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Un cernícalo se come un topillo sobre una cruz de la localidad terracampina de Capillas. Manuel Brágimo
La cruzada contra el topillo, así en la tierra como en el cielo

La cruzada contra el topillo, así en la tierra como en el cielo

La instalación de 435 cajas nido para cernícalo, lechuza y mochuelo reduce las poblaciones de estos roedores en las zonas de riesgo

Marco Alonso

Valladolid

Lunes, 11 de febrero 2019

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Las imágenes de la plaga de topillos de 2007 aún permanecen en la retina de los agricultores de Palencia, que asistieron impotentes a una catástrofe que echó al traste toda la campaña en un año para el olvido que nadie ha podido olvidar en el medio rural. Han pasado ya más de 11 años de aquel desastre para el campo y son varias las entidades que trabajan al unísono para que no se vuelva a repetir. Agricultores, administraciones y ecologistas están aportando su granito de arena con este fin, y el objetivo de estos tres interlocutores es el mismo: encontrar la fórmula que permita predecir un incremento exponencial de las poblaciones de topillos en un área determinada y actuar sobre ella antes de que el problema se convierta en plaga.

La consejería de Agricultura y Ganadería presentó una propuesta que pretende establecer un programa de actuaciones para minimizar los riesgos derivados de la presencia de topillos, con medidas que compatibilizan las necesidades productivas agrarias con las del entorno ambiental. Entre otras muchas determinaciones, destaca la participación de agricultores como colaboradores que, como conocedores del entorno, se convertirán en los ojos de la administración y alertarán de la presencia de topillo en los cultivos.

Dos miembros de la ONG Grefa colocan una de las 435 cajas nido que se han instalado en la provincia para controlar la población de topillos.
Dos miembros de la ONG Grefa colocan una de las 435 cajas nido que se han instalado en la provincia para controlar la población de topillos. Grefa/Control biológico

La cruzada contra el topillo campesino cuenta con un amplio número de actores. Si los agricultores conformarán el 'escuadrón de infantería' que determinará sobre el terreno los campos en los que será necesario combatir a este roedor, las rapaces jugarán un papel fundamental para controlar las poblaciones desde el aire gracias, entre otras medidas, a la instalación de las 435 cajas nido especiales para lechuzas, cernícalos y mochuelos que se han levantado en los seis municipios de Tierra de Campos en los que la presencia de estos pequeños mamíferos se ha convertido en un contratiempo para los agricultores. No obstante, el epicentro de una plaga puede variar de una a otra temporada por diversos factores y es por esa razón que la ONG Grefa ha instalado un dispositivo GPS a cuatro lechuzas de Tierra de Campos que determinarán los cebaderos de estas aves nocturnas, que se mueven de un lugar a otro en busca de presas.

Una lechuza captura entre dos y diez topillos al día, dependiendo de la época del año, y esta labor de depredación garantiza que la población de estos mamíferos no se dispare y se mantenga en densidades cercanas a los 10 individuos por hectárea. Pero no solo la lechuza se encarga de que la balanza esté nivelada, y especies como el cernícalo vulgar son muy eficaces en este equilibrio, ya que una pareja de estas rapaces consume hasta 700 topillos durante la época de cría. No obstante, estos roedores tienden a experimentar explosiones demográficas cíclicas que hacen aumentar su número hasta llegar a los 1.300 ejemplares por hectárea.

Una lechuza se asoma por la ventana de una caja nido instalada en Villarramiel.
Una lechuza se asoma por la ventana de una caja nido instalada en Villarramiel. Manuel Brágimo

Ni un ejército de cernícalos, mochuelos y lechuzas sería capaz de acabar con una plaga de esas dimensiones, y es por esa razón que estudios como el que está llevando a cabo Grefa –con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica a través de un acuerdo con Tragsatec– pueden resultar determinantes para conocer los lugares en los que las densidades de roedores son altas, ya que este tipo de circunstancias no son fáciles de ver sobre el terreno, pero hacen que las aves no necesiten moverse para conseguir alimento.

