Angelina Jolie, la actriz de Hollywood, cubierta de abejas. Una imagen que ha dado la vuelta al mundo, pero aunque no seamos estrellas del cine, nosotros también podemos hacer algo por la preservación de las abejas.
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Este jueves 20 de mayo se ha celebrado el Día Mundial de las Abejas, un día para reivindicar la importancia de este insecto polinizador que está en peligro. Su tasa de mortalidad es del 30 por ciento y de las abejas dependen la mayoría de plantas con flor. Si las abejas están en peligro, la biodiversidad también lo está.
Aprovechando este día, la Fundación Oxígeno ha presentado un proyecto para la provincia de Burgos, 'Abejas paisaje cultural'. El objetivo es crear un inventario apícola con ayuda de voluntarios de todo tipo de la provincia. El fin es preservar la gran cantidad de patrimonio cultural y natural relacionado con las abejas del medio rural burgalés.
Los beneficios de este inventario se observarían, según apuntan desde la Fundación, son varios:
Ambientales
- Mejorar la polinización de la flora silvestre, de huertas y cultivos.
- Fomentar la biodiversidad en su conjunto.
- Conservar el paisaje cultural burgalés gracias a la custodia del territorio.
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Culturales
- Preservar la arquitectura apícola de nuestros abuelos y abuelas.
- Transmitir la sabiduría popular apícola a punto de extinguirse.
- Crear un atractivo recurso educativo y cultural para todas las edades.
Sociales
- Promover la participación y el voluntariado por el bien común y rural.
- Impulsar la ciencia ciudadana como generadora de conocimiento.
- Recuperar sentimientos y vivencias entre personas de distintas generaciones.
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Económicos
- Poner en valor un patrimonio ambiental y cultural único muy amenazado.
- Ofertar servicios culturales, turísticos y gastronómicos vinculados a un legado tradicional apícola.
- Comercializar miel y otros productos apícolas artesanales, ecológicos y de altísima calidad.
Diversidad patrimonial
La provincia de Burgos cuenta con unas 370 localidades, más de 1.200 poblaciones. Desde la Fundación Oxígeno son conscientes de que el patrimonio relacionado con la apicultura es ingente. Hornilleras y dujos, cuezos u hornillos por todo el territorio. El objetivo es contar con la ayuda de ciudadanos, administraciones, asociaciones para realizar un inventario lo más completo posible.
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«Del Condado de Treviño a la Ribera del Duero, de la Bureba a Tierra de Campos, de Las Merindades a la Demanda, de Las Loras al Arlanza… pasea, observa, toma nota y envíanos los datos que recojas… ah y disfruta mucho», animan desde la fundación.
Para ayudar en este proyecto puedes ser informante de campo, investigador, restaurador o participante. Los informantes de campo contarán con una ficha para completar el patrimonio que encuentren o conozcan, aunque también deberán tener en cuenta los puntos ya localizados para no duplicar trabajo, algo que pueden ver en el mapa de la fundación.
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A los investigadores se les anima a rebuscar en textos o fotografías, a preguntar y grabar a los mayores para conocer las tradiciones vinculadas a la cultura apícola tradicional de la provincia.
Según evolucione el inventario se organizará la restauración del patrimonio que lo precise, ahí será importante el papel de los restauradores. Además, se organizarán excursiones, cursos, jornadas, catas, festivales, charlas, cine. Se informará a través de las redes sociales o en la web de la fundación.
Diversidad en el patrimonio apícola
Desde hace siglos, nuestros antepasados introducían en las colmenas los enjambres salvajes que cogían en el campo para lograr un mejor aprovechamiento.
Con la primavera y la abundancia de flores, las colonias de abejas volaban en grupo con la reina en busca de un nuevo hogar. La gente de los pueblo conocía su comportamiento, las seguía y capturaba los enjambres para meterlos en sus dujos, cuezos u hornillos, troncos ahuecados que imitan el lugar donde, de manera natural, se instalaban los enjambres silvestres.
Estas estructuras existen en todo el mundo pero los materiales de cada zona les otorgan la apariencia final. En Burgos las encontramos de barro, mimbre, esparto, corcho o maderas.
Los nombres de estos elementos y los del oficio de la apicultura son muy relevantes porque, aunque son diferentes de una comarca a otra, precisamente esto nos dice mucho de los lugares.
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