Borrar
Alfonso XIII y la reina Ena con diversas personalidades de la sociedad burgalesa. Archivo municipal de Burgos

Los recuerdos de la reina Ena en Burgos: una historia de amor y modernización en el siglo XX

Victoria Eugenia Julia Ena de Battenberg (Castillo de Balmoral 1887-Lausana 1969), esposa de Alfonso XIII, conocida en el siglo XX como 'la Reina Victoria', y en 2025 por muchos españoles como la 'Reina Ena', como titula RTVE a la serie de ficción que narra la vida de la bisabuela del actual monarca Felipe VI

Lidia Sierra y BURGOSconecta

Burgos

Domingo, 7 de diciembre 2025, 09:21

Comenta

Han tenido que pasar más de 130 años desde su nacimiento y más de medio siglo desde su muerte, para que España recuerde y ensalce la figura de una de las reinas que más han aportado a la monarquía española. Hablamos de Victoria Eugenia Julia Ena de Battenberg (Castillo de Balmoral 1887-Lausana 1969), esposa de Alfonso XIII, conocida en el siglo XX como 'la Reina Victoria', y en 2025 por muchos españoles como la 'Reina Ena', como bien ha sabido titular RTVE a la serie de ficción que narra la vida de la bisabuela del actual monarca Felipe VI. Una mujer de película, con una historia de película, que también tiene un capítulo dedicado a su paso por la ciudad de Burgos en 1921.

Pero la historia de Ena en España comenzó mucho antes de aquel verano de 1921. Concretamente, quince años atrás, cuando la nieta preferida de la reina Victoria de Inglaterra llegó a nuestro país para contraer matrimonio con un joven Alfonso XIII, de apenas 19 años. Era marzo de 1906 y ambos se habían conocido apenas un año antes en el palacio de Buckingham. Toda la ciudad de Madrid se echó a las calles para dar la enhorabuena a la joven pareja, que tuvo lugar el 31 de mayo de ese mismo año en la en la iglesia de San Jerónimo el Real, arropados por familiares, condes, primos pero en la que no quiso participar ningún rey europeo por considerar a Ena, «una princesa de segunda».

Lo que fue concebido como una boda de cuento se tornó pronto en pesadilla cuando el anarquista Mateo Morral atentó contra los reyes al lanzar una bomba desde un balcón cercano. El artefacto que lanzó Morral encubierto en un ramo de flores rebotó en la capota plegada del carruaje, matando a más de 20 personas y dejando a los monarcas, en especial a la soberana, en estado de shock durante días.

Sus años en la corte española no fueron sencillos. Su delicada educación victoriana, propia de la corte inglesa en la que se crió, chocó de raíz con las rancias costumbres españolas y la actitud patria y católica de la madre de su marido, la reina madre María Cristina. Tampoco ayudó en ese camino su trastorno genético hemofílico que transmitió a sus hijos varones falleciendo uno en el parto y otro con apenas 20 años tras una hemorragia.

De los siete hijos a los que dio a luz en poco más de siete años, sobrevivieron cinco en un matrimonio que antes de su llegada a Burgos ya comenzó a hacer aguas debido a las reiteradas infidelidades del abuelo de Juan Carlos I. Por contra, ella se centró en su familia, en mejorar la educación de los niños españoles y la salud de la sociedad en su conjunto promoviendo, entre otros, la educación enfermera y el apoyo a la Cruz Roja como narra la nueva gran exposición temporal impulsada por Patrimonio Nacional, y que constituye la primera muestra monográfica en España sobre Victoria Eugenia de Battenberg.

Ena en Burgos en 1921

La última moradora del Palacio Real visitó la ciudad de Burgos una única vez durante su corto reinado. Fue en julio de 1921 coincidiendo con los fastos diseñados para festejar el séptimo centenario de la catedral de Burgos. Lo hizo acompañada su esposo, el monarca Alfonso XIII, que aprovechó su visita para asentar relaciones con los gobernantes burgaleses y la sociedad burgalesa, como reflejan las crónicas de la época consultadas.

S. M. el Rey Alfonso XIII con otras representaciones en el Salón de Jueces con la arqueta que contiene los restos del Cid.

No existen demasiados datos exactos del lugar en el que pudieron alojarse los monarcas, aunque se tiene constancia de que fue «la Diputación provincial la encargada de dotar de hospedaje al matrimonio real», y a su séquito. Lo que sí que se sabe con certeza es que la primera recepción de los reyes tuvo lugar en el actual Palacio Arzobispal de la calle Eduardo Martínez del Campo desde donde saludaron por primera vez a los burgaleses y desde donde ofrecieron hasta cuatro banquetes, por lo que entendemos que la sede del arzobispo pudo ser el lugar donde se hospedaron los monarcas, que llegaron acompañados de un séquito de 42 personas, además del hermano del monarca, el infante Fernando, también hijo del rey Alfonso XII.

Coincidiendo con la llegada de los reyes a Burgos, el alcalde de la ciudad Ricardo Díaz Oyuelos publicó un bando el 18 de julio de 1921 anunciando la visita regia y animando a los burgaleses «a vitorear a los monarcas y agasajar a los mismos engalanando balcones y espacios». Así pues, la ciudad quedó embellecida por cientos de burgaleses que ornamentaron calles y balcones para dar la bienvenida a la pareja real que por entonces no contaba con todo el apoyo de años anteriores, ya que el monarca lidiaba en lo político por el Desastre de Annual que acabaría en una pésima derrota militar española en agosto de 1921 en Annual,provocando la muerte de miles de soldados españoles y suponiendo una pérdida de confianza hacia el monarca sin precedentes.

