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Jesús J. de la Gángara. BC
«Contra el coronavirus recetaría una mezcla de seguridad, satisfacción y alegría»

«Contra el coronavirus recetaría una mezcla de seguridad, satisfacción y alegría»

El jefe del Servicio de Psiquiatría del HUBU, Jesús J. de la Gángara, analiza la importancia de «agendar la vida» en los hogares para cuidar la mente durante el confinamiento

Viernes, 20 de marzo 2020, 08:21

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En esta entrevista no habrá datos de contagiados ni fallecimientos por el coronavirus. Son consejos y recomendaciones de cómo llevar mejor la cuarentena en los hogares a través de la voz de un profesional, el jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos, Jesús J. de la Gángara, que recomienda agendar el día a día para que la ansiedad no llegue al ser humano.

-¿Qué pueden hacer los ciudadanos para llevar mejor estos días?

-Las recomendaciones son bastante uniformes. Hay que mantener pautas de comportamiento. Tenemos que agendar la vida. Los seres humanos, aunque no nos demos cuenta, trabajamos con sincronizadores. Los principales son la luz y la oscuridad, aunque hay muchos sociales como la hora de levantarse o tomar el café con los amigos. Los seres humanos tendemos a hacer rutinas. Esa sincronización nos da la sensación de saber qué tenemos que hacer. En las situaciones de riesgo, lo más graves es la sensación subjetiva de pérdida de control y lo que tenemos que hacer es recuperar esa sensación de control. Tenemos que incluir actividades de rutina, de descanso y creativas. En estos momentos, el ingenio y la creatividad hacen que en momentos de tensión y ansiedad puedan ser fructíferos. Todo se basa en aprender. Como vamos a tener tiempo, no está mal que se dedique a esas actividades creativas y que ya estaban esbozadas en nuestras vidas. Si te gusta cocinar, pues mejoramos la receta de las croquetas; si te gusta pintar, aprovechamos para hacer monigotes más bonitos... La primera gran palabra es agendar, luego pasamos al control y terminamos por gustar. Los seres humanos sabemos lo que nos hace sufrir, pero no conocemos lo que nos hace felices. Propongo a la gente que coja papel y lápiz estos días y se dedique a hacer una lista de las cinco cosas que les gusta hacer, no que les gustaría a hacer.

«En las situaciones de riesgo, lo más graves es la sensación subjetiva de pérdida de control»

-Muchas personas están llevando peor estos 15 días de cuarentena que si se hubieran roto una pierna que les dejara en casa cuatro meses...

-Hay un elemento crítico que es la comunicación social del miedo. Ahora lo hay. Cuando hay incertidumbre o sensación de pérdida de control, nos genera ansiedad. Una persona que se rompe una pierna sabe lo que tiene que hacer y eso le da sensación de control. Lo que nos sucede es que no sabemos qué tenemos que hacer. Tenemos la sensación de que todo es improvisado y novedoso. No controlamos al virus, a la economía y a la sociedad. Esa pérdida de control se asocia con la ansiedad. El mayor generador de ansiedad individual y colectiva es la sensación subjetiva de pérdida de control.

«Tenemos la sensación de que todo es improvisado y novedoso»

-¿Se puede generar un sentimiento de culpabilidad en aquellas personas que vienen de una zona caliente y que pueden transmitir la enfermedad?

-No he tenido casos similares. No creo que sea peor. Ahora todos tenemos la sensación de que podemos transmitir el virus a los seres queridos. Los que vienen de fuera, como mucho, se sentirían mucho más aliviados, porque aquí se está un poco mejor.

-¿La mente se empieza a cuidar a través del cuerpo?

-El problema es que nos tenemos que adaptar a un escenario de gran tensión emocional, miedo y de gran riesgo subjetivo. No tenemos control. El ser humano no sabe sentir a la vez sensación de control y ansiedad.

-¿Queda lo peor de la cuarentena?

-El proceso general de adaptación a las circunstancias estresantes como esta se basa en tres fases. La primera es la de la alarma, en la que se genera desconcierto. No sabemos qué hacer. Emitimos y recibimos muchos mensajes desorganizados. De ahí se pasa a una etapa de resistencia, donde influyen los factores individuales que luego detallaré. Cuando se acaba esa fase, se llega a una de fracaso de los mecanismos de defensa, en la que los seres humanos reaccionamos de dos maneras: con sobrecogimiento y sobresalto.

«El ser humano no sabe sentir a la vez sensación de control y ansiedad»

-¿Cómo se puede aumentar la resistencia para no llegar a la fase de fracaso?

-Esencialmente con fortaleza mental y física. Es más sencillo empezar por la física, porque es más fácil organizar tus manos o tus pies que tu cabeza. Recomiendo siempre la frase de 'mueve los pies, mueve las manos y mueve la lengua'. Estos días necesitamos fortaleza física y mental. Esta última se basa en la sensación subjetiva de apoyo, la física se puede encontrar en las cajas de leche como estamos viendo en muchos vídeos estos días. En segundo lugar para aumentar la resistencia está la creatividad y fertilidad. Hacer cosas que te den la sensación de que este día no lo has perdido. Pongo otro ejemplo con la terapia de la tostada. Levántate estos días elaborando una tostada diferente cada día. Un día con aceite, otro con mantequilla, miel... Empieza el día con energía. La tercera es que no dejes que las cosas vayan al azar. Si no sabes qué hacer. Estudia, lee, prepárate...

