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Estos hechos pueden ocurrir en cualquier lugar en el que el fenómeno encuentre acogida. BC
Cinco experiencias de presencias paranormales en familias de Burgos
Burgos misteriosa

Cinco experiencias de presencias paranormales en familias de Burgos

Son hechos que están en la frontera de la realidad. Quienes lo experimentan saben qué está pasando y sienten al cien por cien que es real lo que ocurre. En otras ocasiones, son manifestaciones oníricas. Pero en todos los casos, quienes reciben estos mensajes son personas altamente sensoriales, que tienen o tuvieron una especial vinculación con los seres que se les manifiestan

Viernes, 31 de marzo 2023, 07:46

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Las personas que viven este tipo de hechos, en los que se les manifiestan personas muertas muy vinculadas a quienes las experimentan, suelen guardar silencio porque son acontecimientos muy íntimos y que se custodian con celo en el corazón. Nuestros cinco protagonistas son hombres y mujeres de diferentes edades y profesiones con el nexo, en cuatro de los cinco, que son contactados por un familiar muy directo, ya sea la madre o los abuelos.

Los cinco son diferentes. Las personas que han experimentado estos hechos son gente con cultura o estudios; de familias estructuradas, con alta capacidad de raciocinio y en prácticamente todos los casos, personas escépticas con estos temas relacionados con el misterio. Personas que tras estas experiencias perciben esta realidad de otra forma. Cada uno de los cinco vivieron los hechos de diferente manera, pero todos con felicidad o, al menos, con tranquilidad.

Hace ya unos años pude conocer la primera de las historias que se enmarca en los parámetros puros de las experiencias paranormales. He buscado durante mucho tiempo conocer más experiencias de este tipo y he tratado de indagar un poco más en profundidad otros casos en la extensa literatura que existe sobre este tipo de experiencias. Y la conclusión que saco es que quienes experimentan estos casos dicen la verdad.

Podría pensarse que se encuentran en un estado alterado de conciencia, pero no es el caso de ninguno de los cinco casos que hoy presento en esta sección. Los testimonios son, en primer lugar, directos. A todas ellas las conozco y son gente sincera. En segundo lugar, la pasión con la que cuentan la experiencia los hace dignos de todo crédito porque se nota que la verdad fluye. Y la tercera porque hay aspectos comunes en los cinco casos que nos lleva a pensar que este fenómeno es mucho más común de lo que pensamos.

En los últimos meses y semanas, personas cercanas me han trasladado algunos de ellos, todos muy interesantes y que se enmarcan en esta línea que todo el mundo describe. Los cinco testimonios que hoy traigo a esta sección son la experiencia directa de sus protagonistas.

Una presencia en el sofá

La primera de ellas me la contó una compañera de trabajo hace ya unos cuantos años. La experiencia de es de su madre; en su hogar y en un ambiente de cotidianeidad; en la sencillez de una casa y de una familia.

Estaba en la casa realizando las tareas de hogar cuando M. [daré la letra inicial del nombre nada más, como en los demás casos] fijó su vista en la fotografía de su padre que había fallecido hacía unos meses.

Volvió la vista hacia un sofá cercano y con una enorme sorpresa se fijó en que se hundía uno de los asientos, como si alguien se hubiera sentado encima. M. notaba que al lado de ella había una presencia tan potente que era capaz de identificarla. Sentado en ese sofá del salón de su casa estaba su padre.

Y en ese momento sintió un frío extraño. Nada común. Una sensación que nunca antes había tenido. No era la corriente típica que se forma cuando dos ventanas enfrentadas quedan abiertas. O el frío del invierno de una ciudad acostumbrada a las temperaturas bajas. Era otro frío. Era un frío espectral.

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«Lo sabía; era él. Y me causaba una enorme tranquilidad saber que estaba ahí». Esa presencia del padre muerto hacía unas semanas le sorprendió a esta mujer, pero lejos de asustarse ante él y ante lo desconocido de ese fenómeno, M. estaba tranquila porque era su padre.

De repente, la fotografía sin marco de su padre que estuvo mirando antes y que estaba apoyada en otros objetos de una repisa cercana, cayó al suelo. Fue una especie de despedida; el espectro de su padre desapareció y no regresó.

