Las excavaciones en ‘La Mota’ muestran dos fases de ocupación y voluntad de permanencia

El proyecto arqueológico continúa aportando información sobre el asentamiento medieval que dio nombre a Castrillo Mota de Judíos

Se ha identificado una primera fase de ocupación, con silos y espacios de procesado de materias primas, y una segunda fase con construcciones domésticas

En septiembre se realizará un estudio de prospección geofísica para conocer las estructuras del yacimiento y planificar próximas investigaciones

Castrillo Mota de Judíos acoge mañana una charla divulgativa, a las 13:00, con posterior visita a las excavaciones

Las excavaciones en ‘La Mota’ muestran dos fases de ocupación y voluntad de permanencia La calle empedrada marca la relevancia de la zona. BC

El proyecto arqueológico en el yacimiento de ‘La Mota’ continúa arrojando luz sobre el antiguo asentamiento medieval judío que da nombre a Castrillo Mota de Judíos. Se han identificado dos fases de ocupación y se confirma un programa de urbanización perfectamente planificado y estructurado, de construcciones resistentes, pues la comunidad judía desplazada desde Castrojeriz en el 1035 tenía intención de permanecer en su nuevo asentamiento del cerro de La Mota, que estuvo ocupado hasta el siglo XIV.

Entre junio y julio se ha llevado a cabo la tercera fase de las excavaciones, dirigidas por los arqueólogos María Negredo y Ángel Palomino. Se han centrado en el sector seis, 150 metros cuadrados que presentan mayores evidencias domésticas (construcciones, una calle empedrada, calles adyacentes, espacios de almacenamiento y cerámica), como se constató en los sondeos realizados en 2014. El objetivo de la nueva campaña era delimitar el gran edificio localizado junto a la calle empedrada, con varios compartimentos y un silo de almacenamiento.

Las estructuras de almacenamiento y procesado de uva desaparecieron en la segunda fase

Los trabajos han permitido confirmar dos fases de ocupación del asentamiento, consecutivas, ha explicado Palomino. En un primero momento, la comunidad judía construyó estructuras subterráneas, circulares en su mayoría y con gran capacidad, que se supone corresponderían a silos de almacenamiento de grano. También se han identificado estructuras de pared de adobe, acabadas en mortero de cal para sellarlas e impermeabilizarlas, que podrían ser piletas para el procesado de la uva, y cuyos sedimentos se investigan en el Instituto de Historia del CSIC.

Lo que está claro es que los judíos convirtieron, en esa primera fase, el tramo medio de la ladera de La Mota en un espacio con fines de almacenamiento y procesado de materias primas. Esas construcciones desaparecieron en la segunda fase de ocupación, cuando se consolidó el proceso de urbanización y se levantaron construcciones domésticas. En este caso se trata de edificios de mayor tamaño, asentados sobre muros de 95 y 130 centímetros de ancho, con zócalo y enfoscados.

También se han detectado restos de madera que corresponderían a las vigas que soportarían los pisos superiores, pues estas construcciones tendrían dos alturas. Eso sí, las estructuras localizadas junto a la calle empedrada que rodea La Mota son de menor tamaño y más profundas, así que se presupone que eran sótanos, ha apuntado Palomino. De este modo, se constata que el asentamiento de La Mota se desarrolló bajo un programa de urbanización perfectamente diseñado y con voluntad de permanencia.

Proyecto estructurado

El yacimiento tiene 7 hectáreas pero se ha excavado en 150 metros cuadrados. BC

Los judíos llegaron a La Mota tras ser expulsados de Castrojeriz en el 1035, a raíz de un enfrentamiento con el rey Fernando I. Sin embargo, en lugar de impulsar un asentamiento provisional, crearon una población perfectamente estructurada. Construyeron plataformas, en forma de terraza, para salvar los desniveles del cerro, y los edificios jugaron con los mismos para disfrutar de diferentes alturas. Se levantó una calle empedrada rodeando el asentamiento y, a partir de ella, se distribuyeron el resto de las vías.

Las excavaciones han permitido, un año más, recuperar interesante material arqueológico, sobre todo de uso doméstico. Se han encontrado productos de cerámica que corresponderían a los siglos XII y XIII, para uso culinario, de almacenamiento y servicio de cocina, aunque también se han hallado elementos vinculados a la tradición religiosa de la comunidad, como candiles tipo hanukiyá. Todo ello ayudará no solo a conocer un poco mejor la vida en el asentamiento, sino también las relaciones comerciales en la Cuenta del Duero.

El proyecto arqueológico, que ha contado con un presupuesto de 60.000 euros para esta tercera, financiados por Junta (30.000), Diputación (20.000) y Ayuntamiento (10.000), continuará en próximas campañas. Eso sí, para definir el programa de las futuras investigaciones se realizará, en septiembre, una prospección geofísica multidisciplinar. Se trata de una técnica de investigación no destructiva que permitirá valorar el subsuelo y obtener información sobre las construcciones existentes.

La prospección se realizará con georadar, fotografía aérea infrarroja y termográfica y  perfilómetro multifrecuencia, para definir con precisión las áreas que pueden albergar estructuras arquitectónicas tanto en extensión como en profundidad, ha explicado Ángel Palomino. El arqueólogo ha recordado que mañana, 16 de agosto, se realizará una charla divulgativa a las 13:00, seguida de vista a las excavaciones, con motivo del Día de San Roque, festividad en Castrillo Mota de Judíos.