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Fuera del Radar · T7 · Episodio 7

El prisionero de la mariposa

Miguel Ángel cayó en una relación tóxica que, tras mucho sufrimiento, acabó llevándole a la cárcel. Encontró una vía imaginativa para escapar, aunque sea mentalmente, de allí

Transcripción

FUERA DEL RADAR - EL PRISIONERO DE LA MARIPOSA

JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Una cerilla como un bolígrafo / La sangre en el suelo como tinta / La gasa olvidada como papel / Pero, ¿qué debo escribir? / Podría administrar mi dirección / Esta tinta es extraña; se coagula / te escribo desde una cárcel

JAES: ¿Qué tal? Bienvenidos y bienvenidas a nuestras historias.

JAES: Estos eran versos de Alexandros Panagoulis. Podrían haber sido de Miguel de Cervantes, de César Vallejo, o de Oscar Wilde, o de Miguel Hernández, claro. De tantos otros. Son versos escritos desde la cárcel. Y por eso y por que además hablan de la escritura y de sus razones, del papel y de la tinta y de un bolígrafo resonaban para empezar con esta historia que habla de encierro y de poemas, de libertad y de deseo. Y de una prisión profunda.

JAES: Porque la mente, la mente humana, puede ser refugio y puede ser cárcel. En esta historia funciona de las dos maneras. A veces, todo en la vida exterior está perfectamente bien, pero hay algo dentro de la cabeza que se enquista, se enrarece, lo vuelve todo oscuro. Por mucho que sepas que estás exagerando.

MIGUEL ÁNGEL: Yo sabía que ahí no debía de estar. O sea, en mi interior… la teoría se sabe, pero ahora luego llevarlo a la práctica, es lo jodido, eh…

JAES: Bueno, a veces no todo es invención. En este caso, alguien puso en el punto de mira a nuestro protagonista y decidió hundirle la vida.

MÁ: Y ver esa pedazo de traición. Yo me sentí muy dolido con esa jugada que hizo al final…

JAES: Es Miguel Ángel, Miguel Ángel Santiago. Él estaba prisionero, prisionero de un amor muy nocivo. Demasiado. Pero también, por si fuera poco, prisionero de verdad.

MÁ: Y ver a su hijo cómo lo esposan y lo meten en el coche de la Guardia Civil. Yo tengo esa imagen como muy… cinematográfica.

JAES: Miguel Ángel sabe que lo que vivió no es normal. Él mismo recuerda varios momentos como «cinematográficos», y no es para menos.

MÁ: El primer primer contacto con la cárcel fue ese, el sentirme ya… Sin ninguna voluntad. Ya hacían conmigo lo que quisieran ellos.

JAES: Nadie está preparado para perder su libertad de la noche a la mañana.

MÁ: Y yo no me veía en la cárcel. ¿Qué iba a ser de mí ahí?

JAES: El descenso fue vertiginoso …

MÁ: Yo buscaba huecos, recovecos para poder estar solo y llorar tranquilo.

JAES: Había mucho por lo que llorar…

MÁ: En ese momento yo quise, quise matarme, quise quitarme la vida.

JAES: Pero habíamos comenzado diciendo que la mente puede ser cárcel y puede ser refugio.

MÁ: En el momento en que ellos me dieron un boli y una libreta a mí me dieron la vida.

JAES: Miguel Ángel consiguió entrar en ese selecto club con el que ha comenzado este episodio. Cervantes, Panagoulis.

MÁ: Volví a escribir, era una necesidad.

JAES: Y así, y allí, en la cárcel…

MÁ: Y allí empieza mi aventura.

JAES: Soy José Ángel Esteban, y esto es Fuera del Radar.

FUERA DEL RADAR. HISTORIAS MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA.

EN ESTE EPISODIO: EL PRISIONERO DE LA MARIPOSA

JAES: Miguel Ángel Santiago nació en Almería, tiene 33 años y para empezar hay que saber que le gusta la tecnología.

MÁ: Mira, a mí siempre me ha gustado mucho trastear los aparatos de audio, los aparatos de imagen, vídeo… y yo empecé a estudiar producción audiovisual.

JAES: Tras unas pequeñas prácticas en una emisora de radio también pequeña, descubrió una pasión que consiguió cambiarle la mentalidad.

MÁ: Y yo nunca me imaginé hacer una carrera universitaria porque yo eso lo veía como inalcanzable, lo veía como muy, muy de listos, ¿no? Yo era como que me infravaloraba en ese momento, y dije oye, ¿por qué no?

JAES: Miguel Ángel acertó.

MÁ: Y de ahí no he parado de trabajar hasta que me sucedió pues lo que me sucedió, que por eso estoy aquí también en parte en la entrevista.

JAES: La entrevista. Es José Enrique Cabrero quien está con él en esa entrevista. ¿Qué tal, José Enrique?

JOSÉ ENRIQUE CABRERO: Estoy estupendo, José Ángel, ¿qué tal vosotros?

JAES: Pues listos para esta historia que la estamos grabando en Granada, donde trabajas. ¿Qué vinculación exactamente tiene Miguel Ángel con Granada?

JEC: Pues una vinculación muy directa, el padre de Miguel Ángel era natural de un pueblo de aquí, de Granada.

JAES: Muy bien, pues adelante, todo tuyo.

JEC: Dicen que el aleteo de una mariposa al otro lado del mundo puede cambiar para siempre la vida de alguien. En el caso de Miguel Ángel no estaba al otro lado del mundo, pero desde luego, le cambió la vida.

MÁ: Todo empieza con una historia de amor. Yo me enamoré perdidamente de… de un chico.

JEC: A veces, sentir que eres necesario para otro es una sensación inigualable.

MÁ: Yo fui como un poco el salvador. Me decía él «Oye que… al final yo no sé cómo lo hago, pero echo a las personas de mi lado» y yo fui como el salvador. No, no, yo, yo de tu lado, yo nunca me voy a mover, yo ya siempre voy a estar contigo.

JEC: Aquel chico nunca encajó con sus amigos, pero Miguel Ángel no lo entendía.

MÁ: Todo mi entorno veía que esa persona era turbia, que esa persona tenía malas intenciones, que esa persona no era de fiar. Pero yo eso no lo veía.

JEC: Miguel Ángel siempre había sido el consejero de sus amigos, el que se daba cuenta de lo que otros necesitaban, el que estaba siempre atento a los problemas de los demás. No se dio cuenta de lo que pasaba en su propia relación.

MÁ: Con este niño no supe darme cuenta. Hasta que yo ya no estaba tan dentro de esa espiral de toxicidad yo no me di cuenta. De hecho, no me di cuenta hasta que yo ya estaba en el suelo.

JEC: A ese «niño», Miguel Ángel le llamaba cariñosamente mariposa.

MÁ: Era un amor... Mucha gente dice que era obsesivo. Yo no quiero usar esa palabra, no quiero, no me gusta usar la palabra que fue obsesión, no. Porque sí lo llegué a querer, lo llegué a querer como a nadie he querido. Una intensidad increíble.

JEC: Mariposa sacó poco a poco lo peor de Miguel Ángel. No le dejaba ver a otras personas. No podía estar con sus amigos. Puso a su familia en contra. Y le hizo sentir celos por primera vez.

MÁ: Estaba todo el rato con ese refuerzo intermitente que ahora me quiere, ahora no me quiere, mañana me quiere un montón, vente a mi casa, pero ahora no quiero estar contigo. Vete. Y me echaba de su casa….

JEC: Pero todo aquello no le frenaba. Estaba ciego.

MÁ: Yo me recuerdo… ir a su casa y decir pero ¿por qué voy? ¿Por qué voy? No merece la pena. Pero ya estaba aparcando en la puerta de su casa para decir «Hola. Te quiero». Pero yo sabía que ahí no debía de estar.

JEC: Miguel Ángel había conocido a Mariposa el 12 de octubre de 2022, y pronto empezaron la relación. Unas semanas más tarde, Mariposa vio una historia de Instagram en la que Miguel Ángel simplemente aparecía con un amigo.

