El Villa de Aranda cae ante el Bidasoa y consuma su descenso a Plata

Era cuestión de tiempo y hoy el contador llegó a cero. Se acabó el sueño del Villa de Aranda, descendido de forma matemática tras una campaña muy dura, por momentos interminable. El cuadro ribereño necesitaba puntuar ante el segundo clasificado, pero el Bidasoa Irún no dio opción y acabó con cualquier esperanza consiguiendo el triunfo por 27-31.

No le fue fácil sacar adelante el choque a los hombres de Jacobo Cuétara porque enfrente hubo un equipo que no se dio nunca por vencido y que saltó a la cancha con la idea clara de plantar cara y dar una de las últimas alegrías a su entregada afición. El Blasgón y Bodegas Ceres desplegó un balonmano magnífico en los primeros 30 minutos, posiblemente de los mejores que se han vivido esta temporada en el Príncipe de Asturias. En el minuto ocho el electrónico reflejaba un esperanzador 4-2 favorable a los locales, gracias a su defensa sólida y las aportaciones de Javi García en el pivote. Jacobo Cuétara se vio obligado a pedir un tiempo muerto para reconducir la situación y, en parte, lo consiguió ya que el Bidasoa logró darle la vuelta al electrónico marchándose al descanso con una mínima diferencia (14-15). Pudo el bloque irundarra sacar varias contras rápidas que anotó Cavero y también estuvo certero Jon Azkue penetrando por el costado izquierdo.

Tras el paso por los vestuarios, el bando visitante salió más enchufado y con un parcial de 2-4 amenazó con romper el choque (16-19) pero ahí apareció el genio arandino igualando de nuevo la contienda con una diana de Nico López al paso por el minuto 40 (20-20). Con un trabajo defensivo espectacular el Blasgón y Bodegas Ceres hizo creer a sus aficionados que hoy no tocaba vivir las lágrimas del descenso, pero enfrente había mucha calidad, y emergieron para echarse la responsabilidad a sus espaldas Rodrigo Salinas y Xoan Ledo en portería. Los locales solo pudieron anotar dos goles en diez minutos y el Bidasoa cogió la directa para marcharse en el electrónico y firmar una victoria más cómoda de lo que indica el marcador definitivo. En los últimos minutos, Alberto Suárez dio la oportunidad a tres juveniles y el trío terminó el partido jugando y hasta brillando en algunos lances individuales para alegría de una afición que despidió a lo grande a sus jugadores en el día que nunca querían que hubiese llegado. Se llevó también el reconocimiento del rival, un premio exiguo para una entidad arandina que ya cuenta los días para regresar a la élite del balonmano español.