Suena el teléfono

La segunda de estas experiencias es aún más potente por la interacción de elementos externos. La madre de A. había fallecido hacía quince días. Era ya una persona mayor y había dejado en vida una larga familia de varios hijos y nietos. Tras su muerte, su familia decidió juntarse un día para recordar a la madre y abuela muerta.

El lugar idóneo para juntarse estaba claro: la casa materna. Era como ese redil al que vuelva el rebaño para sentir el cobijo de la familia bajo un techo común. A. y sus hermanos ya habían procedido en esos días a ir cerrando asuntos relacionados con su madre como cuentas bancarias, asuntos relacionados con la herencia, dar de baja determinados servicios o suministros, eliminar la línea telefónica, etc.

Todo lo tenían preparado para aquella comida de hermandad. La mesa estaba engalanada con los elementos propios de un menú; y con los sentimientos a flor de piel. El recuerdo de la madre y abuela estaba presente; y lo estuvo durante toda la comida. Todo se desarrollaba con normalidad hasta que un hecho, un insólito hecho, se produjo en el comedor donde se encontraba la familia.

El teléfono de la línea fija de casa se puso a sonar. Los hermanos habían comprobado antes de la comida, que no había línea telefónica porque la dieron de baja hacía semanas. Pero el teléfono fijo estaba sonando. Al descolgarlo nadie estaba al otro lado. Pero todos sabían que el sonido de la llamada era de la madre.

Fantasmas de habitación

El tercero de los casos lo podríamos enmarcar en lo que en este tipo de fenómenos se conoce como visitantes o fantasmas de habitación. Nuestro protagonista es N. Este hombre ha percibido con total claridad y naturalidad la presencia de su abuela en la habitación en la que duerme cuando va a su pueblo.

El relato de N. coincide al milímetro con otras experiencias similares. «Notaba como mi abuela, cuando yo dormía, se sentaba en mi cama», confesaba con cierto rubor. Cuando siente esta presencia N. lo vive con naturalidad. «Es la habitación de un tío que ya murió» pero esa figura que se sienta, dice N. «es mi abuela».

Pero hay más cosas en el relato de N. Asegura que notaba como le «presionaba el pecho» que en una ocasión pudo llevarle a una angustia extrema. La explicación más probable, aplicando el razonamiento de Guillermo de Occam, en su 'navaja', es una sensación física de ansiedad más que una parálisis del sueño.

En la parálisis del sueño se produce la presencia de íncubos o de súcubos. Estos son seres, espíritus malignos, que pueden llegar a usar la violencia como presión sobre el cuerpo y otras experiencias. En estas ocasiones suele aparecer el miedo y en N., no se produce lo que nos lleva a deducir que se trata de un espíritu bueno.

N. completa su experiencia relatando que en ocasiones pueden llegar a producirse aportes. «Me ha pasado con frecuencia buscar desesperadamente algún objeto, no encontrarlo pese a saber dónde está; y a la vuelta de unas horas, aparecer cuando había buscado con ahínco en ese lugar».

El abuelo muerto

La siguiente experiencia es de la más bellas que pueden suceder. El abuelo de S. había fallecido hacía dos meses en una fecha muy señalada, la víspera de los Reyes Magos. La joven estaba muy unida a su abuelo, como muchos nietos. Unas semanas después de su muerte, S. recibió de su abuelo un mensaje. No fue en el duermevela previo al sueño profundo; fue en plena noche.

Es en ese momento cuando S. supo que era su abuelo: «Bajó, se quedó conmigo y luego se fue» y escuchó decirle «con toda claridad» el siguiente mensaje: «No os preocupéis; estoy muy bien. Cuido de vosotros. Rezad por mí». La joven, con voz relajada y confiada, relata este hecho como si lo estuviera viviendo en ese momento.

Al día siguiente, S. se lo contó a su padre. Había sido capaz de recibir el mensaje que le llegó de su abuelo. No era propiamente un sueño. Era la voz de su abuelo que eligió a su nieta mayor para dar un mensaje a toda su familia. Fascinante; y muy tierna historia. Es un ejemplo de comunicación con un ser bueno. La joven S. goza, sin duda de una extraordinaria sensibilidad ya que es su subconsciente el que se comunica con la energía de su abuelo.

