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Ana Fernández. R. C.
Ana Fernández: «Reproducirse al tuntún es tontería»

Ana Fernández: «Reproducirse al tuntún es tontería»

«Los palos te enseñan, y yo he aprendido a vivir con menos miedo y a ser menos individualista», reflexiona la actriz

arantza furundarena

Sábado, 22 de junio 2019, 09:41

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Actress & Rebel (Además canto y doy el cante). Con estas palabras se presenta a sí misma Ana Fernández en su cuenta de Instagram. Que es actriz es un hecho indiscutible, como demuestra la grabación de su quinta temporada en la serie 'Las chicas del cable'. Lo de rebelde admite matices: «La mía no es una rebeldía sin causa ni me siento incomprendida, es solo que me gusta pensar por mí misma y nunca me callo por miedo al qué dirán». Parlanchina, amante de los perros, espontánea y transparente, esta madrileña de 29 años, que perdió a su novio a los 25 en un accidente de moto, dice haber aprendido a «disfrutar del momento»... Este verano ejerce como embajadora de una marca de cremas solares, «de las de toda la vida».

«En mi casa he visto 'Piz Buin' desde que tengo uso de razón. Siempre hemos veraneado en Andalucía y se nos pone ese moreno flamenco... Pero hace mucho que no hago locuras al tomar el sol. De la protección 50 no bajo». Los planes de Ana Fernández para este verano van sobre ruedas. «Hemos descubierto las furgonetas California, donde podemos meter a nuestros cinco perritos, y mi chico y yo nos vamos con ellos a la playa». Su chico es Adrián Roma, cantante del grupo asturiano Marlon. Y los perritos, como ella dice, «forman parte de nuestra familia. Son los que siempre están ahí para consolarte y a la vez suponen un entrenamiento brutal para un futuro en el que quizás tengamos hijos».

Como buena 'conversa', Ana Carlota (su nombre completo) es una entusiasta de sus mascotas. «Te quitan muchas manías. Yo he sido siempre escrupulosa con los olores, con la limpieza… Muy perfeccionista. Y los perros me han hecho perder mucha tontería. Lavo las sábanas cada dos días porque ellos duermen con nosotros en la cama, pero ya no me importa que me chupen la cara o llevar el abrigo lleno de pelos». Para lo de los hijos es algo más reticente... «Reproducirse al tuntún es tontería –recalca–, sobre todo si pensamos que nos estamos cargando el planeta».

Quizás porque procede de una familia de docentes y a menudo ha escuchado en casa que muchos niños «crecen solos y están atontados por la tecnología», Ana es partidaria de pensarlo bien antes de traer hijos al mundo. «No tenemos que sentirnos obligadas a reproducirnos», advierte. Sin embargo, ella no descarta aprovechar «ese parón que suele producirse en las actrices a partir de los 36 años para planear un embarazo».

Pasar el duelo

La mayor de tres hermanos, Ana de pequeña se recuerda como «una payasa absoluta». Sus regalos favoritos eran los disfraces y esas Barbies a las que caracterizaba como personajes de sus fantasiosas obras de teatro... «Nunca las quise para peinarlas. Yo hacía con ellas improvisaciones. Luego nos fuimos a vivir al campo y me pasaba todo el día con un palo y una cantimplora buscando sapos y renacuajos».

La vida le dio la vuelta el 7 de marzo de 2015, cuando su entonces pareja, Santi Trancho, el cámara de las aventuras de Frank de la Jungla, se mató en un accidente de moto. «Estamos exprimiendo la vida como tú nos enseñaste», escribió recientemente Ana en su Instagram al cumplirse el cuarto aniversario. «Los palos te enseñan. Y yo he aprendido muchas cosas: a vivir con menos miedo, a ser menos individualista y pensar más en los míos, a exprimir la vida a tope y a relativizarlo todo... Hay que reírse muchísimo. En mi trabajo pasas mucha frustración en los castings. Pero yo ahora solo me permito estar mal como mucho media hora».

Ser «tan cerebral y racional» le impidió hundirse, según recuerda. «El duelo es algo inexplicable. Te hace pasar por estados de ánimo muy distintos. Por suerte tuve a una psicóloga maravillosa que me ayudó mucho a aceptar todos esos procesos y a vivirlos». La luz volvió poco a poco gracias también a Adrián Roma, su actual pareja. «Adri y yo nos equilibramos. Él es muy creativo y tranquilo, y yo soy muy terremoto, pero organizada. Él me calma y yo le llevo la agenda».

Lectora voraz de libros de Historia, carrera en la que se matriculó a distancia, la actriz se considera «muy poco idealista en política», pero ese es un tema del que no habla en público. Sí se moja en la defensa de los animales. «Con la tauromaquia no me meto porque no tengo los conocimientos suficientes –precisa–, pero los que no respetan por sistema a un animal me dan asco y me parecen gentuza».

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