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Javier Sierra, con 'El mensaje de Pandora', su nueva novela, entre manos.
Javier Sierra: «Nos hemos dado cuenta globalmente de que la muerte está ahí»

Javier Sierra: «Nos hemos dado cuenta globalmente de que la muerte está ahí»

Presenta 'El mensaje de Pandora', una novela epistolar en la que avisa a las generaciones futuras de lo que viene, mirándose en el espejo de la historia

Iker Cortés

Madrid

Miércoles, 24 de junio 2020, 00:23

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A Javier Sierra (Teruel, 1971) el confinamiento le trastocó los planes por completo. Andaba el escritor, Premio Planeta en 2017 por 'El fuego invisible', enfrascado en dos proyectos literarios, cuando del «desconcierto» provocado por el estado de alarma surgió 'El mensaje de Pandora' (Planeta). «Quería generar una historia que fuera útil y se pusiera al servicio de un lector que, imagino, estaba tan desorientado como yo ante la situación pandémica», explica.

-La novela es una gran carta que una tía envía a su sobrina Arys cuando cumple los 18 años. ¿Por qué optó por el género epistolar?

-Es el género por excelencia para contar historias que toquen el alma del receptor. Yo lo he elegido porque esta nueva novela apela al lector a reflexionar sobre el momento que estamos viviendo, que yo creo que es un momento de transición histórico.

-Y surge en plena pandemia.

-Cuando se decreta el estado de alarma, el 14 de marzo, yo trabajo con dos proyectos simultáneos de novela. El confinamiento entiendo que me va a venir bien porque me aisla y me va a ayudar. Pero me doy cuenta enseguida de que no es así y me ocurre lo que le ha pasado a muchísimos colegas míos y escritores: el confinamento impuestos lo que hizo fue empujarnos a una situación de desconcierto casi depresiva por las malas noticias que estábamos recibiendo y por la falta de perspectiva. Eso me obliga de alguna manera a aparcar esos dos proyectos, porque no les veo viabilidad ni sentido y entiendo que puedo hacer tabla rasa y dedicarme a generar una historia desde cero que sea de alguna manera útil y que se ponga en servicio de un lector que, yo imagino, está tan desorientado como yo ante la situación pandémica.

-¿Y sobre qué quería reflexionar?

-A mí este tipo de situaciones siempre me han interesado. Lo que estamos atravesando ahora no es ni muchísimo menos algo nuevo y tampoco es el peor de los escenarios al que nos podríamos haber enfrentado. El virus de la Covid-19 no deja de ser un enemigo flojo comparado con el virus de la gripe española de 1918 o con la bacteria de la peste del siglo XIV, que se cobro la vida de uno de cada tres europeos. Esta circunstancia es una especie de recordatorio de la naturaleza, que nos dice que no somos el centro del Universo y que debemos estar preparado para este tipo de circunstancias.

-¿Se pueden extraer conclusiones positivas de algo así?

-Lo que inmediatamente salta la vista es que circunstancias parecidas a la que estamos atravesando ahora sirvieron para introducir enormes cambios sociales que impulsaron movimientos muy importantes de nuestro pasado. Tras la peste negra, llegó el Renacimiento y llegó, en parte, por las ganas que tenía esa población diezmada de Europa de reinventarse y aferrarse a la vida. Se dejó el teocentrismo, esa sociedad más preocupada por lo divino que por lo humano, y se generó una nueva sociedad muy humanizada. Todo el humanismo surge precisamente a partir de esa circunstancia cuando nos percatamos de que la muerte está ahí y que no es algo lejano. Sucedió también con la mal llamada gripe española de 1918. Cuando pasó esa crisis también la sociedad se reinventó, llegaron los felices años veinte, los años del derroche, de la vitalidad, que luego nos llevaron a una crisis espectacular y también llevo la implantación de los sistemas públicos de salud en nuestros países porque nos dimos cuenta de que no era moral dejar morir a la gente en la calle. ¿Qué cambios va a traer esta pandemia? Es imposible predecirlo, pero cambios va a traer.

-¿Está tan seguro?

-Ya los hay. ¿Me llamas desde casa o desde la oficina?

