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Los londinenses tiraron de ironía para recordar al duque de Wellington su derrota en Burgos. BC
Burgos Grove, el recuerdo imborrable de la gran derrota de Wellington en el corazón de Londres
El Cronista

Burgos Grove, el recuerdo imborrable de la gran derrota de Wellington en el corazón de Londres

En mitad del barrio londinense de Greenwich existe una calle llamada Burgos Grove. Su nombre original era Wellington Grove, pero después de que el duque cayera en desgracia de cara a la opinión pública, los londinenses decidieron cambiar el nombre y recordar la derrota sufrida en el asedio al Castillo de Burgos

Domingo, 21 de mayo 2023, 09:17

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Cuando uno pasea por diferentes ciudades españolas, es frecuente encontrarse con alguna calle llamada Burgos. Lo que ya no es tan habitual es vivir esa misma situación paseando por una ciudad como Londres. Pero puede pasar. Y es que, en mitad de la capital inglesa, en pleno barrio de Greenwich, se erige Burgos Grove, actualmente una pequeña vía sin salida que, sin embargo, guarda una curiosa historia que hunde sus raíces en los primeros años del siglo XIX y en la que se mezcla el orgullo patrio, el descrédito y la ironía.

De hecho, la denominación de la calle no surgió como homenaje a la ciudad del Arlanzón, sino más bien como una venganza de los londinenses a una de sus figuras históricas más veneradas, como es Arthur Wellesey, a la sazón duque de Wellington. Una figura que, eso sí, no siempre gozó del favor popular.

Tras escribir su nombre en la historia al ser el general al mando del ejército que venció a Napoleón en el campo de Waterloo en 1815, el duque regresó agasajado con honores a Gran Bretaña, donde no tardó en iniciar una prolífica carrera política que le llevó a ser primer ministro entre 1828 y 1830. En ese impás, Wellington cedió a la ciudad de Londres unos terrenos en el barrio de Greenwich para levantar un hospital. En agradecimiento a ello, la ciudad puso su nombre a una de la calles que se abrieron.

Todo parecía ir viento en popa para Wellington, que entonces gozaba de una magnífica imagen. Sin embargo, el bueno del duque comenzó a plantear políticas ultraconservadoras que acabaron generando un enorme rechazo en la ciudadanía. ¿Y qué hicieron entonces los londinenses? Según explican 'Layers of London' y el burgalés Miguel Vivanco, en noviembre de 1896 se decició cambiar el nombre de la calle buscando una denominación que emborronara la memoria de Wellington. Y qué mejor manera de hacerlo que recordar el lugar donde se fraguó la derrota más severa que sufrió el general durante su carrera militar: Burgos.

De hecho, el propio duque reconocía años después de tener que retirar sus tropas que «el asedio al castillo de Burgos fue el peor apuro que jamás viví». Y a fe que supuso un revés, no sólo para el inmaculado currículum militar del inglés, sino para el devenir de la propia Guerra de la Independencia.

Tras la contundente victoria cosechada ante los franceses en el campo de Arapiles (Salamanca), el ejército aliado intentó dar el golpe definitivo a las tropas de Napoleón asentadas en el norte de la península. Así, tras pasar por Madrid, Wellington, comandando un ejército de unos 35.000 hombres, puso rumbo a Burgos. Ante aquella amenaza, el grueso de las tropas francesas se retiró a Briviesca, dejando en la fortaleza burgalesa un contingente de 2.000 hombres comandados por Jean Louis Dubreton.

A pesar de la superioridad, el ejército aliado, que llegó a orillas del Arlanzón el 19 de septiembre de 1812, no tuvo éxito en su acometida y se vio obligado a levantar el sitio sobre la fortaleza el 21 de octubre tras perder a cientos de soldados. Al día siguiente llegaron los refuerzos franceses y, lo que pudo ser una batalla casi definitiva, acabó dando oxígeno a Napoleón, que obligó al ejercíto aliado a retirarse en dirección a Portugal.

Un balón de oxígeno que, eso sí, no duraría mucho tiempo. Y es que, el propio Wellington regresaría a Burgos en junio del año siguiente, una vez que la Guerra de la Independencia parecía ya decantada a favor del ejército hispano-inglés-portugués.

En aquel momento, las tropas de Napoleón, ya muy mermadas, comprendieron que la defensa de la plaza era inviable y decidieron retirarse hacia Vitoria, donde se consumó su derrota definitiva. Eso sí, en su retirada no se olvidaron de volar el polvorín que guardaban en la fortaleza burgalesa, que la dejó en ruinas, ocasionando mil y un desperfectos en la ciudad y provocando la muerte de decenas de soldados franceses.

Sea como fuere, décadas después, y tras caer en desgracia a ojos de la opinión pública, los londinenses decidieron hacer mofa con la derrota en el primer asedio de Burgos. Eso sí, el señor Wellesey, una vez recuperado su honor por parte de la historia, es hoy uno de los personajes con mayor presencia honorífica en las calles de la capital inglesa. Sin embargo, Burgos Grove se mantiene hoy en día en el callejero londinense en recuerdo a la derrota sufrida a orillas del Arlanzón.

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