MÁ: Pues yo no sé lo que pensaría este muchacho, y salió él también de fiesta y pues al primero que vio... Pues estuvo con él. ¿Vale? Tuvo relaciones. Y digo «Tío, ¿por qué haces esto?» Y era «Porque solo saber que estabas fuera de fiesta... Me llevaban los demonios». «¿Pero tú estás bien de la cabeza, tío?»

JEC: Supo interpretarlo, tomó una decisión.

MÁ: Y yo en ese momento, yo fui cuerdo. Fui lúcido y lo dejé.

JEC: Pero duró poco. En la Nochevieja de 2022 se reencontraron. Retomaron la relación durante tres meses, hasta que llegó la primera gran discusión.

MÁ: Yo perdí los papeles. Es verdad que yo ahí discutí muchísimo y en el momento me arrepentí y dije «Hostia, perdona, que te estoy hablando muy mal. Lo siento, perdón, perdón, perdón».

JEC: La tensión era tan alta que tuvo que salir por algún lado.

MÁ: Exploté. El cúmulo de los celos, el cúmulo de la toxicidad e incluso no quería que yo estuviera con mis amigos, con mi mejor amigo tampoco quería que yo estuviera... Eran muchísimas cosas y ahí exploté. Y es de lo que me arrepiento.

JEC: Lo que nunca habría esperado Miguel Ángel es que, a la mañana siguiente, la policía estuviera llamando a la puerta de su casa. Todo el contacto que había tenido con la autoridad en su vida había sido un control de alcoholemia, pero ese día tuvo que acompañarles.

MÁ: Entonces voy a la comisaría de Roquetas de la Guardia Civil.

JEC: Mariposa le había denunciado.

MÁ: Voy con mi madre y me dicen «De aquí no vas a salir, estás detenido». Pero ¿cómo que estoy detenido? Dice «Hay una, hay una denuncia contra ti por. Por acoso…».

JEC: Le dijeron aquello de que se busque un abogado y si no, tendrá uno de oficio. Miguel Ángel se sentía en una película.

MÁ: Y al final me esposaron, me sentaron en el coche y esa imagen es muy cinematográfica porque, eh, eso de girar mi cabeza hacia atrás con la ventanilla de atrás del coche y ver a mi madre abrazando a mi padre llorando, viendo cómo el coche de la Guardia Civil se alejaba con su hijo dentro.

JEC: En el calabozo, no podía dejar de llorar. Todo se acumulaba ahí dentro. Le dio un ataque de ansiedad.

MÁ: La policía me llevó esa noche a urgencias. Me llevó a urgencias. Y tú fíjate cómo estaría yo. Bueno, en urgencias, paseándome con las manos, con grilletes en las manos.

JEC: De la noche a la mañana Miguel Ángel es un delincuente.

MÁ: Fíjate cómo estaría yo, que cuando ya me sueltan las esposas para meterme dentro del calabozo le dije yo al Guardia Civil «¿Me puede dar un abrazo?»

JEC: Al día siguiente, visita al juzgado, y lectura de la sentencia.

MÁ: Una orden de alejamiento durante un año contra, o sea, con esta persona.

JEC: Un año sin poder acercarse. Miguel Ángel no tiene intención de hacerlo. Pero la tortura psicológica de Mariposa acaba de empezar.

MÁ: Yo salgo de trabajar de la emisora de radio a las dos de la tarde y él pasaba con el coche por la puerta, se me quedaba mirando y se iba. Así todos los días.

JEC: Si Miguel Ángel conocía a alguien y quedaba para tomar algo, Mariposa le hacía llegar mensajes a sus citas.

MÁ: Diciéndole «Oye, no te juntes con él, no te juntes con su familia ni con sus amigos. Te advierto que tiene la mano muy larga», les decía.

JEC: Mariposa también le escribía por Grindr, la aplicación para ligar más importante de la comunidad gay. Un acoso por tierra, mar y aire.

MÁ: Y solo con un «hola» o un 'like' yo ya me estaría saltando la orden de alejamiento. Entonces estaba como todo el rato incentivando a que yo me saltara esa orden. Entonces recogí toda esta prueba y fui a la Guardia Civil a denunciar. La Guardia Civil me dice «Mira, esto va a quedar en papel mojado porque la orden de alejamiento la tienes tú».

JEC: Así llegamos al día del Orgullo Gay. Miguel Ángel trabajaba en televisión local de El Ejido y cubría la manifestación desde el Teatro Cervantes de Almería. Allí le propuso a un compañero salir a tomar el aire unos minutos.

MÁ: «Venga, vamos pa fuera». Entonces me giro. ¡Boom! Me encuentro al pelirrojo, me lo encuentro y me dice me hace como la señal de tiempo y me dice «Mira, no vamos a llamar a la policía, ni tú ni yo».

JEC: Mariposa había conseguido encontrarle. Prometía buenas intenciones

MÁ: Y yo, iluso de mí, le digo «Bueno, pues podemos hablar un poquito». Entonces nos salimos a la puerta. Yo estaba delante, él detrás. Cuando yo me giro lo primero que hace es cogerme de la cabeza y besarme. Y yo digo «Tío, ¿qué haces? No entiendo nada». Yo empiezo a llorar. Digo que no te entiendo. Y mira a lo que hemos llegado.

JEC: Miguel Ángel le recriminó que estaban así porque Mariposa había querido…

MÁ: Si yo. Yo te quiero, coño!

JEC: ...pero poco a poco… volvió a caer en la red

MÁ: Aún saltándome la orden me decía «Ven». Yo fui. Estaba muy enamorado, todavía, estaba muy ciego. Yo fui, fui a su casa, hablamos y bueno, tuvimos sexo.

JEC: Mariposa siguió jugando con fuego. A veces sí, a veces no, cambios de humor que Miguel Ángel no lograba entender.

MÁ: Lo pasé realmente mal. Muy, muy mal, o sea, yo la dignidad la perdí por completo, me dejé humillar… Increíble. No tuve amor propio en esos momentos, no lo tuve. Yo me recuerdo en el suelo suplicándole «Tío, para! ¿Por qué estás así? Perdóname, que yo no he hecho nada, tío. Que yo no sé lo que te pasa». «No, no. ¡Vete! ¡Vete de aquí! ¡Largo!» Y me echaba.

JEC: La situación fue tensándose rápidamente. Duró solo un día más.

MÁ: O sea, él conseguía lo que quería y… y me echaba después. Así en varias ocasiones. Hasta que al final llega el día 2 de enero de 2024. Año Nuevo y tal. Volvemos a quedar, volvemos a hablar. Volvemos a discutir... y ahí me echa spray pimienta en los ojos.

JEC: Miguel Ángel recuerda que Mariposa llevaba el espray escondido, lo tenía preparado. «¿Quién lleva un spray de pimienta encima?», se preguntó entonces. En ese momento tenía las gafas puestas y eso le protegió un poco los ojos.

MÁ: Entonces forcejeamos y yo tenía una pulsera de acero gorda y al forcejeo pues le hice un arañacillo pequeño y le salió una gotita de sangre por la ceja.

JEC: Un grave error. Decidió marcharse enseguida.

MÁ: Yo al ver eso dije ya está, ya la he liado, y me fui de ahí. Digo me voy, me voy, me voy porque ya la he liado. Cuando salgo por el pasillo me quito las gafas y… fue un error… me doy con la mano en los ojos. Y ahí fue cuando me escoció y yo ya no veía.

JEC: Todo sucedió a un ritmo vertiginoso. Mariposa denunció inmediatamente. Miguel Ángel no pudo hacer nada.

MÁ: Me detienen por haberme saltado la orden de alejamiento. Vamos a un juicio y me condenan a seis meses de prisión. Yo en ese momento que me comunican que son seis meses, yo vi mi vida terminar. Yo en ese momento… yo me quise quitar del medio. En ese momento yo quise, quise matarme, quise quitarme la vida.

JEC: Buscó y buscó un pensamiento para salvarse, para no rendirse. Hasta que dio con él.

