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Greta Thunberg y otros jóvenes activistas en la COP25 CRISTINA QUICLER / AFP

El silencio de Greta y las otras historias de la crisis climática

La joven activista calló durante una rueda de prensa, en protesta por la excesiva atención mediática, y para que sean escuchadas las historias de los jóvenes que sufren el impacto real del cambio climático

Lunes, 9 de diciembre 2019, 14:01

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«Es increíblemente importante escuchar a la gente joven que ya sufre el impacto del cambio climático alrededor del mundo», dijo Greta Thunberg esta mañana en una rueda de prensa a la que asistió en silencio hasta el final, escuchando atenta a lo que los otros seis compañeros de mesa tenían que decir. Callaba para que la atención de cientos de periodistas que siguen sus pasos con vieja costumbre de prensa rosa se centrara en esas «otras historias que deben ser compartidas y escuchadas», dijo. Thunberg, vestida de celeste, y con una botella de aluminio pintada de rojo para el agua, oía a sus compañeros, y ajena a esa «cierta atención», según sus palabras no exenta de ironía, de los medios de comunicación.

Su estrategia para evadir el circo mediático, y usarlo a favor, resultó efectiva. En otras reuniones similares de jóvenes de uno u otro movimiento (de Fridays For Future a Youngo) que se han realizado en esa misma sala de la Cumbre del Clima los asistentes se pueden contar con los dedos de una mano. Allí en estos días han hablado jóvenes de todas las edades y todos lugares. Pero apenas han tenido eco. Mientras que el lunes por la mañana, mientras una decena de activistas adolescentes coreaban «No existe un planeta B» a la salida del metro, una larga fila de periodistas y curiosos esperaban para escuchar a Thunberg.

La activista de 6 años, no obstante, cedió el protagonismo a Ángela Valenzuela, de Chile; Arshak Makichyan, de Rusia; Carlon Zackhras, de las Islas Marshall; Kisha Erah Muaña, de Filipinas; Nakabuye Hilda Flavia, de Uganda, y Rosa Whipple, de Santee Dakota, una comunidad indígena de Estados Unidos. «Cuántas vidas más tienen que ser sacrificadas para que haya cambios y justicia», clamó Flavia, en su intervención, en referencia a las consecuencias que sufre África, un continente que produce muy pocos contaminantes. «Le hablamos a las empresas y a los gobiernos que están negociando aquí».

«Casi la mitad de los jóvenes está expuesto a los cambios del clima», aseguró Muaña. «Llamamos a la acción. Para proteger las especies endémicas tropicales, los océanos, mi hogar. Tenemos muchas expectativas sobre lo que está pasando pero queremos acción real. Es el momento de estar en el lado correcto».

Las palabras de estos adolescentes, desde los 16 años de Thunberg hasta los veintitantos de los mayores, son moderadas por la segunda activista joven más conocida, la alemana Luisa Neuabauer, de 22 años. De hecho, paradójicamente en el programa oficial sólo aparecen dos nombres. El de ella y el de Greta Thunberg.

«Se han empleado muchas metáforas para hablar de las consecuencias del cambio climático», dice Makichyan, quien compara los desastres de la contaminación con los horrores producidos por Hitler y Stalin. «Pero ya no hacen falta. Las olas de calor, las hambrunas y las muertes son reales. De esto no nos salvarán los tanques. Pero no tengo miedo, porque detrás de la resistencia está la solución, y nunca, ni cuando empecé a hacer una huelga sin nadie más, estuve solo».

Responsabilidad moral

Por «responsabilidad moral» Thunberg sólo habló al final, inquirida directamente por la única pregunta que se permitió en esta rueda de prensa, en la que se le interrogó por su opinión sobre lo que sucedía con los nativos norteamericanos. «Se necesitan acciones rápidas ya, son los que más sufren», respondió. «Por cientos de años han estado en equilibrio con la naturaleza y debemos escucharles», mantuvo en referencia a la situación de estos pueblos indígenas de Estados Unidos.

Los jóvenes, con Greta Thunberg al centro, reclaman acciones reales en la COP25
Los jóvenes, con Greta Thunberg al centro, reclaman acciones reales en la COP25 CRISTINA QUICLER / AFP

Unos minutos antes había hablado Whipple, de 18 años, cuya comunidad ha vivido en la ribera del Mississippi «desde hace 3.000 años». «Sonreíamos y reíamos en nuestro mundo, pero todo ha cambiado: agua, tierra, aire», relató. «Nos estamos enfermando. Decir 'no' ya no es suficiente, reciclar ya no es suficiente. Nosotros peleamos contra proyectos de extracción, contra ideas coloniales. Nos han secuestrado y estamos siendo asesinados. Es el momento de reconectar con la Madre Tierra y escucharla». Al finalizar el acto, un joven nativo norteamericano entonó una plegaria.

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Valenzuela, por su parte, clamó contra los gobiernos: «¿Cómo se van a tomar acciones más ambiciosas contra el cambio climático si los gobernantes temen y disparan contra quienes se manifiestan?», preguntó. «¿Cómo se tomarán medidas reales si la industria pretende que no produce emisiones. Pero ni siquiera el mercado está a salvo del impacto climático». Al igual que Thunberg, estos jóvenes, como tantos otros que han intervenido en este espacio días atrás, tienen una posición crítica, e incluso escéptica, con las actitudes de los gobiernos, lejanas a la intención de sus discursos. Viajan, la mayoría sin levantar revuelo ni expectativas, al mismo territorio donde se toman las grandes decisiones para increpar, con furia y acritud, a quienes negocian. Como en este foro.

El silencio de Greta Thunberg ha servido de plataforma a esos otros que, como ella, no callan. Su sola presencia hace que en las fotos ya no salgan los que mandan.

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