Determinar los lugares que pueden sufrir un ascenso rápido de las poblaciones antes de que produzca una explosión demográfica que se convierta en plaga es el objetivo de este proyecto, que coordina Carlos Cuéllar desde Tierra de Campos. «Cuando ha habido plagas de topillo, la mayor concentración de lechuzas que hemos registrado en las cajas nido repartidas por toda Castilla y León se ha producido en 2016 en Osorno, donde ha llegado a haber hasta 25 parejas reproductoras, pero en 2017 solo encontramos dos individuos que ni siquiera estaban reproduciéndose. Por eso son tan importantes los datos que nos están aportando los GPS, que nos permiten saber si después de una plaga se produce una migración masiva o grandes episodios de mortalidad», explica Cuéllar, que afirma que el uso de estos dispositivos servirá directamente para saber cuándo y dónde se puede producir una plaga. «Pretendemos contar con dispositivos menos longevos, pero que den más información y usarlos como método de predicción, como una herramienta más de gestión fitosanitaria. Un animal equipado con GPS que se alimenta de topillo campesino te va a decir dónde está su comida y se puede desplazar ahí un equipo técnico que haga una valoración de la abundancia de presas y que adopte medidas de prevención antes de que llegue la plaga», explicó Cuéllar.

El cernícalo primilla sigue en peligro

Uno de los grandes depredadores del topillo es el cernícalo primilla, una especie que logró salir del peligro de extinción gracias a los programas de cría en cautividad. No obstante, su población sigue amenazada como consecuencia de que, al ser pequeños halcones, son a la vez depredadores y presas y de que, además, sus lugares de anidación son muy inestables y las polladas suelen sufrir numerosas bajas.

Estas pequeñas aves suelen anidar en edificios abandonados y esa ubicación es responsable directa de las complicaciones que encuentran para aumentar su número. «A veces son presa de los gatos domésticos y otras, los nidos se echan a perder porque están construidos en zonas de riesgo», explica la voluntaria de Grefa Miriam Báscones, que espera que la administración apoye a la ONG para realizar un proyecto que determine las fórmulas para ayudar a mantener esta especie.

Según indican desde Grefa, anticiparse al problema es la mejor manera de evitar prácticas lesivas contra el medio ambiente a las que se tuvo que recurrir en el pasado como solución de urgencia. «El uso de estas especies para controlar la población permite que los rodenticidas anticoagulantes y la quema de rastrojos no se contemple como una solución. Eso es muy importante porque si volvemos a tirar veneno y a quemar lindes, cunetas y riberas cada dos años, no hay una capacidad de regeneración del hábitat. Lo que se consigue con estas prácticas es que los topillos no desaparezcan, pero que las poblaciones de los depredadores se vena muy afectadas porque su regeneración es mucho más lenta», explica Carlos Cuéllar, que recuerda que una vez que el veneno entra en el ecosistema, asciende en la escala trófica hasta afectar al último eslabón de la cadena: el de los depredadores. «Después de cada campaña de aplicación de rodentic idas se producen unos eventos de mortalidad muy grandes de mochuelos, lechuzas y milanos reales –estos últimos están en peligro de extinción–. Esta constatado que las poblaciones de estas especies bajan cuando hay una plaga y eso solo se explica porque cuando se produce una explosión demográfica, hay mucha comida, pero está envenenada», incide el coordinador del proyecto de control biológico de topillos del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Atóctona y su Hábitat (Grefa).

Una lechuza, con el GPS atado al cuerpo.
Una lechuza, con el GPS atado al cuerpo. Grefa/Control biológico

Los estudios y los proyectos emprendidos por los ecologistas tienen el equilibrio entre especies como mantra, pero los agricultores no creen que la solución a una plaga pueda llegar con medidas como las planteadas por Grefa, tal y como asegura Donaciano Dujo, presidente de ASAJA Castilla y León. «Nadie está más interesado en mantener el ecosistema que los agricultores y los ganaderos, pero la experiencia nos dice que el único sistema para acabar con una plaga es la combinación de la limpieza y el rodenticida con las prácticas agrícolas. Tratar una plaga en una casa o una ciudad no es muy distinto a hacerlo en el campo. Cuando surgen estos problemas en la ciudad, lo que haces es limpiar y echar producto donde están los animales», sentenció Dujo que espera que este año no se den las condiciones que favorezcan una plaga. «Como haya una explosión demográfica de topillos, con las medidas que hoy tiene la administración, se van a provocar daños y perjuicios como en 2007», auguró en un discurso opuesto al de los ecologistas.