-Desde casa.

-Pues fíjate qué cambio. De repente nos hemos dado cuenta de que teníamos recursos tecnológicos para hacer una vida distinta a la que llevábamos hace tres meses. El mundo laboral es el primero que se está transformando y son cambios que han venido para quedarse. Esa transformación laboral implica también una bajada importante en las emisiones de carbono, una reducción de estrés para muchas familias... Y luego creo que va a crecer exponencialmente un escepticismo respecto a la profesionalidad de los políticos en todos los países. En otras palabras, necesitamos menos políticos y más expertos. Empezamos a valorar mucho más la opinión de quien sabe que la del contertulio. Y todo eso traerá infinitos cambios en los meses venideros.

-¡Qué panorama!

-Cuidado, esta es la visión de un novelista, que es en el fondo alguien que plantea escenarios, alguien que imagina cómo será el mundo del futuro y de alguna manera 'El mensaje de Pandora' es ese ejercicio en el que aviso a las generaciones futuras de lo que viene mirándome en el espejo de la historia de lo que ha pasado ya. La novela apela a esa sabiduría ancestral que representa la tía y Arys es la sociedad, una sociedad que a raíz de la pandemia ha entrado en la mayoría de edad. Nos hemos dado cuenta globalmente, no localmente, de que la muerte está ahí y de que la vida adquiere sentido solo en la inmediatez de la muerte. De repente nos hemos vuelto vitalistas, está todo el mundo pensando en viajar en aprovechar el tiempo.

-Llama la atención la voz femenina de la autora de la carta.

-Tiene una razón de ser. Vivimos un momento histórico de retorno a lo femenino, hay un cambio de la perspectiva social a ese respecto pero en este caso además apelo a los arquetipos en la historia, sobre todo en los mitos clásicos griegos. En ellos se criminaliza la mujer como la responsable de traer las enfermedades a la tierra. El mito de Pandora lo que dice es que Zeus engaña a esta primera mujer que es Pandora, le entrega una caja que le prohíbe abrir cuando llegue a la tierra. Cuando Pandora llega a Grecia y está a punto de casarse con un titán, llevada por su curiosidad, abre la caja y deja escapar escapar todos los males. Tradicionalmente se ha dado una interpretación muy misógina al mito y se pone a Pandora como culpable de todos los males y de acabar con la edad de oro de la humanidad, pero yo lo veo desde otra óptica. Entiendo que los mitos son metáforas de un tiempo en el que no había imprenta ni casi escritura. En ese tiempo había que recordar las grandes enseñanzas y se inventaban historias grandilocuentes que eran imposibles de olvidar y se transmitían de generación en generación. El mito de Pandora lo que nos está diciendo es que un elemento venido de fuera, de los cielos, del reino de los dioses es culpable todos los males y eso se parece mucho a la teoría científica de la panspermia. Hay grandes científicos como Francis Crick, Premio Nobel de Medicina, que han llegado a la conclusión de que la vida, incluyendo virus, bacterias y toda clase de patógenos, llegó al planeta Tierra a bordo de cometas, asteroides y meteoritos, que serían algo así como cajas de Pandora. Vi esa coincidencia entre el relato mítico y la propuesta científica y decidí incluirlo en el relato.

-¿Cómo ha llevado el confinamiento?

-Lo he llevado bien gracias al libro. Cuando un escritor se pone manos a la obra lo que está haciendo es proyectarse fuera de su realidad más inmediata y dirigir su imaginación hacia el lugar donde se siente más a gusto yo me sentía muy a gusto rodeado de mitología de enseñanzas antiguas de descubrimientos arqueológicos de todos esos elementos que jalonan 'El mensaje de Pandora' y también me sentía muy a gusto imaginando el viaje de las protagonistas. A mí me ha aliviado mucho poder evadirme de esa forma.

-¿Y cuando uno escribe aprende cosas de sí mismo?