En este caso, a la experiencia se suma la vinculación de la familia con la trascendencia y su religiosidad. Y es algo importante porque, además de tratarse de una experiencia muy agradable, la espiritualidad, practicada de modo consciente, es un plus para recibir este tipo de mensaje de paz y de bondad.

Una experiencia muy bonita y llena de coincidencias con otras que se han relatado a lo largo de la historia pasada y presente. Sin duda uno de los casos más impactantes y que comparte con muchas personas un patrón único. Siempre el mismo.

En este caso, y en las otras experiencias contadas, la persona que experimenta estas situaciones es totalmente consciente de lo que ocurre. Y por eso, después, lo cuenta con total normalidad. Estas personas son capaces de ver, oír o razonar perfectamente, por eso nos debemos de plantear si es o no un sueño lo que estas personas experimentan.

Una despedida

El último de los testimonio roza la frontera de los sueños premonitorios. Pero es una manifestación curiosa porque no existe una vinculación familiar, ni siquiera existía otro tipo de relación personal reciente, más allá del saludo, entre las dos personas, aunque sí hubo algún tipo de vinculación en tareas comunes en el pasado.

B. es enfermera y ha conocido casos extraños en el hospital en el que trabaja [que pueden ser objeto de esta sección en un futuro], pero en esta ocasión la experiencia tiene que ver con un sueño en el que ve como una persona toca con los nudillos la puerta de su casa; ella abre y quien había llamado le dice al abrir: «Solo he pasado a despedirme». Al día siguiente, al salir de casa, B. ve la esquela de la persona que se había despedido de ella solo hacía unas horas en un sueño.

No es una experiencia extrasensorial al estilo de las relatadas anteriormente, pero supone un caso curioso que suma a este elenco de hechos uno más, recogidos en los últimos meses. La sensación de hundimiento de la cama al sentarse una persona muerta, percibir presencias, recibir mensajes en sueños o en vigilia, aunque puede tener una explicación desde la ciencia, no deja de ser una experiencia impactante y misteriosa y mágica.

Las presencias pueden asustar, pero nunca han supuesto un peligro para quien experimenta el fenómeno. BC

Muchas hipótesis para explicarlo

Las ciencias de frontera estudian estas experiencias; pero no tienen reflejo en las universidades españolas. Por lo tanto cualquier explicación se queda en el ámbito de las hipótesis. Quizá una inclusión en el mundo académico le daría impulso a unos estudios que ya se realizan con método científico. Sólo queda que se le de oficialidad.

En todo caso, y mientras no se validen este tipo de estudios, nos movemos por terrenos complicados. Y en muchas ocasiones va a ser necesario aplicar las explicaciones más sencillas para encontrar las soluciones más plausibles y acertadas.

Desde algunas escuelas de estudios psicológicos se atribuyen a este tipo de fenómenos el nombre de alucinaciones hipnagógicas. Dicen que aparecen cuando se pasa en el sueño el conocido como duermevela, el paso de vigilia a sueño. O bien alucinaciones hipnopómpicas, que aparecen en el momento de despertar.

Aunque las experiencias se producen en la noche, cuando la persona se mete en la cama o se encuentra a punto de dormir o en el momento de despertar, se trata de un «fenómeno atemporal», según Moisés Garrido. El experto en estas experiencias recuerda que existen crónicas antiguas «que registran la manifestación de 'entidades' que acechan y aterrorizan al individuo, mientras sufre lo que se conoce como una parálisis del sueño».

En todas las experiencias existen patrones que se repiten, desde sensaciones físicas a voces o ruidos. En ocasiones hasta se puede producir una parálisis del sueño, que en el caso, por ejemplo de N. y de S. no ocurre. Cuando en esa sensación de presencia aparezcan alucinaciones y exista ansiedad y aprensión, entonces sí se produciría una parálisis del sueño.

Y como en todo fenómeno calificado como paranormal, existe una explicación lógica. Pero basta que en un solo caso no exista solución para justificar el hecho paranormal. Habría que sustituir la explicación lógica por otra, la empírica, la de la experiencia y por concluir que hay algo más.

Como todos ámbitos de la vida, el cine y la televisión han retratado este mundo; unas veces con más acierto que otras, pero es verdad que hay obras de arte que explican estos fenómenos. Este hecho ha permitido popularizar, que no está mal, algunas experiencias que han vivido miles de personas.

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