MÁ: Pensé en mi familia. Mi madre. Mi padre, mi hermano. Mi hermana. Pensé en ellos. En que ellos al final seguían ahí. Y luego, amigos también, que yo siempre lo digo, que tengo muchísima suerte por los amigos que tengo. Porque se mantuvieron firmes y nunca me abandonaron.

JEC: En cuestión de horas, Miguel Ángel estaba camino de la cárcel.

MÁ: Fue ipso facto. Después del juzgado, subirme al furgón y llevarme a la cárcel de Almería, en El Acebuche.

JEC: El mismo 2 de enero le llevaron a prisión.

MÁ: El primer contacto que tuve con la cárcel fue un portón que se abría. Y allí había dos policías, una pareja de Policía Nacional que sacaban a uno y entraba yo. Entonces me decían «No, es que las gallinas que entran por las que salen». Entonces ahí vi cómo éramos ganado al final.

JEC: Ese día cambió su vida para siempre.

MÁ: Esa frialdad, ese primer contacto… éramos números, yo ya ahí fue mi primer contacto con esa nueva realidad que tenía. Me trataban como un delincuente, era un delincuente, ¿no? Ya estaba juzgado por las autoridades.

JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Miguel Ángel se queda quieto, con los pies congelados y la mirada perdida y encerrada en aquellas paredes. Le han condenado a seis meses y su vida ya no parece la suya. Él se siente una persona normal, se repite a sí mismo que no es un delincuente, pero el hecho es que está ahí: es un preso.

MÁ: Entro y lo primero que ves es como cuando tú vas a urgencias y te derivan primero a triaje y en triaje, pues depende de lo que tienes pues vas para una consulta u otra, ¿no? Aquí igual: ese triaje se llama ingresos.

JAES: Pasa la primera noche en el módulo de ingresos. Le dan un mono viejo para vestirse y le piden que se duche.

MÁ: Y esa pérdida de dignidad en el trato… De meterte en una ducha que parecía tercermundista. Ahí empecé a llorar.

JAES: Los funcionarios, sin embargo, reaccionan y le ayudan desde el principio.

MÁ: Y me decían que bueno, que oye, tú no te preocupes. O sea, tú fíjate cómo estaría yo que me consolaban. Tú no te preocupes, que esto no es como en las películas americanas, no tienen nada que ver, todo lo que has visto de la cárcel o escuchado de la cárcel. Olvídate, porque esto no es así.

JAES: Tras la primera noche, Miguel Ángel recibe su chabolo, que es como llaman a las celdas en El Acebuche. Lo que encuentra dentro es toda una sorpresa...

MÁ: Estaba como sucia, fea, oscura, la recuerdo, la recuerdo muy oscura, y me toca con un… con un chico que yo haya coincidido con él en el colegio. Yo no lo veía desde el colegio. Y «¡Ostras! ¿Eres tú?» «Sí, soy yo».

JAES: Su viejo compañero de clase le cuenta que está allí por asuntos de drogas. Esos primeros días será quien le ayude. Tumbado y sin poder dormir, Miguel Ángel comienza a meditar sobre sus siguientes seis meses.

MÁ: Quiero aprovechar el tiempo. No sé… ¿Leer? ¿Hay biblioteca? Era mi pregunta. Esa era mi pregunta. ¿Hay biblioteca?

JAES: Enseguida volvemos

PAUSA

JAES: Miguel Ángel ya ha pasado unos días en prisión. Después de aquel triaje, después de conocer su celda para los siguientes meses… un cambio.

MÁ: Entonces al final me derivaron, según las características que vieron en mí, me derivaron a un módulo educativo que dentro de lo malo era lo mejor de la cárcel. Era como la suite, por así decirlo.

JAES: En ese sitio es donde Miguel Ángel descubrirá qué historia tiene que contar.

MÁ: Era un módulo de respeto. Ahí tenías que tener disciplina, tenías que respetar, y tener un mínimo de higiene, decían.

JAES: Y la sigue contando, José Enrique Cabrero.

JOSÉ ENRIQUE CABRERO: Las normas del módulo de respeto son muy básicas: ducha diaria, levantarse temprano, tener la celda limpia y no pelearse con nadie.

MÁ: Era como una especie de instituto, rígido… pero para adultos. Sí, sí, sí. Porque la mentalidad allí era como cuando yo estaba en el instituto con 14, 15 años, todo igual. Solo que en hombres de 30 y 40 y 50 años.

JEC: Cuando conoce a la profesora del módulo, Miguel Ángel le cuenta que es periodista.

MÁ: Dice «ah, pues nos vas a ayudar a nosotros a dar clase, porque en la asignatura de Lengua hay unos temas pues de comunicación, de los medios de comunicación y tal, pues no ayudas a darlos». Y al final las di yo esas clases.

JEC: Papel y tinta. Miguel Ángel descubre en aquellas hojas en blanco un horizonte infinito, un motor potente...

MÁ: En el momento en que ellos me dieron un boli y la libreta a mí me dieron la vida. Yo empecé a escribir, todo lo que veía, todo lo que sentía lo empecé a plasmar.

JEC: Encuentra una bandera para navegar en libertad. No la suelta.

MÁ: Lo que hacía era desahogarme a través de la escritura y entre letras me fui evadiendo. Entre libros, entre escribir… me fui yendo de ese mundo que me estaba rodeando.

JEC: Ahí surge la idea, la inspiración. Él es periodista, esa es su profesión: contar las vidas de los demás.

MÁ: Jordi Évole quería hacerlo en su programa de Salvados. Quería hacer, como hizo Jesús Quintero en los años 90, con 'Cuerda de presos', entrevistar, pero el Ministerio del Interior le dijo que no a Jordi Évole. Oye, Jordi Évole, pues yo estoy aquí, lo voy a hacer.

JEC: Miguel Ángel empieza a entrevistar a los presos, pero no se queda ahí: también al equipo técnico, psicólogos, educadores y trabajadores sociales. Pronto, todo el Acebuche sabe que un chaval quiere escuchar sus historias.

MÁ: Pues mira, al final la voz se corrió en el patio. A mí me llamaban el periodista. Me decían «Oye, tú estás haciendo entrevistas, ¿no? Entrevístame. Yo quiero contar mi historia». Y yo cogía mi libreta, mi papel y apuntaba todo lo que me contaban, todo lo que me decían.

JEC: Están deseando contar sus historias. Miguel Ángel busca un hueco en el comedor, en la cocina, en la biblioteca, en el taller de arte o en el mismo patio. Coge su libreta y apunta todo lo que le cuentan.

MÁ: Lo dejo claro en el libro. Yo no estoy diciendo que ellos me cuenten la verdad. Es su verdad. Si lo han condenado a tantos años, por algo será. Pero él me contaba su verdad, su perspectiva.

JEC: Miguel Ángel ahonda en los sentimientos de los presos, más que en su historia pasada. Descubre que todos, como él, sintieron pánico el primer día, el del ingreso. Otras historias le recuerdan a la suya.

MÁ: El saber que mi sentimiento no era solo el único… pues de traición, de estar mal, de echar de menos absoluto a tu familia, de todos esos sentimientos que allí es como un Gran Hermano, que todo se magnifica. Es increíble.

JEC: Está la historia de Luis, que en un vis a vis dejó embarazada a su mujer.

MÁ: Y cuento que bueno que venía súper ilusionado contando en clase. «Oye, que voy a ser papá, ¡que voy a ser papá!». Entonces ya el motor de su vida, el motor para salir de ahí, de ese agujero, era su hijo que aún ni conocía.

JEC: No es el único padre que llegó a la libreta de Miguel Ángel...

MÁ: A un chico le detienen en el mismo paritorio. Estaba su mujer dando a luz, él con los EPIs puestos. Y lo detienen ahí mismo y se lo llevan. Y a ese, a ese, a ese hijo, a ese pequeño lo ha visto crecer a través de un cristal.

JEC: Aquellas entrevistas que removieron el Acebuche, con los textos y las reflexiones que el propio Miguel Ángel escribía a cada rato, terminaron dando peso a aquella libreta. Dándole forma a algo valioso.

