El campo burgalés cierra la cosecha del cereal con una media de 4.000 kilos por hectárea y resultados irregulares
Hay comarcas con muy buenos resultados, como Bureba o Arlanzón, pero otras con producciones muy mermadas por el exceso de lluvia | Los ganaderos sufren los precios «irrisorios» del vacuno y ovino como consecuencia de la covid-19
Con La Bureba y Arlanzón a la cabeza, el campo burgalés ha cerrado la campaña del cereal con una cosecha media de 4.000 kilos de grano recogido por hectárea cultivada. Se trata de una campaña «normal», nada extraordinaria, y bastante irregular pues ha habido comarcas que han sufrido una importante merma en la producción debido principalmente al exceso de lluvias en momentos inadecuados.
«No es el año del siglo», pese a las previsiones que manejaban en Castilla y León, apunta el secretario general de UPA Burgos, Gabriel Delgado, pero tampoco uno de los peores. 4.000 kilos por hectárea en cebada, un poco más, unos 4.500 en trigo, calcula Delgado tras analizar los resultados obtenidos por comarcas con «datos de báscula», es decir, grano ya pesado y no estimaciones a vuela pluma.
Delgado recuerda que Burgos es una provincia muy extensa y con una amplia diversidad, así que en comarcas como La Bureba o Arlanzón la cosecha ha sido muy buena (las estimaciones hablaban a mediados de agosto de entre 5.500 y 6.000 kilos por hectárea). Arlanza y Pisuerga no han tenido mal año (también rondando los 5.500 kilos de media), pero otros territorios han sufrido las consecuencias de las adversidades meteorológicas.
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El exceso de lluvia ha impedido entrar en las tierras en el momento adecuado, ha retrasado la cosecha y ha provocado enfermedades, así que en zonas como el valle del Tozo la campaña ha sido bastante mala. «Hay parcelas que se han quedado sin cosechar porque han perdido toda la producción por las inundaciones», comenta Gabriel Delgado. Así que la campaña ha sido desigual, con cosechas de 6.000 kilos pero otras que casi no han llegado a los 2.000, y una cosecha global de 2 millones de kilos.
«La cosecha es buena pero con mala rentabilidad poruqe la calidad ha sido baja», apunta Susana Pardo, de UCCL Burgos. Ha habido volumen pero poco peso y, en algunas comarcas, la producción ha sido incluso mucho más baja de las previsiones, que ya eran de por sí cautas. En las zonas más húmedas ha habido menos producción y, este año, se ha optado más por la cebada que por el trigo, precisamente porque el exceso de agua ha impedido entrar a tiempo en las tierras y se ha pasado el ciclo de trigos.
Ahora toca esperar al girasol, que también será «desigual» y con precios bajos, pues este es el principal problema al que toca enfrentarse una vez concluida la cosecha. Así lo indica también Gabriel Delgado, pues llevan años a la baja y ni se cubren los costes de producción. Unos costes que este año se han elevado como consecuencia de las enfermedades que ha sufrido el campo, comenta Pardo.
Tanto UCCL como UPA muestran su preocupación por los recortes en la Política Agraria Común. La renta de los agricultores sigue a la baja. Se recorta la compensación de precios, mientras se elevan las exigencias medioambientales en Europa pero se deja entrar producto de fuera de la Unión Europea que no las cumple, afirma Susna Pardo. «Competencia desleal» que no hace más que hundir un sector primaro cada vez más dañado.
«La nueva PAC no es beneficiosa para el sector agrario», insiste Gabriel Delgado, quien afirma que la situación para los ganaderos tampoco es favorable.
Precios «irrisorios»
La ganadería es cada vez menos rentabl, se lamenta Delgado. «Los precios del vacuno y ovino son irrisorios». La crisis de la covid-19 ha hecho caer la demanda, sobre todo en hostelería, así que no se venden lechazos y el consumo de otra carne está vinculada casi exclusivamente al ámbito doméstico. Y si no hay demanda, los precios caen. «Las explotaciones no son rentables, no hay relevo generacional», apunta Delgado.