Sylla y Escudero evidencian la fragilidad del Mirandés

El Mirandés encajó su segunda derrota consecutiva (3-2) ante un Real Valladolid que tuvo que esperar a la recta final del choque para derrumbar la muralla rojilla, que se había mantenido contundente para contener las embestidas blanquivioletas. Sylla, con un doblete en cuatro minutos, y Escudero, en el último minuto del choque, dejaron sin efecto la capacidad de aguante del conjunto jabato. Los chispazos de Durdov y Gabri no sirvieron, dadas las concesiones en el ocaso, para arañar ni siquiera un punto.

Lisci introdujo cinco novedades sobre la base del habitual planteamiento de cinco defensas. Juan Ramón relevó Luis López bajo palos, Rubén Sánchez ocupó el ala derecha y Alcedo retomó el costado izquierdo. Carlos Martín celebró la llamada de la selección Sub-21 con su regreso a la titularidad y en la punta de lanza se situó Durdov en la que sería su segunda titularidad de la temporada.

Renunció al balón el Mirandés para esperar replegado y con orden al Real Valladolid, que asumió la iniciativa con largas posesiones. Durdov y Carlos Martín presionaban con mordiente a los zagueros blanquivioletas en busca de un error. En la medular, Tomeo y Reina no detectaban los constantes movimientos de Monchu y Kenedy.

Los rojillos esperaban atrincherados en su campo tratando de taponar todos los accesos, pero el Real Valladolid encontró soluciones tratando de percutir en zonas interiores o con las subidas de Luis Pérez por banda a las que Alcedo respondió con firmeza. Juan Ramón se enredó con la pelota en los pies y Kenedy estuvo a punto de castigar el error, pero el portero catalán remedió su error. Durdov quiso dar la réplica, pero su remate con la testa a centro de Rubén Sánchez salió desviado.

No había noticias en ataque. A los rojillos se les apagaba la luz cada vez que tenían que acercarse a la portería de John. Durdov era una isla, tan solo era secundado por Carlos Martín, cuya intensidad se evaporaba cuando se veía rodeado de los centrales blanquivioletas.

Sin balón, el equipo jabato siguió manteniendo el tipo, aunque la movilidad de Kenedy, tratando de conectar con su compatriota Marcos André, hacía estragos. El Real Valladolid amenazaba en cada uno de sus acercamientos. Juan Ramón volvió a emerger deteniendo el latigazo de Escudero. Barcia y Barbu incomodaron lo suficiente para entorpecer el remate de Sylla. Inmersos en ese ejercicio de contención el Mirandés enfiló el camino a vestuarios.

Salió con otro brío el Mirandés tras el paso por los vestuarios. No tardó en desplegar un juego más intenso y enérgico. Rubén Sánchez percutió por la banda derecha y en su segunda amenaza encontró las grietas de la defensa blanquivioleta. El lateral profundizó, se metió en el área y sirvió un pase raso para que Durdov solo tuviera que empujar a portería.

Con la ventaja en el marcador, los pupilos de Lisci comprimieron espacios para frenar el avance de un Real Valladolid paciente en la circulación, pero ágil en las combinaciones. Los visitantes propusieron dos líneas defensivas muy juntas que los locales no lograban descifrar. El choque entró en unos últimos minutos de locura. Sylla, libre de marca, aprovechó el centro de Luis Pérez para empatar en el minuto 83 y solo cuatro minutos más tarde, el senegalés volvió a erigirse en protagonista para remontar el duelo. En un instante, la fortaleza que el Mirandés había construido se derrumbó.

Gabri Martínez no dijo su última palabra y volvió a establecer la igualada tras quedarse frente a John en el tiempo de añadido, pero el Real Valladolid se volcó a la desesperada para lograr el botín y fue Escudero el que lo encontró después de soltar un latigazo desde la frontal para dejar sin efecto la capacidad de resistencia rojilla y establecer el 3-2 definitivo.

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