-Sin duda. Escribir una novela se parece mucho a ordenar una casa. El escritor apela a su memoria, a sus recuerdos, a sus lecturas, a todo lo que ha pasado por su mente y todo ello puede encontrar acomodo en la novela, en un orden nuevo. Cuando uno ordena su casa, se encuentra con muchas cosas del pasado: fotografías, recuerdos, prendas de vestir, objetos... Y al volverlos a colocar en un orden distinto, puede llegar a tener la sensación de estar en una nueva casa. De todas las novelas que yo escrito, te diría que esta es la que más destila mis propias conclusiones personales.

-¿Hubiera sido posible la novela sin la pandemia?

-Absolutamente no. Si esto no hubiera irrumpido de repente en la vida de millones de personas y me hubiera afectado de manera directa, como a todos, no hubiera surgido este relato. Este relato ha sido una reacción a esta pandemia, a esta especie de confinamiento mundial inédito para nuestra generación.

-¿Cree que la sociedad está cambiando?

-A veces uno tiene la sensación de que ciertos poderes quieren que sigamos funcionando como zánganos, como productores al servicio de una producción sin detenernos a pensar. Y aquí, de pronto, el hecho de estar en casa recluidos nos ha dado horas para reflexionar.

-¿Habremos aprendido algo?

-Como todo en la vida lo puedes ver desde la perspectiva de la botella medio llena o medio vacía. Yo soy de los que ve siempre la botella medio llena, mi literatura trata de aproximarse a las grandes preguntas, pero desde una perspectiva constructiva. Lo hago para aprender no para demoler grandes mitos y grandes historias, sino para construir. Yo sí tengo la sensación de que, no de manera instantánea, nada importante se produce de manera instantánea, pero sí de manera constante en los próximos meses y años vamos a notar los efectos de este momento. Y cuidado también porque este momento no ha terminado. Es decir hablamos de la pandemia como si de repente ya se hubiera acabado y no es verdad. La historia nos dice este tipo de epidemias tardan entre dos y tres años en disolverse y tenemos que estar preparados por lo tanto para un periodo prolongado de idas y venidas con este asunto. También somos una sociedad mucho más avanzada que la de nuestros antepasados, tenemos mecanismos con los que ellos ni soñaban y eso es lo que tenemos que aprender a implementar y a utilizar en favor de minimizar el efecto de esta situación y prepararnos para la siguiente que a lo mejor llega en diez, cincuenta o cien años, pero llegará.

-La cultura ha permitido sobrellevar el confinamiento mejor. Escritores, músicos y artistas han regalado muchas de sus obras.

-A esto se le llama resiliencia colectiva. Ante una amenaza global como la que estamos sufriendo y sin paliativos, el ser humano tiene una extraña capacidad que es la de actuar como si fuera un solo organismo. De repente hemos visto ejemplos de solidaridad no solo en las individualidades como las que cuentas: compañías de telecomunicaciones regalaban gigas, los bancos de alimentos sea llenaban. Ha habido un movimiento de solidaridad brutal y es una reacción psicológica increíble de autoprotección de la especie. El problema viene cuando se relaja la sensación de amenaza porque es entonces cuando regresa el individualismo y cuando el egoísmo se vuelve más exacerbado porque de alguna manera lo que quieres es ya protegerte a ti y velar por ti y ya te olvidas del colectivo y esa reacción está a la vuelta de la esquina. Pasará en algún momento y tenemos que estar preparados.

-Y el Gobierno, ¿ha estado a la altura de los creadores?

-Mira vivimos en un país que se ha construido sobre cultura y sobre patrimonio y son dos sectores que se han descuidado mucho desde la irrupción del otro oro nacional qué es el turismo. No quiero decir que el turismo de playa sea el enemigo de la cultura ni muchísimo menos, pero desde los poderes públicos sí que es conveniente que se equilibren ambas cosas y se protejan más o menos por igual. Yo creo que ningún gobierno de los últimas décadas ha tenido muy presente el valor intrínseco que genera la cultura. No hay demasiada protección hacia el creador cultural, que sigue siendo un autónomo sin sueldo fijo, que no sabe lo que le va a deparar su suerte mañana y en ese sentido es verdad que creo que deberíamos ser un poco más conscientes de que estos creadores de cultura también son creadores de país. De momento es una utopía pensar que vamos a tener un gobierno que proteja la cultura.

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