El extraño signo del pecado de Eva y Adán que preside el cementerio de Burgos
En realidad, son dos los símbolos que presiden la entrada al camposanto, burgalés de San José, y que, lejos de ser emblemas religiosos son esotéricos y de una mística no cristiana
La muerte es un misterio para todas las culturas. Esta aparejada a un cambio, una mutación, signos que están presentes en las religiones, pero que también tienen una vinculación mística y esotérica con elementos poco comunes, más bien desconocidos para la mayor parte de la población. Unos símbolos que están presentes en numerosos espacios públicos. Uno de ellos a la entrada al cementerio, en la fachada de la capilla y en un lugar prominente.
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Hablamos del Ouroboros, un símbolo esotérico que representa un dragón o una serpiente mordiéndose la cola y formando un círculo. Los expertos en este tipo de símbolos explican que se trata de una representación egipcia o griega. Simboliza la eternidad, la autorrenovación y un ciclo infinito de creación y destrucción. Es asimilable al ying -yan chino. El término Ouroboros viene del griego 'oura', que significa cola y 'boros' comer.
De Grecia también llega la explicación que dice que esa serpiente comiéndose su propia cola es una representación de la humanidad. También representa el equilibrio universal pleno que en ocasiones se une con el símbolo del infinito. Y de Egipto, de donde proviene su primera representación gráfica en la tumba de la pirámide de Unis, datada hacia el año 2.300 antes de Cristo, como explica Silvia Fernández de Luna en 'El poder del Ouroboros en la alquimia: ciclo eterno y transformación'.
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En cualquier caso, en un cementerio es un símbolo que cuadra perfectamente con el entorno y con el significado de la muerte, de la vida, y de una resurrección a una vida nueva. Todo eso si hablamos de renovación y de infinito. Sin embargo, en la cultura cristiana y judía, el símbolo de la serpiente es algo negativo, ligado al diablo y al Génesis con la tentación a Eva. La serpiente ha simbolizado un desafío espiritual en su lucha contra el mal.
La serpiente se usa como metáfora de la muerte, cuyo poder proviene del pecado y es por ello la encarnación del diablo sobre el que la Iglesia tiene el poder de pisar y aplastar su cabeza. Y es que lo propio, en un cementerio católico, es la cruz, que en el de Burgos sí preside el edificio. Todo a mano en el cementerio municipal de la Obispa o de San José, entre signos cristianos y paganos.
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El Ouroboros en la Alquimia
Fernández de Luna explica en su reflexión que el Ouroboros representa la idea del ciclo eterno de la naturaleza y que está imbricada con los principios alquímicos, con la unidad de los opuestos y con el proceso cíclico de los días y de las noches, de las cosechas, de las estaciones y del movimiento de los astros y de los periodos de la vida humana: la vida y la muerte
Aunque sea un signo pagano, el Ouroboros define perfectamente el símbolo de la eternidad y de la continuidad del ciclo vital. Es decir, el paso de la vida eterna a la vida eterna.
En la alquimia, el Ouroboros es interpretado como la representación de la idea de la transmutación, es decir, la transformación de lo impuro en puro, de lo imperfecto en perfecto; también se asocia con la idea de la auto-regeneración y la renovación constante. Es decir, simboliza el proceso de muerte y renacimiento, necesario para alcanzar la perfección y la realización espiritual.
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También es utilizado como un símbolo de meditación y contemplación que ayuda al alquimista a comprender la naturaleza cíclica de la existencia y a aceptar el constante cambio y transformación que nos rodea.
Y dado que la alquimia es la naturaleza del cambio y de la transmutación, la aspiración máxima del ser humano es que como la serpiente cambia y muda su piel, el hombre debe de mutar hasta abandonar el lastre y convertirse en un ser renovado. Y que es eso, sino la representación pagana de sacramentos como el bautismo o la confirmación y de la resurrección de los muertos.
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El Ouroboros muestra la verdad ineludible de la condición humana que la vida empieza y acaba, pero también se transforma. En alquimia, como disciplina esotérica practicada por los Illuminati, se entiende como la incansable búsqueda de la inmortalidad y de la piedra filosofal.
El reloj de arena
Pero la presencia de un Ouroboros en una fachada que represente la eternidad, no es el elemento más curioso. Sí lo es la presencia de un reloj de arena en el interior de esa serpiente que se autodevora. Y lo es porque la presencia de estos elementos en los cementerios, que data del siglo XIX, están influenciados por la iconografía masónica que lo incorpora a sus monumentos funerarios como referencia a una de sus ceremonias de iniciación.
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El símbolo del tiempo que huye y se convierte de esta manera en la representación gráfica de una idea, la de que el tiempo vuela. Aquello del 'tempus fugit' se manifiesta a partir del siglo XV en multitud de monumentos funerarios. Sin embargo, esa presencia de un reloj de arena, «tiene un fluir continuo entre arriba y abajo y podría salirse de ese tópico de que el tiempo se nos escapa de entre las manos».
El ciprés
Y si hay un elemento que de verdad configura los cementerios es el ciprés. El ciprés es un árbol sagrado ya venerado en la antigüedad. Y es el que se usa preferentemente en los cementerios por la simbología que tiene. El ciprés se eleva al cielo. Su color verduzco se asemeja al luto y hunde de sus raíces profundas en la tierra como el cuerpo muerto devuelve su ser de polvo a lo más profundo.
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Es un árbol solemne, que expresa con toda nitidez en su hoja el alma eterna que nunca muere y que hunde sus raíces en lo más profundo. El ciprés llora resina y desprende olor a santidad.
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