Tres días en la cuna del Cid

De ahí, que en medio de esa tormenta política, el rey decidiera pasar unos días de asueto cultural en la ciudad del Cid donde los monarcas llegaron a Burgos pasando antes a conocer la localidad natal de Rodrigo Díaz de Vivar, como narran las crónicas de la época. Una vez en la ciudad, los reyes convidaron a los burgaleses más ilustres a una cena de gala y varios banquetes, para los que «se demandaba etiqueta oficial y traje de levita para los caballeros». Todo un acontecimiento social que, con seguridad, sacó de la rutina a buena parte de la alta sociedad de la época, a parte del clero, a la clase política en una convivencia de tres días que se sumó realeza y mucho glamour a los actos de los 700 años del nacimiento de la seo burgalesa.

Los actos del 20 de julio de 1921 marcaron un antes y un después en la ciudad albergando a cerca de 80.000 burgaleses en las calles desde muy tremprano. Los periódicos de la época narran la entrada de los monarcas bajo palio a la majestuosa catedral de Burgos «hasta donde llegó la reina Victoria Eugenia con mantilla negra y atuendo oscuro», acompañando a un Alfonso XIII uniformado con el traje de gala y casco de llorón como jefe del Estado Mayor.

Los monarcas fueron testigos del traslado de los restos del Cid y de Doña Jimena desde el Ayuntamiento de la ciudad hasta la catedral en una jornada histórica que supieron recoger e inmortalizar los periódicos castellanos y la prensa nacional, y que tiene su mayor reflejo en una instantánea publicada por la revista La Esfera en la que podemos contemplar a Ena en las escaleras de la seo burgalesa, cabizbaja, acompañando a su marido, al nuncio de su Santidad que ofició la ceremonia, al resto de prelados, a los generales de la época y a los gobernantes del momento. La foto rubricada por Campúa es una de las escasas instantáneas que se conservan de tan importante acontecimiento en suelo burgalés.

La reina Ena en la catedral de Burgos el 20 de julio de 1921.

Concluido el acto religioso, y tras otro fastuoso banquete en el Palacio Arzobispal, los monarcas españoles tuvieron a bien acudir a la inauguración de la Exposición de Arte Retrospectivo que pudo verse durante semanas en el Seminario de San José. Fueron días de gala, de conciertos en el Teatro Principal y de bailes de etiqueta en el Salón de Recreo del Teatro Principal que no dejaron indiferente a los afortunados en participar de tan importante acontecimiento para la ciudad burgalesa.

Tras dos días de intensa agenda, Alfonso XIII y Ena partieron el 21 de julio desde la Plaza de Toros con destino a San Sebastián. En conversación con el exministro Diego Arias de Miranda, el monarca afirmó irse de «la noble ciudad de Burgos encantado» y manifestó el deseo de la reina de volver pronto para poder contemplar con detenimiento la belleza de La Cartuja».

De aquella visita, además de crónicas y alguna que otra instantánea, dejaron 2.000 pesetas que entregaron al Ayuntamiento para que lo hiciera llegar a los más necesitados. Tal fue el acuerdo entre la ciudad y los monarcas, que unos años después, y ya en plena dictadura de Primo de Rivera, el Ayuntamiento en el pleno de 16 de enero de 1925, aprobó la propuesta de la Comisión Municipal Permanente de 14 de enero de 1925, nombrando Alcaldesa de Burgos a S. M. la Reina Victoria Eugenia.

Una reina poco común que se implicó en causas sociales y humanitarias

Ena no fue una reina común. Marcó un antes y un después en la monarquía española y en la sociedad de comienzos del siglo XX como seguro que pudieron comprobar en esos tres días los habitantes del Burgos de los años 20. La monarca supo modernizar la anquilosada institución borbónica desde distintos prismas: el estético, el social, el humanitario...

En el plano estético cabe resaltar que su sola presencia aportaba glamour y el estilo propio de la corte británica, mientras que en el campo social fue la primera monarca en involucrarse en trabajos humanitarios y causas sociales. De forma paralela, supo cambiar los roles de las reinas anteriores, siendo una de las primeras en contar con una clara presencia pública y no de mero acompañante. Y todo ello, pese a no contar con el beneplácito de buena parte de la corte, sumar demasiados problemas conyugales e infidelidades públicas y vivir con la agónica enfermedad de sus hijos.

Precisamente con ellos partió en la madrugada del 15 de abril de 1931 del madrileño Palacio Real hacia el exilio tras el triunfo de la II República. El pueblo nunca olvidó a su reina, que volvió a España casi 35 años después para asistir al bautizo de su biznieto, el actual Felipe VI. Fue la última visita de Ena al suelo español que tanto le marcó, y entre los muchos deseos de la inglesa quedó pendiente una visita: la de la monarca a la Cartuja de Miraflores. La reina Victoria Eugenia falleció en su casa de Lausana en 1969 y nunca pudo contemplar la belleza del monasterio que mandó construir otra reina de peso, Isabel la Católica.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

burgosconecta Los recuerdos de la reina Ena en Burgos: una historia de amor y modernización en el siglo XX

Los recuerdos de la reina Ena en Burgos: una historia de amor y modernización en el siglo XX