«Es bueno tener miedo, si no lo hubiéramos tenido no estaríamos hablando y estaríamos muertos en Atapuerca»

-¿Qué pasa si llegamos a la fase de fracaso?

-Hay dos tipos de reacciones peculiares del ser humano. El sobrecogimiento, que nos quedamos anonadados y no sabemos qué hacer, tendríamos que analizarlo y ver cómo se soluciona. La otra reacción es el sobresalto, que es agitación, ansiedad, gritos.. Si eso sucede y es leve hay que volver a los niveles de agendar la vida, recuperar el control... Si es más grave y genera sufrimiento (ni dormir, ni comer), habría que establecer normas de psicoterapia o normas de tratamiento, en las que intervienen los profesionales. A veces un pequeño ansiolítico o normas de relajación bastan para recuperar el control.

-¿Es bueno tener miedo?

-Sí. Es imprescindible para la supervivencia. Si no hubiéramos tenido miedo, no estaríamos hablando y estaríamos muertos en Atapuerca. Eso sí, el miedo tiene que ser en su justa medida. El miedo y en la ansiedad es lo mismo. El miedo es la reacción ante un peligro. En la ansiedad el peligro es subjetivo y en el miedo es objetivo, por ejemplo, el lobo. Con los virus se da un miedo subjetivo y otro objetivo. No lo vemos, ni controlamos. Si tuviéramos una epidemia de lobos, sabríamos, tal vez, qué hacer. Pero el virus como no lo vemos genera ansiedad. Por eso el miedo ahora es tan colectivo y desborda tanto.

-¿Un buen antídoto es la sonrisa de un ser querido?

-Es cardinal. El apoyo subjetivo es más importante que el objetivo. Tener la sensación de que cuentas con alguien es muy importante, sobre todo para los más débiles. Eso no quita para que no nos tomemos un paracetamol o un ansiolítico. El tener gente para poder hablar es importante. En vez de llamar a mi madre de vez en cuando, la llamo todos los días. Para que tenga la sensación de apoyo subjetivo de su hijo. Está a 500 kilómetros de distancia, pero muestro cercanía.

«Las personas con niños o con personas dependientes deben desarrollar más su fortaleza»

-¿Las personas con niños o dependientes tienen que mostrar más fortaleza?

-Habría que desarrollar mucho más la fortaleza, que da sensación de seguridad. Hacer cosas buenas (fertilidad) te da satisfacción, y ser útil, y no dejar todo al azar, da sensación de alegría. La seguridad, satisfacción y la alegría son los tres medicamentos esenciales para que las personas más vulnerables se sientan bien. Si tuviera que recetar un medicamento sería una mezcla de seguridad, satisfacción y alegría.

-¿Cree que hay muchos pacientes que han somatizado los síntomas del coronavirus?

-Yo, por ejemplo. Estoy preocupado porque tengo una responsabilidad. Tengo un síntoma leve y al rato ya se me ha pasado. La sensación de que falta el aire, un estornudo... esto hace una semana no lo percibíamos. Lo psicosomático consiste en percibir el cuerpo. Lo que hace una semana pasaba desapercibido porque no se prestaba atención, ahora lo percibes. La percepción del cuerpo es ansiógena. Si mi cuerpo da noticias, mal asunto. Un cuerpo saludable no da noticias.

-No es momento para hipocondríacos...

-No, aunque todos tenemos un poco de hipocondría. Hay que prestar la atención justa al cuerpo. Si sé que unos síntomas aparecen y desaparecen, sigue haciendo vida normal. Cuando exista ansiedad subjetiva de cuerpo, intenta hacer algo físico.

«Hay muchos pacientes que han somatizado los síntomas del coronavirus»

-Y después de la crisis del coronavirus...

-He hecho una reflexión en www.hyperbole.es. Se llama 'contra virus virtudes'. Los virus van a pasar. Ha pasado muchas veces. Vivimos en una sociedad del hiperconsumo, de la hiperinquietud, desasosiego... Cuando nos coartan, nos sentimos fatal al no estar acostumbrados. Luego nos pasaremos al lado contrario y estaremos hipercontentos al poder salir a la calle. Se verá la euforia.

-¿Esa euforia va a poder tener una resaca más tarde?

-La euforia será la reacción colectiva e individual. Tenemos que tener cuidado, no sea que ahora nos pasemos de torpes y luego de listos. Si fuéramos capaces de aprender, estaría muy bien. Todos deberíamos aprovechar esto para aprender de forma individual y colectiva. Aprender es una bonita palabra y es el instinto cero. Está por debajo de cualquier actividad del ser humano. Este nace torpe y tiene que aprender, primero a sobrevivir, y luego a adaptarse. Para aprender hay que estudiar y lo que genera malestar es estudiar, nunca aprender. Nunca nadie se ha sentido mal por aprender.

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