Cecina, tradición y leyenda para celebrar en San Pedro de la Fuente-Fuentecillas
El tradicional reparto de cecina ha congregado a centenares de burgaleses que no han querido perderse la oportunidad de probar este sabroso alimento
El barrio de San Pedro de la Fuente-Fuentecillas ha vuelto a vestirse de fiesta este 22 de febrero para celebrar, un año más, la Cátedra de San Pedro de Antioquía con el esperado reparto de cecina. Y es que, aunque el origen de esta tradición sigue siendo un misterio, se ha convertido en una cita ineludible para los vecinos. Las mujeres del barrio son las guardianas de esta costumbre, compartiendo con quienes se acercan tanto la leyenda que la envuelve como el secreto de su inconfundible sabor.
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La historia, transmitida de generación en generación, cuenta que todo comenzó con un molinero y su burro. Se dice que, en un frío invierno, el animal se negó a cruzar el río tras un arduo viaje y fue abandonado por su dueño. Dos días después, al regresar, el molinero encontró al burro sin vida, congelado por la nieve. Fue entonces cuando decidió probar su carne y descubrió que estaba no solo en buen estado, sino también sorprendentemente sabrosa. Desde entonces, la cecina forma parte del legado gastronómico de los burgaleses y parte de la historia de Burgos.
Más allá de la leyenda, el otro secreto que mantiene viva esta tradición es la receta, que estas mujeres elaboran con esmero año tras año. La preparación comenzó el miércoles, con el lavado de verduras, el troceado de los 80 kilos de cecina y su adobo. «El miércoles comenzamos con la preparación. Preparamos las ollas con verduras, tocino, chorizo, gallina, garbanzos, espinacas, acelgas y, por supuesto, la cecina. El jueves se pone a cocer durante horas y el viernes se prepara para el reparto del sábado», explican. Ocho veteranas en estas lides que celebran que este año parece que comienzan a animarse las jóvenes para que se pueda producir «el relevo generacional».
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Así ha sido, en imágenes, el tracional reparto de cecina
El momento cumbre de esta tradición llega con el reparto de este plato tradicional, cuando cientos de vecinos se congregan para disfrutar de la cecina y un vino, en el caso de los adultos, al tiempo que conversan sobre lo «rica» que les ha quedado este año a Ascensión, Milagros, Angelines, Flori, Aurelia, Sonia, María, Clara y Rosa.
¿El secreto? «Que la gallina sea buena», confiesan entre risas, al tiempo que añaden que «cocerlo a fuego lento y mucho amor». Este amor que ha provocado que este reparto sea una fiesta declarada Bien de Interés Turístico Regional.
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A pesar del ambiente festivo, la jornada también sirve para reivindicar mejoras. Como cada año, las organizadoras insisten en la necesidad de que el Ayuntamiento colabore en la logística. «El párroco Gabriel nos ha dejado su casa y su patio para prepararlo. Solo pedimos un local que tenga agua donde podamos preparar la cecina con las máximas medidas de higiene, no necesitamos que tenga calefacción ni otras cosas, solo queremos prepararlo en unas condiciones higiénicas buenas», reclaman. Una petición que se repite año tras año, pero para la que no llega una respuesta por parte del Consistorio.
Entre risas, tradición y algunas demandas pendientes, los vecinos celebran la oportunidad de reencontrarse con sus raíces y honrar a la Cátedra de San Pedro de Antioquía, celebrando una costumbre que vive en el corazón del barrio.
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