MÁ: Y dije, ostras, esto yo creo que es material bueno, creo que lo puedo publicar.

JEC: A los tres meses de ingresar en prisión, en Semana Santa, Miguel Ángel recibe el tercer grado. Se entera de casualidad, viendo unos papeles.

MÁ: Era un Excel y en una columna, te pone: «Estado: segundo grado» o «tercer grado». Y en mi caso ponía tercer grado y era como mmm, hay un error de Excel.

JEC: El caso es que carga toda su ropa y sus libros en un par de bolsas de basura y se dirige a aquella misma puerta que tanto miedo le dio unos meses atrás.

MÁ: Y digo que no, no me lo creo todavía, que no me lo creo. Estando incluso ya casi para cruzar la puerta de la salida. Yo estaba en un momento de shock, digo, ¿Ya está? ¿Seguro?

JEC: Debe cumplir el resto de la condena con una pulsera en el tobillo: arresto domiciliario.

MÁ: Una de las leyendas urbanas que dicen allí era «No mires atrás, nunca mires atrás. Porque si miras atrás, vuelves». Y yo no quería mirar atrás.

JEC: No mira atrás. La luz entra por la rendija.

MÁ: Era una puerta corredera automática. Se abre y allí está toda mi familia… mi padre, mi hermano, mis tíos, mis primos, mi perro, mi perro Redondo, que se llama así. Fue un momento que yo los vi y se me saltan las lágrimas. Es decir, estoy fuera.

JEC: Miguel es libre, otra vez.

MÁ: Ellos corrieron, me abrazaron. Ese momento está grabado. Fue un momento muy emotivo.

JEC: Y esa libertad le hace verlo todo diferente. Pasarlo por el prisma, también, del libro que estaba escribiendo.

MÁ: Esa sensación de ver montañas, porque tú sales del acebuche y ves montañas, está al lado del mar. Ves el mar, pasa por la autovía para ir para Roquetas. Cuando sales de la autovía y llegas al pueblo, en una rotonda, ves a gente haciendo su vida.

JEC: En ese momento tan emocionante él estaba haciendo lo que le había salvado dentro del Acebuche: pensar, escribir. Registrar todo lo que veía, oía y sentía.

MÁ: Gente en bicicleta, gente andando. Gente charlando con su perro, paseando. Ves una vida normal. Y ver todo eso… Dije, wow, esta gente no es consciente ni de lejos de la libertad que están gozando.

JEC: Todas las historias que ha anotado en la cárcel, incluso la suya propia, conformarán un texto, un libro que unos meses después verá la luz. Un relato donde vuelve a vivir su propia historia…

MIGUEL ANGEL [leyendo]: Perdí la cordura por el roce de una mariposa tóxica. No me di cuenta, pero estaba infectando el alma. Un veneno incurable mal llamado amor. Con el tiempo comprendí que fui preso de una obsesión enfermiza. Me volvía loco con sus idas y venidas. Hoy te quiero. Mañana no. Hoy te necesito. Mañana no. Hoy quiero que vengas a mi casa. Mañana no.

JEC: Su historia, la del periodista de Almería que se enamoró de quien no debía, se había mezclado para siempre con el Acebuche.

MÁ: Y en el libro cuento todo, todo lo que me pasó antes, durante y después. Porque el libro abarca 12 meses. Cuento mi año de 2024, que para mí fue el peor de mi vida. Pero bueno [Risas].

JEC: La editorial Círculo Rojo manda a imprenta el resultado de todo el trabajo, 'Abatido por una mariposa'. Una novela que mezcla la crónica, el diario, la poesía y la entrevista. Aunque todavía alguien intenta impedirlo.

MÁ: Hubo intenciones de vetarlo. Recibieron llamadas en la editorial para que «Oye, que no se publique este libro porque habla de mi cliente».

JEC: De alguna manera, Mariposa se ha enterado de que Miguel Ángel ha escrito la novela. Si publican, va a denunciar.

MÁ: Pero la editorial valoró y no se pudo vetar, porque no hay nada que contradiga ni que identifique a la otra persona.

JEC: Este influjo vuelve a hacer tambalear a Miguel Ángel. Mariposa sigue jugando con su cerebro.

MÁ: Yo antes tenía una paranoia increíble… cuando salí, ver un coche rojo pequeño, ¡pum! Me fijaba en la matrícula. Ya no tengo esa paranoia persecutoria, pero sí es verdad que en esos primeros meses, a lo largo de un año, he estado muy rayado. He estado muy… pensando en ver qué va a hacer, ver qué no va a hacer.

JEC: A veces, de vez en cuando, sonaba el teléfono....

MÁ: Salgo de la cárcel y en esa misma semana recibo llamadas de número oculto, número privado. Denuncio. Y me dice: «¿Has escuchado su voz?» Y digo «Pues no, he escuchado sólo pajaritos». Dice «Entonces no puedes poner ninguna denuncia». Digo «Madre mía, si es que se las sabe todas».

JEC: Al final, otra persona, un amor muy distinto, es el que le ayuda a salir del agujero.

MÁ: Empiezo a salir con esa persona y ese niño me salvó porque llegó a mi vida en un momento en el que todo estaba destruido y había muchísima oscuridad. Y él, pues supo, supo darle luz a mi vida. Y yo siempre voy a decir que fue mi salvador.

JEC: Un amor al que, ahora sí, estará siempre agradecido.

MÁ: Uno sacó lo peor, este sacó lo mejor de mí. Fue increíble.

JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: ¿Puede alguien que ha estado en la cárcel esconder ese capítulo de su vida?

MÁ: Ven el libro, ven reels, ven vídeos, se informan un poco de qué va el libro. «¿Has estado en la cárcel?» Entonces, justo anoche pensé en eso. ¿Has estado en la cárcel? Digo wow, esa pregunta me va a perseguir toda la vida entonces, ¿no?

JAES: Miguel Ángel decidió pronto que no se escondería, que no escondería su historia, que afrontaría la pregunta. Por eso publicó 'Abatido por una mariposa'.

MÁ: Al fin y al cabo es mi historia. Al fin y al cabo he sido yo el que ha hecho público todo esto y así lo he querido hacer, porque esto en sí fue una terapia y me ha funcionado. O sea, estoy bien, gracias al libro también.

JAES: Escribir, eso hizo Miguel Ángel para encontrar su libertad. Y eso sigue haciendo. Tiene una nueva novela a la vista.

MÁ: Está pendiente con una editorial de Granada. Se llama Aliar Ediciones. Publicar el segundo libro, que es ficción. Ese sí que es ficción…

JAES: Y así dejamos a Miguel Ángel, escribiendo y escribiendo, mirando hacia adelante.

MÁ: Y no mirar atrás nunca, porque si no, eso significa volver.

JAES: Escribir era, después de todo, su gran historia de amor.

MÁ [leyendo]: Escribir como nunca o como siempre de mi puño letra con boli bic y en una libreta sin anillas. Más allá de esta necesidad incesante de escribir…

JAES: Pues hasta aquí. Muchas gracias, José Enrique, por esta historia.

JOSÉ ENRIQUE: Gracias a vosotros y sobre todo a los que nos escucháis. Es un placer hacer este trabajo.

JAES: Esta ha sido otra de las historias de Fuera del Radar, el podcast de periodismo narrativo que va más allá de la noticia. Muchas gracias a Miguel Ángel por contarnos su historia, y a José Enrique Cabrero por narrarla y escribirla desde Granada. Soy José Ángel Esteban, gracias por escuchar.

Jueves, 6 de noviembre 2025, 00:33

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El 2024 de Miguel Ángel fue muy rocambolesco. En esta historia hay amor, traición, invención, y privación de libertad a causa de todo ello. De alguna manera, una 'Gran Evasión' de la cárcel, pero distinta. ¿Cómo afrontar que tu vida cambie por completo de la noche a la mañana? ¿Qué se siente al pasar la primera noche en la cárcel? Con todo ello Miguel Ángel logró encontrarse, y ahora ya es otra persona.

