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Un agente forestal investiga las causas de un incendio. El Norte

La gran cantidad de combustible vegetal, principal riesgo de la campaña contra incendios

Los trabajadores de extinción exigen a la Junta que «no sea cicatera» y acabe con la elevada precariedad de las cuadrillas

Antonio Corbillón

Valladolid

Lunes, 1 de junio 2020, 09:03

La campaña de incendios arranca este lunes en Castilla y León con el despliegue de las primeras cuadrillas de operarios en Valladolid, la provincia menos arbórea. A lo largo de la semana, los grupos de trabajo se irán repartiendo en un 'abanico' de sur a norte y hacia el oeste a lo largo de la comunidad, cuyo 51% de zonas verdes la convierte con mucho en la más extensa del país.

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Una estación que llega con unas esperanzadoras cifras previas, con el descenso del 51% de fuegos en el primer trimestre del año respecto a la media de la última década (2010-2019). Y que se suma a una tendencia previa muy favorable. Así. los 1.704 fuegos que se produjeron entre enero y octubre de 2019 arrasaron 10.225 hectáreas, un 43% menos que el año anterior.

Pero este junio asoma con muchas incógnitas que siembran dudas en las previsiones de los técnicos forestales respecto a los próximos cuatro meses. De entrada, los retrasos y limitaciones en la planificación derivados del coronavirus. «Uno de los aspectos más problemáticos ha sido la formación, al no poder realizarla presencialmente, por ello se han adaptado desde el Centro para la Defensa del Fuego (León) los contenidos de los diferentes niveles para hacer los cursos 'online' y de autoformación. Esperamos llegar con una formación equivalente a otros años al inicio de la campaña», admiten fuentes de la Dirección General de Patrimonio Natural y Política Forestal.

Una crisis global que ha dejado a medias los negociaciones para mejorar las condiciones de los diferentes profesionales cuya temporada álgida arranca ahora. Agentes forestales, operarios de empresas privadas y cuadrillas de temporeros estacionales (conocidos como los 'romeos') denuncian «la precariedad y carencias de efectivos» para cubrir los casi 50.000 kilómetros de zonas no urbanas de Castilla y León.

«Nos hemos quedado en la fase inicial de la negociación -lamenta el portavoz de esos temporeros en Comisiones Obreras, Ernesto Angulo-. Seguimos con un 60% de contratos precarios en una de las pocas regiones en las que el operativo sigue siendo mixto (público-privado)». En contraposición, recuerdan las centrales sindicales, grandes regiones forestales como Galicia, Castilla-La Mancha o Andalucía han creado plantillas propias.

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Se trata de una reivindicación que se repite año tras año. «Llevamos mucho tiempo reclamando la permanencia del trabajador, sea cual sea la contrata. Pero así no hay manera de estabilizar las plantillas. La Junta es muy cicatera y tiene siempre a la gente en precario. Nuestros trabajadores de tierra tienen las peores condiciones de toda España», lamenta el negociador laboral de Tragsa (con mucho, la mayor ingeniería forestal), Antonio Lozano.

Combustible verde

Ni Junta ni operarios esperan que los cambios de seguridad derivados de la covid-19 afecten a su labor. Las cuadrillas se han curtido en labores de desinfección de pueblos. El nuevo protocolo descarta que se solapen (coincidan) dos cuadrillas cuando trabajen en una extinción.

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Desde la Junta insisten en que «las cuadrillas se incrementan de 5 a 7 u 8 componentes y ya está previsto que tengan los vehículos adecuados y se eviten los solapes temporales en los tajos y bases con adaptaciones de horarios y ubicaciones, y que estén dotados de mascarillas y elementos de desinfección».

Los efectos de estos meses tan excepcionales también han ralentizado la planificación de labores silvícolas previas a la fase alta de la temporada. «Va algo más retrasada la contratación de maquinaria pesada y algunas tareas como los gradeos perimetrales de nuestros montes, en zonas llanas de Valladolid, Segovia, Palencia y oras provincias», admiten desde Política Forestal.

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Un contratiempo que puede derivar en una ventaja ya que el elevado nivel de lluvias de esta primavera «hubieran vuelto a llenar de vegetación herbácea» los márgenes boscosos y muchas parcelas agrícolas.

Los expertos coinciden en que los elevados contenidos de humedad darán una tregua durante el mes que hoy empieza. Pero solo será la calma que precederá a una temporada que puede ser «muy complicada entre mediados de julio y septiembre».

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«La parte dura será a partir del 15 o 20 de julio, debido a tanto combustible vegetal acumulado y la presencia de mucha maquinaria agrícola en el campo», advierte el presidente de la Asociación Sindicato Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla y León, Esaú Escolar.

Desde la jefatura de Incendios de la Junta también coinciden en que «la estadística nos dice que, si llegamos a junio con elevados contenidos de humedad y pocos incendios, tenemos veranos más bien de riesgo moderado y baja incidencia de incendios. Pero en cualquier caso es aventurado pronosticar qué va a ocurrir este verano».

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También como un efecto colateral de la pandemia, el estío plantea un riesgo añadido en Castilla y León donde se prevé un verano de alta densidad de turismo rural y actividades relacionadas con la vida al aire libre. «En cuanto han abierto las zonas al aire libre con la desescalada, el campo y los ríos son ya una romería», advierte Esaú Escolar.

Sin embargo, las estadísticas recuerdan que el 94% de los fuegos los provocan actividades humanas y que cuando son «por negligencia o accidente, se dan principalmente en la labores agrícolas y forestales y no en el disfrute de la población de la naturaleza», insisten en Medio Ambiente.

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El año pasado trabajaron 4.544 efectivos, de los que 2.585 eran trabajadores de la Junta, 519 de cuadrillas helitransportadas, 1.232 de las de tratamientos silvícolas y 208 tripulantes de medios aéreos y retenes de maquinaría. No se esperan grandes cambios este año. «Llevamos 20 años con el mismo plan de protección desde 1999. Luchamos contra fuegos de hoy con instrumentos del siglo pasado», lamenta Ernesto Angulo.

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