El uso de dispositivos GPS adheridos a cuatro lechuzas de la provincia determinará los lugares que corren más riesgo de sufrir una plaga

Mientras ecologistas, agricultores y ganaderos tratan de encontrar una solución que permita minimizar los riesgos de las prácticas antiplagas, la Junta cuenta ya con 52 colaboradores voluntarios que están emitiendo avisos de alerta por la presencia de topillos que permiten una detección temprana y una valoración técnica sobre el terreno que va a determinar el nivel de riesgo de las distintas zonas.

Los niveles se van a dividir en tres. El primero de ellos contempla medidas voluntarias para el agricultor, como el fomento del control biológico mediante el uso de cajas nido, la descompactación de la tierra en parcelas de siembra directa o la limpieza de la cubierta vegetal en cunetas y linderos sin uso. Cuando el nivel llegue a su estado más alto, de riesgo naranja o rojo, será necesaria la aplicación de una serie de actuaciones fitosanitarias de obligado cumplimiento que contemplan el uso de productos rodenticidas autorizados y registrados cuando sea necesario combatir la colonización de topillos en el interior de las parcelas de cultivo, «siempre y cuando esos cultivos ya estén implantados», según explicó la consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos.

El paquete de medidas de la Junta

1

Vigilancia. Se ha creado un sistema de transferencia de información entre los agentes implicados, en el que ya hay 52 informadores inscritos en toda la comunidad. También se incentivará la investigación en nuevas alternativas aplicables a la gestión integrada del topillo campesino y se potenciará la realización de buenas prácticas fitosanitarias para favorecer la biodiversidad y mejorar el equilibrio entre depredador y presa en los lugares en los que la balanza se encuentra más desnivelada.

2

Formación. La consejería de Agricultura y Ganadería desarrollará un plan de formación y sensibilización con jornadas, conferencias, cursos, talleres, seminarios, foros y encuentros. Además, pondrá en marcha una plataforma web con contenidos e información relacionada y se realizarán actividades alternativas aplicables a la gestión integrada del topillo, para lo que se promoverá desde el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) la investigación orientada al mejor conocimiento de la problemática de este roedor.

3

Medidas voluntarias. El tercer capítulo está dedicado a las buenas prácticas voluntarias, como medidas preventivas para la minimización de los riesgos en los cultivos. En este punto destacan actuaciones como el control biológico a través del uso de cajas nido y del manejo de recintos y parcelas agrícolas mediante remoción del terreno. Además, en la zona de Campos con cultivo de alfalfa de dos años o más deberán realizarse labores superficiales (grada o rastra) para destruir las galerías. Mientras, en parcelas de cultivo de siembra directa, se tendrá que remozar el terreno al menos cada siete años y en reservorios sin cultivo se fomentará la actividad ganadera.

4

Medidas obligatorias. Cuando un plaga alcanza el nivel naranja o rojo se incluyen, además de las buenas prácticas, la emisión de recomendaciones básicas de manejo agrario a los titulares de parcelas afectadas. En ese estado, será necesaria la utilización de sistemas de trampeo, así como de productos rodenticidas autorizados y registrados para los casos en que, pese a la utilización previa del abanico de medidas fitosanitarias, fuera necesario combatir las colonización de topillos en el interior de las parcelas de cultivo, siempre y cuando dichos cultivos estén ya implantados.

5

Coordinación. El quinto capítulo está dedicado a las medidas de coordinación administrativa, en el que se incluye la constitución de un equipo de coordinación formado por técnicos de la consejería de Agricultura y Ganadería, a través de las direcciones generales de Producción Agropecuaria e Infraestructuras Agrarias, Política Agraria Comunitaria y del Instituto Tecnológico Agrario, que podrán contar, también, con la asistencia de personal de los servicios territoriales de Agricultura y Ganadería de las provincias afectadas. Además, se creará un grupo de trabajo de composición científico-técnica que se encargará del estudio, desarrollo, supervisión y seguimiento de las medidas adoptadas.

6

Sanciones. Finalmente, el capítulo sexto recoge el régimen sancionador, para el que se aplicará la Ley 43/2002 de 20 noviembre, de sanidad vegetal. Así, en el caso de incumplimiento de lo dispuesto en la orden, se podrán llevar a cabo desde apercibimientos hasta multas que pueden ir desde los 300 euros a los tres millones de euros.

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