Un Mirandés irregular cae merecidamente ante un Girona superior

Un irregular Mirandés volvió a dar la de arena en casa, esta vez ante un Girona que selló en Anduva su primer triunfo lejos de Montilivi. Los pupilos de Lolo Escobar completaron un partido muy gris, en el que evidenciaron una vez más la falta de equilibrio entre defensa y ataque.

Los primeros compases resultaron de lo más intenso, con un ritmo altísimo y un Mirandés muy atrevido, que no tardó en hacerse con la iniciativa. En ese tramo inicial hubo trabajo en la sala de vídeo, con dos decisiones arbitrales, comprobadas por el VAR, que pudieron haber cambiado el devenir del encuentro: una posible mano de Bernardo en el interior del área visitante en el minuto 8; y un gol anulado a Nahuel Bustos en el 18.

En el minuto 25, el propio Nahuel Bustos llegó desde segunda línea y marcó el 0-1, sin oposición, a pase de Samu Saiz en un error en cadena de la defensa de la escuadra rojilla. El gol dejó en shock a un Mirandés que desapareció y tres minutos eléctricos del Girona le valieron para encarrilar el encuentro después de tres claras oportunidades que supusieron un cambio de guión en el desarrollo del partido. Un minuto después del tanto, una incursión por la derecha de Baena no encontró el remate de Nahuel Bustos, que, a continuación, puso en un serio aprieto a Raúl.

El 0-2 se mascaba y llegó poco después, cuando Bueno cabeceó en el primer palo un saque de esquina, balón que atajó Raúl, pero, a criterio del árbitro y del VAR, una vez que éste ya había sobrepasado la línea de gol. De ahí al descanso, los hombres de Lolo Escobar no tuvieron poder de reacción y, por el contrario, los de Míchel se mostraron muy pragmáticos en defensa.

En el arranque de la segunda parte, el Mirandés no pisó el área contraria ante un Girona muy solvente atrás. Si en ataque las sensaciones no eran buenas, en defensa no iban mejor las cosas porque jugaba muy abierto y, cada vez que recuperaba el balón el cuadro gerundense, conducía con excesiva facilidad por el pasillo central. Como cuando providencialmente se cruzó Carreira en el camino de Baena cuando se preparaba para encarar a Raúl en inmejorable posición.

Tuvo que ser Brugui el que, en una acción individual, controló en el balcón del área, orientó la pelota a su pierna izquierda, se giró y sorprendió a Juan Carlos con un tiro raso, ajustado a la base del palo izquierdo. Restaban nueve minutos más los cuatro de añadido para el final. El Mirandés insistió y, en una acción a balón parado, con el tiempo reglamentario ya cumplido, se produjo una jugada rocambolesca. Bernardo despejó el balón y la pelota golpeó en la mano de Camello. El esférico se dirigió a puerta y, tras tocar en el palo, golpeó en Juan Carlos y se coló en la meta del Girona. Pero el 2-2 no subió al marcador al advertir el VAR al colegiado de la mano del atacante del Mirandés.

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