Un fin de semana para olvidar en Quintanilla-Vivar

La verbena del sábado acabó con la Iglesia profanada, casas con pintadas y las vallas del río rotas

En la tarde del domingo, un incendio cercano al pueblo dejó ocho hectáreas calcinadas

Un fin de semana para olvidar en Quintanilla-Vivar La Iglesia de Santa Eulalia fue profanada. BC

Este pasado fin de semana han sido las fiestas de la localidad de Quintanilla-Vivar, un pueblo a sólo diez kilómetros del norte de Burgos. A sus fiestas siempre acuden muchos foráneos, dada la cercanía y la fama de las mismas. Sin embargo, desde que se programan autobuses para desplazar a los jóvenes, este tipo de localidades sufren una “tortura”, relata el alcalde de Quintanilla-Vivar, Jorge Rodríguez. Se habla de hasta diez autobuses desplazados hasta la localidad la noche del sábado. Unas 500 personas sólo en autobuses, unas 1.000 si tenemos en cuenta a vecinos y coches particulares que acudieron a la fiesta.

Una de las fachadas que aparecieron con firmas. BC

Una de las fachadas que aparecieron con firmas. BC

Pintadas, vallas rotas y la profanación de la Iglesia de Santa Eulalia son las muestras de que muchos no se saben divertir. Un grupo de jóvenes, aún no identificado, entró por la noche en la Iglesia, robó las llaves del sagrario, tiró las Santas Formas y el Cáliz, además de volcar la máquina de las velas que funcionan con monedas y llevarse el dinero. Esa fue la peor de las “fechorías” que vivió el pueblo en una noche para olvidar.

No sólo la Iglesia sufrió daños, las vallas que delimitan la ribera del río fueron derribadas, algunas fachadas fueron pintadas con firmas y una puerta de una vivienda acabó rota, tras aguantar el peso de un grupo que estuvo “apoyado” en ella. Estos son los daños materiales conocidos que ha registrado el pueblo tras la verbena del sábado noche.

“Los municipios no estamos preparados para acoger a 1.000 personas en una noche”, explica el alcalde, resignado porque dice no poder hacer nada con estos trayectos programados. “Son chicos jóvenes que vienen a beber y a muchos de ellos les sienta mal”, justifica los destrozos con los que ha despertado Quintanilla-Vivar tras la noche del sábado. La masificación de las fiestas de los pueblos, por los viajes en autobús programados está empezando a ser un serio problema para localidades pequeñas de la provincia. Según el alcalde, “supone un problema de seguridad y de higiene”. No hay baños portátiles y el pueblo sólo cuenta con una cantina que no puede servir de baño para los asistentes, por lo que cualquier sitio es bueno para orinar. Por otro lado, las peleas entre diferentes grupos siempre se dan y estas localidades no tienen seguridad privada, ni pública que pueda hacer frente a un conflicto más multitudinario.

Las vallas aparecieron así. BC

Las vallas aparecieron así. BC

Por otro lado, las labores de limpieza suponen un problema. El propio alcalde reconoce que, junto con otros vecinos, se levanta temprano para comenzar a recoger todos los restos del botellón. Hay que trabajar unas cuantas horas para recoger la basura que deja un millar de personas. La paellada popular que tradicionalmente realizan el domingo tiene que hacerse cuando el pueblo ha quedado recogido, por lo que cada año, los vecinos altruistas deberán ser más de seguir esta prácticas de desplazamientos nocturnos.

Para acabar la jornada, un incendio

Las llamas quemaron más de 8 hectáreas. BC

Las llamas quemaron más de 8 hectáreas. BC

Minutos antes de las 18.00 horas, un incendio afectó a una zona de cultivo que comenzó a arder por las altas temperaturas. Se desplegó un importante dispositivo para apagar un fuego que no estaba demasiado lejos de las viviendas. Los vecinos apoyaron a Bomberos con un tractor que generó un cortafuegos; otros, a pie, colaboraron con bate fuegos. La dotación de Bomberos movilizó a un helicóptero y una Autobomba que tardaron algo más de dos horas en extinguir las llamas. El balance que dejó el incendio fue de 8,5 hectáreas quemadas, media hectárea de rastrojo y ocho de cultivo.