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Créditos

  • Una historia de José E. Cabrero

  • Producción técnica Íñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Ilustraciones Felip Ariza

  • Agradecimientos Javier Martín y Javier Morales

  • Edición y coordinación Carlos G. Fernández

  • Dirección y producción ejecutiva José Ángel Esteban

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El prisionero de la mariposa

FUERA DEL RADAR - EL PRISIONERO DE LA MARIPOSA
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Una cerilla como un bolígrafo / La sangre en el suelo como tinta / La gasa olvidada como papel / Pero, ¿qué debo escribir? / Podría administrar mi dirección / Esta tinta es extraña; se coagula / te escribo desde una cárcel
JAES: ¿Qué tal? Bienvenidos y bienvenidas a nuestras historias.
JAES: Estos eran versos de Alexandros Panagoulis. Podrían haber sido de Miguel de Cervantes, de César Vallejo, o de Oscar Wilde, o de Miguel Hernández, claro. De tantos otros. Son versos escritos desde la cárcel. Y por eso y por que además hablan de la escritura y de sus razones, del papel y de la tinta y de un bolígrafo resonaban para empezar con esta historia que habla de encierro y de poemas, de libertad y de deseo. Y de una prisión profunda.
JAES: Porque la mente, la mente humana, puede ser refugio y puede ser cárcel. En esta historia funciona de las dos maneras. A veces, todo en la vida exterior está perfectamente bien, pero hay algo dentro de la cabeza que se enquista, se enrarece, lo vuelve todo oscuro. Por mucho que sepas que estás exagerando.
MIGUEL ÁNGEL: Yo sabía que ahí no debía de estar. O sea, en mi interior… la teoría se sabe, pero ahora luego llevarlo a la práctica, es lo jodido, eh…
JAES: Bueno, a veces no todo es invención. En este caso, alguien puso en el punto de mira a nuestro protagonista y decidió hundirle la vida.
MÁ: Y ver esa pedazo de traición. Yo me sentí muy dolido con esa jugada que hizo al final…
JAES: Es Miguel Ángel, Miguel Ángel Santiago. Él estaba prisionero, prisionero de un amor muy nocivo. Demasiado. Pero también, por si fuera poco, prisionero de verdad.
MÁ: Y ver a su hijo cómo lo esposan y lo meten en el coche de la Guardia Civil. Yo tengo esa imagen como muy… cinematográfica.
JAES: Miguel Ángel sabe que lo que vivió no es normal. Él mismo recuerda varios momentos como «cinematográficos», y no es para menos.
MÁ: El primer primer contacto con la cárcel fue ese, el sentirme ya… Sin ninguna voluntad. Ya hacían conmigo lo que quisieran ellos.
JAES: Nadie está preparado para perder su libertad de la noche a la mañana.
MÁ: Y yo no me veía en la cárcel. ¿Qué iba a ser de mí ahí?
JAES: El descenso fue vertiginoso …
MÁ: Yo buscaba huecos, recovecos para poder estar solo y llorar tranquilo.
JAES: Había mucho por lo que llorar…
MÁ: En ese momento yo quise, quise matarme, quise quitarme la vida.
JAES: Pero habíamos comenzado diciendo que la mente puede ser cárcel y puede ser refugio.
MÁ: En el momento en que ellos me dieron un boli y una libreta a mí me dieron la vida.
JAES: Miguel Ángel consiguió entrar en ese selecto club con el que ha comenzado este episodio. Cervantes, Panagoulis.
MÁ: Volví a escribir, era una necesidad.
JAES: Y así, y allí, en la cárcel…
MÁ: Y allí empieza mi aventura.
JAES: Soy José Ángel Esteban, y esto es Fuera del Radar.
FUERA DEL RADAR. HISTORIAS MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA.
EN ESTE EPISODIO: EL PRISIONERO DE LA MARIPOSA
JAES: Miguel Ángel Santiago nació en Almería, tiene 33 años y para empezar hay que saber que le gusta la tecnología.
MÁ: Mira, a mí siempre me ha gustado mucho trastear los aparatos de audio, los aparatos de imagen, vídeo… y yo empecé a estudiar producción audiovisual.
JAES: Tras unas pequeñas prácticas en una emisora de radio también pequeña, descubrió una pasión que consiguió cambiarle la mentalidad.
MÁ: Y yo nunca me imaginé hacer una carrera universitaria porque yo eso lo veía como inalcanzable, lo veía como muy, muy de listos, ¿no? Yo era como que me infravaloraba en ese momento, y dije oye, ¿por qué no?
JAES: Miguel Ángel acertó.
MÁ: Y de ahí no he parado de trabajar hasta que me sucedió pues lo que me sucedió, que por eso estoy aquí también en parte en la entrevista.
JAES: La entrevista. Es José Enrique Cabrero quien está con él en esa entrevista. ¿Qué tal, José Enrique?
JOSÉ ENRIQUE CABRERO: Estoy estupendo, José Ángel, ¿qué tal vosotros?
JAES: Pues listos para esta historia que la estamos grabando en Granada, donde trabajas. ¿Qué vinculación exactamente tiene Miguel Ángel con Granada?
JEC: Pues una vinculación muy directa, el padre de Miguel Ángel era natural de un pueblo de aquí, de Granada.
JAES: Muy bien, pues adelante, todo tuyo.
JEC: Dicen que el aleteo de una mariposa al otro lado del mundo puede cambiar para siempre la vida de alguien. En el caso de Miguel Ángel no estaba al otro lado del mundo, pero desde luego, le cambió la vida.
MÁ: Todo empieza con una historia de amor. Yo me enamoré perdidamente de… de un chico.
JEC: A veces, sentir que eres necesario para otro es una sensación inigualable.
MÁ: Yo fui como un poco el salvador. Me decía él «Oye que… al final yo no sé cómo lo hago, pero echo a las personas de mi lado» y yo fui como el salvador. No, no, yo, yo de tu lado, yo nunca me voy a mover, yo ya siempre voy a estar contigo.
JEC: Aquel chico nunca encajó con sus amigos, pero Miguel Ángel no lo entendía.
MÁ: Todo mi entorno veía que esa persona era turbia, que esa persona tenía malas intenciones, que esa persona no era de fiar. Pero yo eso no lo veía.
JEC: Miguel Ángel siempre había sido el consejero de sus amigos, el que se daba cuenta de lo que otros necesitaban, el que estaba siempre atento a los problemas de los demás. No se dio cuenta de lo que pasaba en su propia relación.
MÁ: Con este niño no supe darme cuenta. Hasta que yo ya no estaba tan dentro de esa espiral de toxicidad yo no me di cuenta. De hecho, no me di cuenta hasta que yo ya estaba en el suelo.
JEC: A ese «niño», Miguel Ángel le llamaba cariñosamente mariposa.
MÁ: Era un amor... Mucha gente dice que era obsesivo. Yo no quiero usar esa palabra, no quiero, no me gusta usar la palabra que fue obsesión, no. Porque sí lo llegué a querer, lo llegué a querer como a nadie he querido. Una intensidad increíble.
JEC: Mariposa sacó poco a poco lo peor de Miguel Ángel. No le dejaba ver a otras personas. No podía estar con sus amigos. Puso a su familia en contra. Y le hizo sentir celos por primera vez.
MÁ: Estaba todo el rato con ese refuerzo intermitente que ahora me quiere, ahora no me quiere, mañana me quiere un montón, vente a mi casa, pero ahora no quiero estar contigo. Vete. Y me echaba de su casa….
JEC: Pero todo aquello no le frenaba. Estaba ciego.
MÁ: Yo me recuerdo… ir a su casa y decir pero ¿por qué voy? ¿Por qué voy? No merece la pena. Pero ya estaba aparcando en la puerta de su casa para decir «Hola. Te quiero». Pero yo sabía que ahí no debía de estar.
JEC: Miguel Ángel había conocido a Mariposa el 12 de octubre de 2022, y pronto empezaron la relación. Unas semanas más tarde, Mariposa vio una historia de Instagram en la que Miguel Ángel simplemente aparecía con un amigo.
