El Colegio de Médicos recomienda vacunar a los menores como medida de protección
El órgano colegiado recuerda que los efectos secundarios son “menores y excepcionales” y se garantiza la protección del niño
Si bien no hay vacunas obligatorias sí que existe un calendario de recomendadas y la relación beneficio-riesgo es favorable
Frente a las actuales corrientes contrarias a la vacunación infantil, el Colegio Oficial de Médicos de Burgos asegura que no vacunar es un “error” puesto que los efectos secundarios de las vacunas son “menores y excepcionales” y la relación beneficio-riesgo es favorable. La vacunación es “esencial” para proteger a los menores frente a enfermedades como la viruela, la polio, el sarampión o la difteria, cumpliendo además una función de utilidad pública para la salud individual y colectiva.
En el caso de los niños más pequeños, las vacunas indicadas en el calendario actual para los primeros meses de vida presentan una relación beneficio-riesgo favorable. El pediatra del Hospital Universitario de Burgos José Manuel Merino recuerda que si bien no existen vacunas obligatorias sí que las hay que están recomendadas. “Hay un calendario sistemático en el que se incluyen aquellas vacunas financiadas por la administración, fuera del cual quedan las otras vacunas que nosotros también recomendamos a los progenitores”.
El Colegio considera que los médicos que desaconsejan las vacunas actúan de manera “inadecuada” y “peligrosa”
De esas segundas vacunas, las que no financia la administración, Merino explica “todas las vacunas que hay en el mercado son recomendables”, aunque “siempre parecen más importantes las que protegen frente a enfermedades más graves”. Por ese motivo, el Colegio de Médicos de Burgos, sumándose a la Asamblea General de la Organización Médica Colegial, asegura que los médicos que desaconsejan vacunaciones recomendadas “actúan de manera inadecuada y, en ocasiones, peligrosa”.
Los profesionales sanitarios tienen la obligación y la responsabilidad de recomendar la vacunación, aunque Merino precisa que no todas las vacunas tienen igual fuerza, pues no es comparable el riesgo que supone tener una enfermedad u otra ni el porcentaje de protección que confiere. Y pone como ejemplo la vacunación contra la difteria, de incuestionable efectividad en una enfermedad que puede llegar a ser mortal, así que el deber deontológico del médico es promover la vacunación universal ante aquellas enfermedades cuya vacuna se ha demostrado eficaz.
