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Antony Beevor. Efe
Antony Beevor: «La historia no se puede cambiar»

Antony Beevor: «La historia no se puede cambiar»

El historiador británico, que investiga ahora la batalla de Arnhem, cree que el Valle de los Caídos debería mantenerse

Álvaro Soto

Madrid

Miércoles, 19 de septiembre 2018, 16:21

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¿Quedan secretos de la Segunda Guerra Mundial por descubrir? Podría parecer que 80 años después del inicio del conflicto, todo está ya contado, pero el historiador británico Antony Beevor (Londres, 1946) siempre encuentra el modo de sorprender al lector. Esta vez lo hace con 'La batalla por los puentes' (Crítica), su nuevo libro, en el que ilumina el enfrentamiento en Arnhem entre los Aliados y los nazis. Ocurrió en 1944 y fue un error de cálculo de las potencias democráticas que permitió la última victoria alemana.

En septiembre de aquel año, las tropas aliadas, encabezadas por el legendario mariscal de campo Montgomery, avanzaban por Holanda: pensaban que invadir Alemania iba a ser una tarea fácil, que sus enemigos, igual que en 1918, habían «colapsado». Lo llamaron 'operación Market Garden'. Pero se encontraron con un enemigo mucho más fuerte que el que esperaban. «Tras el desembarco de Normandía, los Aliados cayeron en un estado de euforia. Minusvaloraron la capacidad de recuperación de los nazis, la eficacia de su Estado Mayor y la flexibilidad de sus oficiales y suboficiales. Aprendieron que la historia no se repite», cuenta Beevor.

Los Aliados se equivocaron de ruta, cree el autor británico. «Eligieron ir por el norte de Alemania, lo que les obligaba a cruzar todos los grandes ríos y los canales de esa zona», explica. De ahí la batalla por los puentes, que los alemanes ganaron, frenando el avance aliado y alargando la guerra. «Los alemanes nunca pensaron que, ganando esta batalla, iban a ganar la guerra, pero su moral sí se disparó. Y para los británicos, fue una derrota muy deprimente», agrega el historiador.

Pero a su juicio, la parte de la batalla que quedaba por contar era la de los holandeses, que ayudaron a los Aliados y al perder, padecieron la venganza nazi. Hubo fusilamientos en masa y una hambruna provocada por los alemanes. «Los nazis se ensañaron con los holandeses porque no podían creer que, siendo arios, no combatiesen a su lado», apunta.

Autor de obras de referencia de la Segunda Guerra Mundial como 'Stalingrado', 'Berlín' o 'El día D', Beevor se relame recordando los cinco años en los que pudo visitar los archivos rusos. Papeles «de tan mala calidad que se deshacían en las manos», rememora. Allí averiguó, por ejemplo, que Stalin quería acelerar la toma de Berlín para adelantarse a los americanos y allí están, cree Beevor, la respuesta a algunas de las incógnitas que aún sobrevuelan el gran conflicto mundial.

En 2005, el historiador británico hizo su incursión en España con un libro sobre la Guerra Civil, un país por el que, reconoce, siente fascinación y cuya actualidad sigue de cerca. «El Valle de los Caídos debería mantenerse tal como está, aunque no estoy seguro de si con el cuerpo de Franco o sin el cuerpo de Franco. Es un monumento que refleja muy bien los horrores del franquismo», argumenta Beevor. «La historia no se puede cambiar. Es mucho mejor educar a la gente, contar a todo el mundo lo que ocurrió, cuántos presos republicanos murieron, en lugar de quitarlo todo y fingir que nunca existió», continúa.

Beevor considera que la Guerra Civil española fue un conflicto «diferente». «España es el único país en el que la historia la escribieron los derrotados. Tenían mejores escritores y las versiones franquistas eran muy difíciles de creer», expone. De alguna manera, entiende que los españoles aún discutan sobre la Guerra Civil. «Durante 40 años la historia se suprimió y en la transición todavía había miedo al Ejército. Es lógico que el debate volviera en 2006, cuando se cumplieron 70 años del inicio del conflicto, y que ahora aún esté sobre la mesa», afirma Beevor. Entre sus planes, no está escribir otro libro sobre España ni tampoco sobre Napoleón, una idea que se quitó de la cabeza al conocer a los historiadores franceses y ver que eran «buenísimos». Beevor seguirá enfrascado en la Segunda Guerra Mundial. «Llevo toda la vida con ella y me la conozco un poco», bromea.

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