MÁ: Pues yo no sé lo que pensaría este muchacho, y salió él también de fiesta y pues al primero que vio... Pues estuvo con él. ¿Vale? Tuvo relaciones. Y digo «Tío, ¿por qué haces esto?» Y era «Porque solo saber que estabas fuera de fiesta... Me llevaban los demonios». «¿Pero tú estás bien de la cabeza, tío?»
JEC: Supo interpretarlo, tomó una decisión.
MÁ: Y yo en ese momento, yo fui cuerdo. Fui lúcido y lo dejé.
JEC: Pero duró poco. En la Nochevieja de 2022 se reencontraron. Retomaron la relación durante tres meses, hasta que llegó la primera gran discusión.
MÁ: Yo perdí los papeles. Es verdad que yo ahí discutí muchísimo y en el momento me arrepentí y dije «Hostia, perdona, que te estoy hablando muy mal. Lo siento, perdón, perdón, perdón».
JEC: La tensión era tan alta que tuvo que salir por algún lado.
MÁ: Exploté. El cúmulo de los celos, el cúmulo de la toxicidad e incluso no quería que yo estuviera con mis amigos, con mi mejor amigo tampoco quería que yo estuviera... Eran muchísimas cosas y ahí exploté. Y es de lo que me arrepiento.
JEC: Lo que nunca habría esperado Miguel Ángel es que, a la mañana siguiente, la policía estuviera llamando a la puerta de su casa. Todo el contacto que había tenido con la autoridad en su vida había sido un control de alcoholemia, pero ese día tuvo que acompañarles.
MÁ: Entonces voy a la comisaría de Roquetas de la Guardia Civil.
JEC: Mariposa le había denunciado.
MÁ: Voy con mi madre y me dicen «De aquí no vas a salir, estás detenido». Pero ¿cómo que estoy detenido? Dice «Hay una, hay una denuncia contra ti por. Por acoso…».
JEC: Le dijeron aquello de que se busque un abogado y si no, tendrá uno de oficio. Miguel Ángel se sentía en una película.
MÁ: Y al final me esposaron, me sentaron en el coche y esa imagen es muy cinematográfica porque, eh, eso de girar mi cabeza hacia atrás con la ventanilla de atrás del coche y ver a mi madre abrazando a mi padre llorando, viendo cómo el coche de la Guardia Civil se alejaba con su hijo dentro.
JEC: En el calabozo, no podía dejar de llorar. Todo se acumulaba ahí dentro. Le dio un ataque de ansiedad.
MÁ: La policía me llevó esa noche a urgencias. Me llevó a urgencias. Y tú fíjate cómo estaría yo. Bueno, en urgencias, paseándome con las manos, con grilletes en las manos.
JEC: De la noche a la mañana Miguel Ángel es un delincuente.
MÁ: Fíjate cómo estaría yo, que cuando ya me sueltan las esposas para meterme dentro del calabozo le dije yo al Guardia Civil «¿Me puede dar un abrazo?»
JEC: Al día siguiente, visita al juzgado, y lectura de la sentencia.
MÁ: Una orden de alejamiento durante un año contra, o sea, con esta persona.
JEC: Un año sin poder acercarse. Miguel Ángel no tiene intención de hacerlo. Pero la tortura psicológica de Mariposa acaba de empezar.
MÁ: Yo salgo de trabajar de la emisora de radio a las dos de la tarde y él pasaba con el coche por la puerta, se me quedaba mirando y se iba. Así todos los días.
JEC: Si Miguel Ángel conocía a alguien y quedaba para tomar algo, Mariposa le hacía llegar mensajes a sus citas.
MÁ: Diciéndole «Oye, no te juntes con él, no te juntes con su familia ni con sus amigos. Te advierto que tiene la mano muy larga», les decía.
JEC: Mariposa también le escribía por Grindr, la aplicación para ligar más importante de la comunidad gay. Un acoso por tierra, mar y aire.
MÁ: Y solo con un «hola» o un 'like' yo ya me estaría saltando la orden de alejamiento. Entonces estaba como todo el rato incentivando a que yo me saltara esa orden. Entonces recogí toda esta prueba y fui a la Guardia Civil a denunciar. La Guardia Civil me dice «Mira, esto va a quedar en papel mojado porque la orden de alejamiento la tienes tú».
JEC: Así llegamos al día del Orgullo Gay. Miguel Ángel trabajaba en televisión local de El Ejido y cubría la manifestación desde el Teatro Cervantes de Almería. Allí le propuso a un compañero salir a tomar el aire unos minutos.
MÁ: «Venga, vamos pa fuera». Entonces me giro. ¡Boom! Me encuentro al pelirrojo, me lo encuentro y me dice me hace como la señal de tiempo y me dice «Mira, no vamos a llamar a la policía, ni tú ni yo».
JEC: Mariposa había conseguido encontrarle. Prometía buenas intenciones
MÁ: Y yo, iluso de mí, le digo «Bueno, pues podemos hablar un poquito». Entonces nos salimos a la puerta. Yo estaba delante, él detrás. Cuando yo me giro lo primero que hace es cogerme de la cabeza y besarme. Y yo digo «Tío, ¿qué haces? No entiendo nada». Yo empiezo a llorar. Digo que no te entiendo. Y mira a lo que hemos llegado.
JEC: Miguel Ángel le recriminó que estaban así porque Mariposa había querido…
MÁ: Si yo. Yo te quiero, coño!
JEC: ...pero poco a poco… volvió a caer en la red
MÁ: Aún saltándome la orden me decía «Ven». Yo fui. Estaba muy enamorado, todavía, estaba muy ciego. Yo fui, fui a su casa, hablamos y bueno, tuvimos sexo.
JEC: Mariposa siguió jugando con fuego. A veces sí, a veces no, cambios de humor que Miguel Ángel no lograba entender.
MÁ: Lo pasé realmente mal. Muy, muy mal, o sea, yo la dignidad la perdí por completo, me dejé humillar… Increíble. No tuve amor propio en esos momentos, no lo tuve. Yo me recuerdo en el suelo suplicándole «Tío, para! ¿Por qué estás así? Perdóname, que yo no he hecho nada, tío. Que yo no sé lo que te pasa». «No, no. ¡Vete! ¡Vete de aquí! ¡Largo!» Y me echaba.
JEC: La situación fue tensándose rápidamente. Duró solo un día más.
MÁ: O sea, él conseguía lo que quería y… y me echaba después. Así en varias ocasiones. Hasta que al final llega el día 2 de enero de 2024. Año Nuevo y tal. Volvemos a quedar, volvemos a hablar. Volvemos a discutir... y ahí me echa spray pimienta en los ojos.
JEC: Miguel Ángel recuerda que Mariposa llevaba el espray escondido, lo tenía preparado. «¿Quién lleva un spray de pimienta encima?», se preguntó entonces. En ese momento tenía las gafas puestas y eso le protegió un poco los ojos.
MÁ: Entonces forcejeamos y yo tenía una pulsera de acero gorda y al forcejeo pues le hice un arañacillo pequeño y le salió una gotita de sangre por la ceja.
JEC: Un grave error. Decidió marcharse enseguida.
MÁ: Yo al ver eso dije ya está, ya la he liado, y me fui de ahí. Digo me voy, me voy, me voy porque ya la he liado. Cuando salgo por el pasillo me quito las gafas y… fue un error… me doy con la mano en los ojos. Y ahí fue cuando me escoció y yo ya no veía.
JEC: Todo sucedió a un ritmo vertiginoso. Mariposa denunció inmediatamente. Miguel Ángel no pudo hacer nada.
MÁ: Me detienen por haberme saltado la orden de alejamiento. Vamos a un juicio y me condenan a seis meses de prisión. Yo en ese momento que me comunican que son seis meses, yo vi mi vida terminar. Yo en ese momento… yo me quise quitar del medio. En ese momento yo quise, quise matarme, quise quitarme la vida.
JEC: Buscó y buscó un pensamiento para salvarse, para no rendirse. Hasta que dio con él.
MÁ: Pensé en mi familia. Mi madre. Mi padre, mi hermano. Mi hermana. Pensé en ellos. En que ellos al final seguían ahí. Y luego, amigos también, que yo siempre lo digo, que tengo muchísima suerte por los amigos que tengo. Porque se mantuvieron firmes y nunca me abandonaron.
