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La Guardia Civil continúa investigando sobre el terreno donde fue asesinada la joven. EFE
Todas las hipótesis caben en el crimen de Miriam Vallejo

Todas las hipótesis caben en el crimen de Miriam Vallejo

Apuñalada en un camino oscuro pero transitado, la Guardia Civil cree que el ataque mortal fue por sorpresa y duró unos diez minutos, pero aún no hay detenidos

Doménico Chiappe y J.V. Muñoz-Lacuna

Madrid

Martes, 22 de enero 2019, 01:56

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Su cuerpo quedó tendido en el camino de tierra, por donde los vecinos de Meco (Madrid) y Villanueva de la Torre (Guadalajara) suelen pasear, hacer ejercicio, ir en bicicleta. Un sendero marrón, cercado por escasos matorrales secos y oscuro. Pero transitado por los vecinos en busca de solaz, como hacía ella al final de la tarde. Los investigadores calculan que la agresión duró diez minutos. Alguien atacó a Miriam con un arma blanca de filo corto que le produjo numerosas heridas, algunas superficiales y una mortal, en el pecho. Se ha dado por cierto que quien la asesinó era una mujer, y a partir del género se han conjeturado varias versiones. Pero la Guardia Civil niega que ésa sea la única hipótesis. Ni siquiera que sea la que tiene mayor fuerza. Están abiertas todas las líneas de investigación, a partir de un hecho relevante: no hubo agresión sexual, lo que confirmó la autopsia. Tampoco hubo robo, ya que el móvil se encontró al lado de su cuerpo. El asesinato sucedió poco antes de las 20:50 del miércoles pasado.

Hubo testigos que vieron a la víctima, conocida como Mimi, antes de ser asesinada. No ha trascendido si éstos observaron a alguien sospechoso. En todo caso, la persona que la agredió dejó a Miriam tendida al borde de la senda. A esa hora, cerca de las 9 de la noche, dos paseantes dieron la voz de alarma al verla. Sin vida. Estaba descubierta, abandonada sin más. A su lado, los perros. Miriam tenía dos propios, un pastor belga de dos años y un cachorro bodeguero, y paseaba con dos ejemplares más, un labrador y un mestizo, que eran de su compañera de piso. A partir de aquí se conjetura que los perros no reaccionaron ante la agresión a su dueña y, por tanto, Miriam conocía a su victimario, que también gozaba de la confianza de los canes. Pero sólo uno había recibido entrenamiento, y no para defender, sino para salvar gente.

Cuando llegaron los servicios de emergencia nada pudieron hacer para reanimar a Miriam y certificaron la muerte de esta mujer de 25 años, que vivía en una casa típica de urbanización cercana al monte que separa Meco y Villanueva de la Torre. A un cuarto de hora a pie. Compartía la vivienda con otras dos personas y era voluntaria de Protección Civil desde 2014. Otra línea de investigación apunta a la violencia machista, pero Miriam no había interpuesto ninguna denuncia por violencia de género y sus amistades, que colaboran con la investigación, negaron que sufriera acoso, que tuviera mala relación con sus exparejas o que se hubiera mudado para huir de alguien. En todo caso, esta hipótesis tampoco se ha descartado. No hay detenidos.

Fuerte y ágil

Miriam no escribía en sus redes sociales, sólo colgaba fotos de su perra Luna y de ella, pocas y comunes. Un puñado de amigos le daba 'me gusta'. En la presentación se definía así: «Deportes, bailar, escuchar música, estar con mi familia, mis amigos, mi pareja...» y había añadido el lema 'no es no' bajo una de sus fotos. El año pasado publicó unas pocas veces y desde octubre no tenía actividad. Cuando la encontraron, Mimi tenía dos uñas rotas y numerosas laceraciones y erosiones, producidos por el forcejeo y la lucha contra el agresor.

Las cuchilladas estaban repartidas por todo el cuerpo. Las de las manos, cuando se defendía; la del tórax, cuando no pudo impedir el lance. Se conjetura, a partir de esta información, que el atacante era mujer, por la ineficacia de un ataque sin fuerza ni precisión. Pero la víctima practicaba el 'crossfit', una técnica aeróbica utilizada por los 'marines' norteamericanos que requiere mucha resistencia y agilidad, además de mantenerse activa en el cuerpo de voluntarios de Protección Civil. Tampoco se puede descartar que los perros entorpecieran, aunque sin morder, la acción del asesino. Del tiempo que se calcula que duró la agresión y el resultado final se desprende que el factor sorpresa impidió que Miriam pudiera repeler a su atacante o huir. El Juzgado de Instrucción número 5 de Alcalá de Henares ha decretado el secreto de sumario.

El grupo de homicidios de la Guardia Civil ha trazado varias líneas de investigación en el asesinato de Miriam, que trabajó en Zara y en una empresa de dispositivos electrónicos. Se había mudado a su nueva casa en octubre, desde Alovera (Guadalajara), donde todavía estaba empadronada. Estudió la secundaria en el I. E. S. Atenea y se graduó de auxiliar de Enfermería en el Colegio Calasanz. Al peinar el agreste terreno, los investigadores no encontraron el arma homicida, pero, en el lavabo de una gasolinera, sí hallaron una camisa manchada de algo parecido a la sangre, una pista que se descartó después.

Desde su muerte se han sucedido actos de rechazo a su asesinato, con minutos de silencio y muestras de dolor de los vecinos de Villanueva de la Torre, Meco, Villalbilla y Alovera, con familiares, compañeros, amigos y autoridades. Sus padres, rotos de dolor por la pérdida de su única hija, no asistieron. Sin embargo, su caso también se ha politizado, bajo la polvareda dicotómica que pretende, por una parte, dar mayor relevancia a asesinatos de mujeres cometidos por otras mujeres, como si una realidad contradijera la otra, y, por otra, menospreciar los crímenes que no corresponden a la violencia de género. Mientras el ruido y el misterio rodean el asesinato de Miriam Vallejo, su cuerpo reposa en el Cementerio Jardín de Alcalá de Henares, después de haber pasado varias noches en el Instituto Anatómico de Alcalá de Henares.

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