Nunca como durante este último año hemos tenido que agudizar la incredulidad para sobrevivir. El estado de alarma del que ahora se cumple un año y el avance letal de la pandemia han puesto de manifiesto la debilidad de las redes sociales a la hora de hacer frente a una situación de crisis. Las mentiras y las manipulaciones han sido una moneda corriente desde el primer día en que se comenzó a hablar de Wuhan. En este periodo se ha acuñado un término como infodemia, con el que se quiere nombrar a la avalancha de información engañosa que acentúa el drama social causado por el virus.
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Las grandes empresas como Facebook o Twitter, conscientes de que eran el cauce de ese Amazonas de falsedades, han tratado de poner coto al campo pero sus medidas no han evitado que los negacionistas o los vendedores de falsos remedios campen a sus anchas. Y además, han generado polémicas que evidencian sus pies de barro. Nunca la verdad ha sido tan necesaria como este último año ni tan difícil defenderla.
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