JEC: En cuestión de horas, Miguel Ángel estaba camino de la cárcel.
MÁ: Fue ipso facto. Después del juzgado, subirme al furgón y llevarme a la cárcel de Almería, en El Acebuche.
JEC: El mismo 2 de enero le llevaron a prisión.
MÁ: El primer contacto que tuve con la cárcel fue un portón que se abría. Y allí había dos policías, una pareja de Policía Nacional que sacaban a uno y entraba yo. Entonces me decían «No, es que las gallinas que entran por las que salen». Entonces ahí vi cómo éramos ganado al final.
JEC: Ese día cambió su vida para siempre.
MÁ: Esa frialdad, ese primer contacto… éramos números, yo ya ahí fue mi primer contacto con esa nueva realidad que tenía. Me trataban como un delincuente, era un delincuente, ¿no? Ya estaba juzgado por las autoridades.
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Miguel Ángel se queda quieto, con los pies congelados y la mirada perdida y encerrada en aquellas paredes. Le han condenado a seis meses y su vida ya no parece la suya. Él se siente una persona normal, se repite a sí mismo que no es un delincuente, pero el hecho es que está ahí: es un preso.
MÁ: Entro y lo primero que ves es como cuando tú vas a urgencias y te derivan primero a triaje y en triaje, pues depende de lo que tienes pues vas para una consulta u otra, ¿no? Aquí igual: ese triaje se llama ingresos.
JAES: Pasa la primera noche en el módulo de ingresos. Le dan un mono viejo para vestirse y le piden que se duche.
MÁ: Y esa pérdida de dignidad en el trato… De meterte en una ducha que parecía tercermundista. Ahí empecé a llorar.
JAES: Los funcionarios, sin embargo, reaccionan y le ayudan desde el principio.
MÁ: Y me decían que bueno, que oye, tú no te preocupes. O sea, tú fíjate cómo estaría yo que me consolaban. Tú no te preocupes, que esto no es como en las películas americanas, no tienen nada que ver, todo lo que has visto de la cárcel o escuchado de la cárcel. Olvídate, porque esto no es así.
JAES: Tras la primera noche, Miguel Ángel recibe su chabolo, que es como llaman a las celdas en El Acebuche. Lo que encuentra dentro es toda una sorpresa...
MÁ: Estaba como sucia, fea, oscura, la recuerdo, la recuerdo muy oscura, y me toca con un… con un chico que yo haya coincidido con él en el colegio. Yo no lo veía desde el colegio. Y «¡Ostras! ¿Eres tú?» «Sí, soy yo».
JAES: Su viejo compañero de clase le cuenta que está allí por asuntos de drogas. Esos primeros días será quien le ayude. Tumbado y sin poder dormir, Miguel Ángel comienza a meditar sobre sus siguientes seis meses.
MÁ: Quiero aprovechar el tiempo. No sé… ¿Leer? ¿Hay biblioteca? Era mi pregunta. Esa era mi pregunta. ¿Hay biblioteca?
JAES: Enseguida volvemos
PAUSA
JAES: Miguel Ángel ya ha pasado unos días en prisión. Después de aquel triaje, después de conocer su celda para los siguientes meses… un cambio.
MÁ: Entonces al final me derivaron, según las características que vieron en mí, me derivaron a un módulo educativo que dentro de lo malo era lo mejor de la cárcel. Era como la suite, por así decirlo.
JAES: En ese sitio es donde Miguel Ángel descubrirá qué historia tiene que contar.
MÁ: Era un módulo de respeto. Ahí tenías que tener disciplina, tenías que respetar, y tener un mínimo de higiene, decían.
JAES: Y la sigue contando, José Enrique Cabrero.
JOSÉ ENRIQUE CABRERO: Las normas del módulo de respeto son muy básicas: ducha diaria, levantarse temprano, tener la celda limpia y no pelearse con nadie.
MÁ: Era como una especie de instituto, rígido… pero para adultos. Sí, sí, sí. Porque la mentalidad allí era como cuando yo estaba en el instituto con 14, 15 años, todo igual. Solo que en hombres de 30 y 40 y 50 años.
JEC: Cuando conoce a la profesora del módulo, Miguel Ángel le cuenta que es periodista.
MÁ: Dice «ah, pues nos vas a ayudar a nosotros a dar clase, porque en la asignatura de Lengua hay unos temas pues de comunicación, de los medios de comunicación y tal, pues no ayudas a darlos». Y al final las di yo esas clases.
JEC: Papel y tinta. Miguel Ángel descubre en aquellas hojas en blanco un horizonte infinito, un motor potente...
MÁ: En el momento en que ellos me dieron un boli y la libreta a mí me dieron la vida. Yo empecé a escribir, todo lo que veía, todo lo que sentía lo empecé a plasmar.
JEC: Encuentra una bandera para navegar en libertad. No la suelta.
MÁ: Lo que hacía era desahogarme a través de la escritura y entre letras me fui evadiendo. Entre libros, entre escribir… me fui yendo de ese mundo que me estaba rodeando.
JEC: Ahí surge la idea, la inspiración. Él es periodista, esa es su profesión: contar las vidas de los demás.
MÁ: Jordi Évole quería hacerlo en su programa de Salvados. Quería hacer, como hizo Jesús Quintero en los años 90, con 'Cuerda de presos', entrevistar, pero el Ministerio del Interior le dijo que no a Jordi Évole. Oye, Jordi Évole, pues yo estoy aquí, lo voy a hacer.
JEC: Miguel Ángel empieza a entrevistar a los presos, pero no se queda ahí: también al equipo técnico, psicólogos, educadores y trabajadores sociales. Pronto, todo el Acebuche sabe que un chaval quiere escuchar sus historias.
MÁ: Pues mira, al final la voz se corrió en el patio. A mí me llamaban el periodista. Me decían «Oye, tú estás haciendo entrevistas, ¿no? Entrevístame. Yo quiero contar mi historia». Y yo cogía mi libreta, mi papel y apuntaba todo lo que me contaban, todo lo que me decían.
JEC: Están deseando contar sus historias. Miguel Ángel busca un hueco en el comedor, en la cocina, en la biblioteca, en el taller de arte o en el mismo patio. Coge su libreta y apunta todo lo que le cuentan.
MÁ: Lo dejo claro en el libro. Yo no estoy diciendo que ellos me cuenten la verdad. Es su verdad. Si lo han condenado a tantos años, por algo será. Pero él me contaba su verdad, su perspectiva.
JEC: Miguel Ángel ahonda en los sentimientos de los presos, más que en su historia pasada. Descubre que todos, como él, sintieron pánico el primer día, el del ingreso. Otras historias le recuerdan a la suya.
MÁ: El saber que mi sentimiento no era solo el único… pues de traición, de estar mal, de echar de menos absoluto a tu familia, de todos esos sentimientos que allí es como un Gran Hermano, que todo se magnifica. Es increíble.
JEC: Está la historia de Luis, que en un vis a vis dejó embarazada a su mujer.
MÁ: Y cuento que bueno que venía súper ilusionado contando en clase. «Oye, que voy a ser papá, ¡que voy a ser papá!». Entonces ya el motor de su vida, el motor para salir de ahí, de ese agujero, era su hijo que aún ni conocía.
JEC: No es el único padre que llegó a la libreta de Miguel Ángel...
MÁ: A un chico le detienen en el mismo paritorio. Estaba su mujer dando a luz, él con los EPIs puestos. Y lo detienen ahí mismo y se lo llevan. Y a ese, a ese, a ese hijo, a ese pequeño lo ha visto crecer a través de un cristal.
JEC: Aquellas entrevistas que removieron el Acebuche, con los textos y las reflexiones que el propio Miguel Ángel escribía a cada rato, terminaron dando peso a aquella libreta. Dándole forma a algo valioso.
