La política forestal apuesta por incentivar el uso del monte para evitar los incendios

La directora general de Desarrollo Rural y Política Forestal recuerda que un bosque gestionado es un bosque que no se quema

Se trabaja para incentivar un uso sostenible y rentable del monte, explotando recursos naturales como la madera o las resinas

Esperanza Orellana asegura que no solo hay intereses económicos detrás de los incendios intencionados

La política forestal apuesta por incentivar el uso del monte para evitar los incendios Orellana ha participado en una conferencia de UBU Verde. PCR

“Un monte que se usa es un monte que no se quema”. Por ese motivo, el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente orienta su política forestal a incentivar usos sostenibles y rentables del bosque, como media para intentar minimizar al menos el impacto de un incendio forestal, que es difícilmente evitable si es intencionado. “El monte se gestiona y se usa, pero no se limpia como si fuera un parque”, ha asegurado la directora general de Desarrollo Rural y Política Forestal, Esperanza Orellana.

La responsable gubernamental, que ha participado en una charla organizada por la Oficina Verde de la Universidad de Burgos, ha recordado que, lo principal para poner freno a incendios como los que han asolado Galicia, es “que no haya incendiarios”. El 95 por ciento de los incendios forestales se deben a la acción del hombre, si bien solo la mitad son intencionados, pues el resto derivan de imprudencias. Y “eso no se puede evitar”, más allá de la concienciación social, destinada a los que queman y a los que encubren con su silencio, y un endurecimiento de la legislación para que se lo piensen dos veces antes de prender el monte.

Orellana insiste en que invierten en apagar incendios pero mucho más en prevención y gestión forestal

Lo que sí se puede hacer es minimizar el impacto de los incendios, y para eso está la política forestal, que busca que los montes estén en uso. Se trata de incentivar actividades económicamente rentables vinculadas a la explotación de recursos naturales como la madera, la resina, el corcho o las setas. Orellana ha insistido en que “la política forestal necesita de gestión forestal, pues los bosques gestionados son los bosques que generalmente no arden”. Esa política forestal se completa con limpieza, repoblación o reconstrucción de ecosistemas tras los fuegos.

La directora general ha defendido la gestión ministerial de los incendios, asegurando que se cuenta con un “magnífico dispositivo” de extinción. En apagar los fuegos se invierte dinero, pero mucho más en prevención y gestión forestal. Al mismo tiempo, Orellana ha recordado que cada incendio tiene una intencionalidad detrás, y que no todo son intereses económicos o de recalificación, pues en este último caso la recalificación de suelo quemado no está permitido. Hay también intereses más veniales, como las venganzas.

Regadíos

La política forestal es una de las claves de la estrategia agricultura, clima y medio ambiente en la que trabaja el Ministerio, en clave de sostenibilidad, desarrollo rural y lucha contra el cambio climático. Esperanza Orellana ha insistido en que el cambio climático es “innegable”, lo que toca es adaptarse a la nueva realidad, y en agricultura, ser capaces de producir más con menos recursos. Por ejemplo, con menos agua. El cambio climático no significa que llueva menos, sino que llueve peor, de ahí la importancia de infraestructuras hidráulicas como presas o embalses.

El cambio climático es “innegable” y la agricultura tiene que adaptarse a producir con menos recursos

Con ellas se regula el agua, se almacena cuando hay excedente y se suministra cuando hay déficit. Además, en agricultura se apuesta por una modernización de los regadíos, para sustituir el riego por gravedad por el riego de precisión. España ha invertido 2.000 millones de euros en modernizar 538.000 hectáreas en quince años, y quedan pendientes otras 500.000. Mientras, en Castilla y León se han modernizado 100.000, con una inversión de 500 millones, y se han instalado 21.000 hectáreas de nuevos regadíos.

Orellana cree que la agricultura no debe ser parte del problema del cambio climático sino parte de la solución, pues el reto es producir más con menos recursos y menor presión sobre el clima. Debe ser una agricultura sostenible, como marcan los modelos europeos, pero que también cubra las demandas crecientes de alimentación. Las políticas de desarrollo rural se completan con líneas de innovación, para que el asentamiento de población, sobre todo de jóvenes y mujeres, no esté vinculado solo a la actividad del campo, haciendo el medio rural más atractivo.