Los consejos de los fruteros de Burgos para evitar comprar fruta mala este verano

Sandías, melones, nectarinas, melocotones, cerezas, paraguayos... Todas ellas tienen algo en común: son frutas que se suelen consumir en verano. Con la llegada de la temporada estival es habitual localizar este tipo de productos en los hogares españoles. Su dulzor y frescura los convierte en un atractivo para las comidas en las estaciones calurosas, sin embargo, también es común encontrarse con bocados amargos entre estos alimentos.

Comprar fruta en verano requiere saber escoger y conocer el producto que se compra. De lo contrario, es posible que el consumidor se encuentre con sorpresas a la hora de comérselo, como, por ejemplo, que salga defectuoso. El desconocimiento es algo habitual entre los compradores, aunque, existen algunos trucos para reconocer la fruta de calidad.

Así lo asegura Paco Heredero, gerente de la empresa Frutas Heredero, que cuenta con diez fruterías entre Burgos y Aranda de Duero, además de su negocio ambulante por varios mercados de la provincia. Él mismo reconoce que hay una temporada para cada fruta y que, en ocasiones, para saber si un producto está en buen o mal estado es necesario tocarlo con nuestras propias manos..

Frutas Heredero se traslada a cinco pueblos de la provincia de Burgos todas las semanas. Contando con los beneficios de estos mercados ambulantes y los de sus fruterías, dicha empresa puede llegar a vender entre 10.000 y 12.000 kilos de melones, 8.000 kilos de sandías y 5.000 kilos de nectarinas y cerezas todas las semanas, según aproxima su dirigente.

Para las sandías, Paco aconseja golpearlas ligeramente y atender al sonido que se produce tras el contacto, «que chisque» afirma. En otras palabras; si suena opaco y «está macizo» el producto es de calidad. En cambio, si al chocar con la mano el ruido que se emite denota cierto vacío en el interior de la fruta, significa que esta está «pasada» de madurez. El mismo truco apunta para los melones.

Aunque la sandía es una fruta que apetece más en verano, actualmente los negocios en España cuentan con provisiones de dicho producto durante todo el año. Al igual que ocurre con los melones. Las fruterías siguen un sistema de «círculo cerrado», según palabras del de Burgos. En el caso de Frutas Heredero, comienzan adquiriendo melones y sandías de importadores de Almería, posteriormente de Murcia, La Mancha y Cádiz y, cuando se acaba la temporada en el país, los compran en Costa Rica, en Brasil, luego se pasan a Senegal y, finalmente, a España otra vez.

De composición y sabor similares pero con diferentes texturas y pieles. Así son estas tres frutas, primas hermanas, todas consideradas frutas de verano. Y más concretamente los paraguayos y las nectarinas, especialmente presentes en los meses de julio y agosto.

En cambio, con los melocotones, la temporada varía: «Empezamos en mayo, los primeros son un poco flojitos porque no hay otra cosa. Y la temporada fuerte es julio y agosto. Podemos ir tranquilamente hasta el doce de octubre», explica Paco.

Para comprar este tipo de frutas y asegurarse de que sean de calidad, basta con comprobar su rigidez con las llemas de los dedos. Uno de los grandes errores a la hora de adquirirlas es pensar que por su composición estas tienen que estar blandas por fuera. En el caso de los paraguayos, hay que fijarse en el alto de la fruta. Si son muy finas, el producto no tendrá consistencia y no serán de calidad, según Heredero.

Paco apunta un error que se repite frecuentemente entre los compradores de cerezas. Y es el de pedir la fruta «sin tratar», es decir, sin productos químicos que prevengan las plagas de insectos. «A una cereza sin tratar le puede picar la mosca. Esta mete una larva que cría un gusano. Eso se nota rápido cuando tu coges una cereza y está blanda por uno de los lados», especifica Paco. Según él, esta fruta tiene que estar dura «que ronche» en la boca a la hora de morderla.

Uno de los principales obstáculos que Heredero percibe en su negocio es la proliferación de fruterías regentadas por extranjeros, que, según él, «están vendiendo género de segunda o de tercera y la gente se piensa que es todo igual», explica Paco. Aunque el primer inconveniente reside en «la falta de cultura» de gran parte de los compradores, que, según él, «van buscando precio y al final se equivocan» y, en muchos casos «no saben distinguir un melocotón bueno de uno malo».

«A veces creemos que tenemos un poco de competencia desleal», asegura el burgalés. Con ello, se refiere a ciertos «negocios que abren a las 9:00 de la mañana, cierran a las 23:00 de la noche, abren de lunes a domingo y en él trabajan tres o cuatro personas todo el día». Un hecho que resulta desconcertante para el gerente, puesto que, ellos, si quisieran «cubrir ese horario» tendrían que «tener a 25 en cada tienda». «No podemos competir con ellos en ese aspecto», añade.

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