MÁ: Y dije, ostras, esto yo creo que es material bueno, creo que lo puedo publicar.
JEC: A los tres meses de ingresar en prisión, en Semana Santa, Miguel Ángel recibe el tercer grado. Se entera de casualidad, viendo unos papeles.
MÁ: Era un Excel y en una columna, te pone: «Estado: segundo grado» o «tercer grado». Y en mi caso ponía tercer grado y era como mmm, hay un error de Excel.
JEC: El caso es que carga toda su ropa y sus libros en un par de bolsas de basura y se dirige a aquella misma puerta que tanto miedo le dio unos meses atrás.
MÁ: Y digo que no, no me lo creo todavía, que no me lo creo. Estando incluso ya casi para cruzar la puerta de la salida. Yo estaba en un momento de shock, digo, ¿Ya está? ¿Seguro?
JEC: Debe cumplir el resto de la condena con una pulsera en el tobillo: arresto domiciliario.
MÁ: Una de las leyendas urbanas que dicen allí era «No mires atrás, nunca mires atrás. Porque si miras atrás, vuelves». Y yo no quería mirar atrás.
JEC: No mira atrás. La luz entra por la rendija.
MÁ: Era una puerta corredera automática. Se abre y allí está toda mi familia… mi padre, mi hermano, mis tíos, mis primos, mi perro, mi perro Redondo, que se llama así. Fue un momento que yo los vi y se me saltan las lágrimas. Es decir, estoy fuera.
JEC: Miguel es libre, otra vez.
MÁ: Ellos corrieron, me abrazaron. Ese momento está grabado. Fue un momento muy emotivo.
JEC: Y esa libertad le hace verlo todo diferente. Pasarlo por el prisma, también, del libro que estaba escribiendo.
MÁ: Esa sensación de ver montañas, porque tú sales del acebuche y ves montañas, está al lado del mar. Ves el mar, pasa por la autovía para ir para Roquetas. Cuando sales de la autovía y llegas al pueblo, en una rotonda, ves a gente haciendo su vida.
JEC: En ese momento tan emocionante él estaba haciendo lo que le había salvado dentro del Acebuche: pensar, escribir. Registrar todo lo que veía, oía y sentía.
MÁ: Gente en bicicleta, gente andando. Gente charlando con su perro, paseando. Ves una vida normal. Y ver todo eso… Dije, wow, esta gente no es consciente ni de lejos de la libertad que están gozando.
JEC: Todas las historias que ha anotado en la cárcel, incluso la suya propia, conformarán un texto, un libro que unos meses después verá la luz. Un relato donde vuelve a vivir su propia historia…
MIGUEL ANGEL [leyendo]: Perdí la cordura por el roce de una mariposa tóxica. No me di cuenta, pero estaba infectando el alma. Un veneno incurable mal llamado amor. Con el tiempo comprendí que fui preso de una obsesión enfermiza. Me volvía loco con sus idas y venidas. Hoy te quiero. Mañana no. Hoy te necesito. Mañana no. Hoy quiero que vengas a mi casa. Mañana no.
JEC: Su historia, la del periodista de Almería que se enamoró de quien no debía, se había mezclado para siempre con el Acebuche.
MÁ: Y en el libro cuento todo, todo lo que me pasó antes, durante y después. Porque el libro abarca 12 meses. Cuento mi año de 2024, que para mí fue el peor de mi vida. Pero bueno [Risas].
JEC: La editorial Círculo Rojo manda a imprenta el resultado de todo el trabajo, 'Abatido por una mariposa'. Una novela que mezcla la crónica, el diario, la poesía y la entrevista. Aunque todavía alguien intenta impedirlo.
MÁ: Hubo intenciones de vetarlo. Recibieron llamadas en la editorial para que «Oye, que no se publique este libro porque habla de mi cliente».
JEC: De alguna manera, Mariposa se ha enterado de que Miguel Ángel ha escrito la novela. Si publican, va a denunciar.
MÁ: Pero la editorial valoró y no se pudo vetar, porque no hay nada que contradiga ni que identifique a la otra persona.
JEC: Este influjo vuelve a hacer tambalear a Miguel Ángel. Mariposa sigue jugando con su cerebro.
MÁ: Yo antes tenía una paranoia increíble… cuando salí, ver un coche rojo pequeño, ¡pum! Me fijaba en la matrícula. Ya no tengo esa paranoia persecutoria, pero sí es verdad que en esos primeros meses, a lo largo de un año, he estado muy rayado. He estado muy… pensando en ver qué va a hacer, ver qué no va a hacer.
JEC: A veces, de vez en cuando, sonaba el teléfono....
MÁ: Salgo de la cárcel y en esa misma semana recibo llamadas de número oculto, número privado. Denuncio. Y me dice: «¿Has escuchado su voz?» Y digo «Pues no, he escuchado sólo pajaritos». Dice «Entonces no puedes poner ninguna denuncia». Digo «Madre mía, si es que se las sabe todas».
JEC: Al final, otra persona, un amor muy distinto, es el que le ayuda a salir del agujero.
MÁ: Empiezo a salir con esa persona y ese niño me salvó porque llegó a mi vida en un momento en el que todo estaba destruido y había muchísima oscuridad. Y él, pues supo, supo darle luz a mi vida. Y yo siempre voy a decir que fue mi salvador.
JEC: Un amor al que, ahora sí, estará siempre agradecido.
MÁ: Uno sacó lo peor, este sacó lo mejor de mí. Fue increíble.
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: ¿Puede alguien que ha estado en la cárcel esconder ese capítulo de su vida?
MÁ: Ven el libro, ven reels, ven vídeos, se informan un poco de qué va el libro. «¿Has estado en la cárcel?» Entonces, justo anoche pensé en eso. ¿Has estado en la cárcel? Digo wow, esa pregunta me va a perseguir toda la vida entonces, ¿no?
JAES: Miguel Ángel decidió pronto que no se escondería, que no escondería su historia, que afrontaría la pregunta. Por eso publicó 'Abatido por una mariposa'.
MÁ: Al fin y al cabo es mi historia. Al fin y al cabo he sido yo el que ha hecho público todo esto y así lo he querido hacer, porque esto en sí fue una terapia y me ha funcionado. O sea, estoy bien, gracias al libro también.
JAES: Escribir, eso hizo Miguel Ángel para encontrar su libertad. Y eso sigue haciendo. Tiene una nueva novela a la vista.
MÁ: Está pendiente con una editorial de Granada. Se llama Aliar Ediciones. Publicar el segundo libro, que es ficción. Ese sí que es ficción…
JAES: Y así dejamos a Miguel Ángel, escribiendo y escribiendo, mirando hacia adelante.
MÁ: Y no mirar atrás nunca, porque si no, eso significa volver.
JAES: Escribir era, después de todo, su gran historia de amor.
MÁ [leyendo]: Escribir como nunca o como siempre de mi puño letra con boli bic y en una libreta sin anillas. Más allá de esta necesidad incesante de escribir…
JAES: Pues hasta aquí. Muchas gracias, José Enrique, por esta historia.
JOSÉ ENRIQUE: Gracias a vosotros y sobre todo a los que nos escucháis. Es un placer hacer este trabajo.
JAES: Esta ha sido otra de las historias de Fuera del Radar, el podcast de periodismo narrativo que va más allá de la noticia. Muchas gracias a Miguel Ángel por contarnos su historia, y a José Enrique Cabrero por narrarla y escribirla desde Granada. Soy José Ángel Esteban, gracias por escuchar.
Fuera del Radar es un podcast de periodismo narrativo elaborado por los periodistas de las cabeceras regionales del grupo Vocento. La coordinación y edición es de Carlos García Fernández, la producción técnica de Íñigo Martín Ciordia, la mezcla y diseño sonoro de Rodrigo Ortiz de Zárate, y la producción ejecutiva y la dirección, de José Ángel Esteban.

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