Una de piratas a orillas del Arlanzón

Miles de personas disfrutan de la Cabalgata de los Sampedros, en la que ha brillado con luz propia la carroza de la peña La Real y Antigua, vencedora del concurso

En esta ocasión se han sumado al desfile varios Cartagineses y Romanos

Una de piratas a orillas del Arlanzón

No todos los piratas están en el caribe. Alguno, como Jack Sparrow, a veces se da una vuelta por el Arlanzón, aún a riesgo de que le tilden de marinero de agua dulce. Y eso es precisamente lo que ha hecho hoy, invitado por la peña La Real y Antigua, una de las grandes protagonistas de la Cabalgata de los Sampedros tras alzarse con la victoria en el concurso de carrozas. Su apuesta, basada en la popular saga cinematográfica Piratas del Caribe, convenció al jurado a base de detalles y buen hacer.

La Cabalgata se ha prolongado durante más de tres horas bajo la amenaza de lluvia

Pero el histriónico pirata y su Perla Negra no han sido los únicos protagonistas de un desfile que se ha alargado durante más de tres horas y que, por momentos, ha visto cómo peligraba su desarrollo por una amenaza de lluvia que se ha acabado quedando en un mero conato. También Los Chamarileros, con su particular representación del Taj Mahal, acompañado de una coreografía más propia de Bollywood que de las tierras del Cid -que también se ha dado un paseo por la ciudad a lomos de Babieca- han encandilado al público y al jurado, siendo merecedores del segundo premio. El tercero ha sido para la Peña Colón, por su ‘Alicia en el País de las Maravillas y Pinocho’, mientras que Los Gamones y Los Sanjuanes se han llevado sendas menciones oficiales.

En fin, un despliegue de originalidad e imaginación digno de las más grandes citas. Y en este caso, además, con invitados de excepción. Y es que, fruto del hermanamiento -literal- entre la peña Los Verbenas y la organización de la fiesta de Cartagineses y Romanos de Cartagena, medio centenar de vecinos del sur penínsular se han venido a Burgos para pasar el fin de semana. Y claro, ya que estaban por aquí, qué mejor propuesta que la de salir a desfilar, con sus espadas, sus sacerdotisas aladas y su deidad. Una deidad que, por cierto, miccionaba vino. Y debía estar bueno, porque las autoridades y la corte de las fiestas han dado buena cuenta de él.

Tampoco han faltado a la cita esas abuelas con más marcha que muchos jóvenes -“qué poca correa tiene esta juventud”-, los transformistas, alguna que otra monja, el pelele, la música y los bailes. En este último caso, además, con diversidad de disciplinas. Ha llegado un momento en el que lo mismo puedes ver una buena jota a cargo del grupo de danzas María Ángeñes Sáiz que un Paquito Chocolatero interpretado con metódica precisión por una charanga o una bachata de Burgosalson. Multiculturalismo, que se dice.

Todo ello contextualizado en un ambiente de cachondeo absoluto. Poco se habla del aguante de los peñistas, que no solo recorren la ciudad de punta a punta cada año, sino que lo hacen gritando, cantando, bailando, moviendo con fuerza sus pañuelos, arrojando caramelos y, de vez en cuando, rociando con spray y confeti al respetable. Y agasajando a sus reinas, claro. Todo sea por agradar. 

Fotografías realizadas por Gabi de la Iglesia