de cajas o nidales artificiales en las plantas ya existentes, la instalación de cajas nido de rapaces, especialmente, cernícalos y lechuzas, y de mustélidos como comadrejas o de posaderos para las aves.

Todo ello ubicará preferiblemente focalizándolas en reservorios y en cunetas, regatos y arroyos adyacentes a las parcelas de cultivo a proteger o en las lindes si es viable, priorizando las zonas en las que no haya este tipo de elementos. La densidad final recomendable es de al menos una unidad paisajística – diez por diez metros de arbustos y entre uno y cuatro árboles- cada cinco hectáreas en zonas con reservorios presentes, y al menos una unidad cada veinte hectáreas cuando se asocien a parcelas de cultivo sin reservorios próximos. En los casos de colocación en vías como arroyos se tenderá a que al menos haya una unidad cada medio kilómetro en zonas con reservorios o cada dos kilómetros donde no los haya.

En cualquier caso, dice la orden, los nuevos elementos deberán ser ubicados de forma que minimicen las molestias para las prácticas agrícolas y el movimiento de vehículos en caminos y, en la medida de lo posible, evitando proximidad excesiva a carreteras y tendidos eléctricos peligrosos, así como a parques eólicos, zonas urbanas y construcciones agrícolas y ganaderas.

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