La Feria del Libro se despide a orillas del Arlanzón con un repunte en las ventas
Los libreros se muestran satisfechos con la edición 2018, que incrementa la participación de grandes y pequeños en las actividades culturales
Han sido diez días de intensa actividad. Las tormentas han aguado algunas de las jornadas. Sin embargo, en términos generales, la 42 Feria del Libro de Burgos ha funcionado bien. Muy bien si hablamos de la programación infantil, pues los peques y las familias siempre responden a las propuestas de la Asociación Provincial de Libreros. De hecho, el pícnic a orillas del Arlanzón, celebrado esta tarde, ha sido un claro ejemplo de esa participación, así que será una actividad a repetir el próximo año.
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La Feria del Libro ha contado con mayor afluencia de público que en ediciones anteriores. A ello ha contribuido, en parte, que el tiempo ha acompañado durante los fines de semana. Por ese motivo, la de 2018 se puede considerar una feria «buena» en cuanto a resultados de ventas, con un incremento con respecto a años precedentes, ha explicado Álvaro Manso, presidente de la Asociación Provincial de Libreros.
Además, la mayor parte de las actividades de la programación para adultos han estado llenas, también con más afluencia que en 2017, y eso que entonces «ya fueron muy bien». Hay actividades estrella, como los catalibros, y propuestas novedosas que se quedarán en la programación. Es el caso del scribing, o dibujo en directo, o de las charlas sobre feminismo, que han sido un éxito.
También el picnic a orillas del Arlanzón, aderezado con una cuentacuentos, pero es que las actividades infantiles funcionan muy bien, reconoce el presidente. Es más, la programación está «intencionamente descompensada» a favor de los niños, pues la feria está muy orientada al público familiar. Los adultos ya participan en otras actividades a lo largo de todo el año, insiste Álvaro Manso. Y la programación escolar, para Primaria y Secundaria, cada vez recibe más solicitudes, así que se tratará de incrementar el número de pases, si es posible.
De novedades y recomendaciones
Por lo que respecta a las casetas, el alma de la Feria del Libro, los libreros continúan ejerciendo de agentes culturales. Los lectores se acercan preguntando por las novedades, algo natural habida cuenta de que, en vísperas de la Feria de Madrid, las editoriales lanzan nuevos títulos, como el último de Lorenzo Silva, que ha sido uno de los más vendidos pese a llevar en el mercado cuatro días.
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Sin embargo, Álvaro Manso apunta la labor de los libreros como recomendadores de libros, pues la gente busca conocer su opinión y se deja guiar por su experiencia. También vienen preguntando por libros que les han recomendado amigos o familiares, y eso demuestra que «los libros se seleccionan por el gusto de los lectores», reafirma el presidente. La diversidad es enorme, y es que anualmente se publican más de 80.000 títulos, inabarcable para cualquier feria.
Así, una vez superada la edición número 42, toca pensar en 2019. Manso insiste en que seguirán innovando, retocando o actualizando propuestas. Del mismo modo, el presidente aprovecha la ocasión para volver a mostrar su malestar por la decisión del Ayuntamiento de conceder una prórroga al tíovivo, pese a que estaba comprometido el espacio para la Feria del Libro.
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No son actividades compatibles; la decisión seguro que ha afectado negativamente a ambas, en el caso de la feria, rompiendo el ámbiente y aislando la carpa de actividades. La protesta esta hecha y, como acto simbólico, la feria cerró ayer noche a las 22:30, y no a medianoche como en años anteriores, aprovechando la Noche Blanca. Veremos que ocurre el próximo año.
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