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Rafa Nadal celebra su victoria sobre el checo Jiri Vesely. EFE
Nadal desactiva el simulacro de bombardeo
Octavos de final

Nadal desactiva el simulacro de bombardeo

El checo Jiri Vesely no fue rival en ningún momento del balear, que pisa los cuartos de final de Wimbledon -primera vez desde 2011- sin haber cedido un solo set

MANUEL SÁNCHEZ

Londres

Lunes, 9 de julio 2018, 00:50

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Rafael Nadal está ante un Wimbleon plácido. Está en cuartos de final por primera vez desde 2011 y aún no ha tenido enfrente a ningún bombardero de enjundia. Este lunes -conocido como 'Manic Monday' porque se disputan todos los partidos de octavos de final-, la primera amenaza en forma de sacador, el checo Jiri Vesely, se quedó en menos que un simple aviso. El balear, tras tres partidos tranquilos ante jugadores que se adaptan con facilidad a su estilo de juego, aplacó el primer simulacro de bombardeo (6-3, 6-3 y 6-4) sin esconderse y desarmando a un Vesely que dejó muchísimas carencias sobre la pista.

En la misma ronda en la que se estrelló el año pasado ante el luxemburgués Gilles Muller, Nadal se quitó el exceso de confianza del pasado -aquel día le 'regaló' los dos primeros sets a Muller-, y se comió en la pista a Vesely, que pese a casi los dos metros de estatura que atestigua, se quedó muy lejos de tocar su techo de juego.

Su saque era la mayor preocupación, pero, pese a que conectó primeros a más de 215 kilómetros por hora y segundos a más de 200, se quedó demasiado solo en el ramillete de variedad que necesita un partido de esta magnitud: en la central de Wimbledon y con un ganador de 17 Grand Slams enfrente. Además, su servicio no se acerca siquiera a la potencia del de otros cañoneros como el canadiense Milos Raonic y el estadounidense John Isner o la colocación, unida al juego de volea, de su verdugo en 2017, Muller.

Nadal no tuvo problema para contrarrestar sus ocho 'aces' e incluso apuntarse más (9). Ante un jugador zurdo, el balear hizo buen uso de los cortados al servicio para descolocar al checo y dominarle dentro de la pista, una plaza en la que nunca se sintió cómodo Vesely.

Cada intercambio era un suplicio para él y un entrenamiento para Nadal, al que le bastaba estar sólido al saque e incisivo al resto en los momentos clave para restarle juegos al marcador.

El balear le metió dentro más de un 60% de los restos y así era imposible que el checo profundizara en el marcador. El de Manacor aprovechó la escasa movilidad y juego de pies de su rival para romperle pronto el servicio en el tercer juego y a partir de ahí ya dejarle claro que ni el repique de su saque iba a ser suficiente para ponerle en problemas.

Ronda fetiche

Pero por cuarto partido consecutivo, el paso del tiempo benefició más a su rival que a su regularidad. Tras sufrir roturas en contra en el tercer set de sus pasados partidos con el israelí Dudi Sela y el kazajo Mikhail Kukushkin, además de que el australiano Álex de Miñaur le puso en apuros en el último set de su duelo de tercera ronda, Nadal se desconectó por unos segundos y permitió que Vesely, nervioso y tímido, le rompiera el servicio.

El propio titubeo del número 93 del mundo, cuando se vio por delante de la primera raqueta de la ATP salió a la luz cuando una bola se le cayó del bolsillo en mitad de un intercambio. El punto se repitió, Nadal lo ganó y se llevó la rotura de vuelta

Una rotura en el décimo juego (6-4), sin necesidad de loterías al desempate, le sirvió a Nadal para llegar a su ronda fetiche en el All England Club, esa que siempre que pisó le llevó a la final. Las finales de 2006, 2007, 2008, 2010 y 2011 avalan el misticismo de una ronda en la que solo ha perdido dos parciales.

A dos partidos de distancia se avista el soñado duelo con el suizo Roger Federer, diez años después de la famosa final que coronó a Nadal por primera vez en Wimbledon. El helvético amplió su racha de sets ganados en el tapete verde londinense a 32, a dos de su récord personal, al vencer al francés Adrian Mannarino (6-0, 7-5 y 6-4). Antes, en cuartos de final, el español se medirá al vencedor del duelo entre Juan Martín del Potro y el francés Gilles Simon, aplazado este lunes por falta de luz cuando el argentino ganaba por dos sets a uno: 7-6 (7-1), 7-6 (7-5) y 5-7.

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