Hanae Elouahbi con Ismael en brazos y David Hortigüela con su hijo David. GABRIEL DE LA IGLESIA

«Se ha vendido que irse a la ciudad es una honra y quedarse en el pueblo una deshonra»

David Hortigüela y Hanae Elouahbi son los padres de dos niños que nacieron en Contreras en 2019 y 2021. Hacía más de 20 años que en Contreras no había nacimientos, situación similar a muchos pueblos burgaleses. Estos padres desean que aquí haya futuro para los niños

Domingo, 29 de mayo 2022, 09:05

David Hortigüela y Hanae Elouahbi rompieron una racha de más de 20 años sin nacimientos en el pueblo burgalés de Contreras. Un municipio con 81 vecinos censados, pero donde viven algunos menos durante el año. En el año 2019 nació su primer hijo, David, en 2021 nació Ismael. Dos niños que son la alegría de sus vecinos y un ejemplo, como quieren sus padres, de que en los pueblos también se vive, también se puede criar y de que una vida plena es posible.

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«La noticia en el pueblo de que nacían niños después de muchos años se recibió con alegría, la gente estaba muy contenta. Voy de paseo con ellos y todo el mundo los saluda. Se han volcado mucho con ellos», reconoce la madre.

David es de Contreras, pero Hanae no. Él siempre ha vivido en su pueblo y conoció a Hanae en la localidad vecina. Pero tenían claro que querían criar a sus hijos aquí. «A nosotros esto nos gusta mucho. Sobre todo, a David, es su pueblo y le encanta», apunta Hanae. La de Contreras es una situación envidiable para muchos pueblos burgalesas. Pero es que, en la localidad vecina, Ahedo, un pueblo de uno 20 habitantes según el INE, hay otros tres niños. «Son importantes estos ejemplos. Ahedo es también pequeño y hay tres niños, es reseñable», apunta David. «Es un ejemplo de que aquí también se puede vivir y de que no nos falta de nada», añade Hanae.

«Vivir en un pueblo no impide tener hijos»

Esta última premisa la tienen clara. Cuando se plantearon tener hijos en ningún momento pasó por su mente mudarse. «Tener un hijo te cambia la vida a otros niveles, pero no para tener que mudarte. Vivir en un pueblo no impide tener hijos y se pueden criar igual que en una ciudad», asegura David.

Los servicios que se precisan cuando se tienen hijos los encuentran en la cabecera de comarca, Salas de los Infantes, localidad situada a poco más de un cuarto de hora en coche. Un tiempo similar, incluso inferior, al que se debe invertir en una ciudad para esto mismo. Pero David tienen claro que lo que hay que facilitar son estos servicios en la cabecera comarcal, para que pueda seguir la vida en los pueblos vecinos.

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David, el mayor de los niños, ya acude a la guardería a Salas de los Infantes. GABRIEL DE LA IGLESIA

David, el mayor de los hijos, acude a la guardería a Salas. Le acerca su padre cuando va a trabajar. Su empleo está en Salas desde hace 22 años. Cuando tenga que ir al colegio, será el transporte escolar el que lo recoja en el pueblo. «No nos pilla nada lejos Salas. Aunque siempre he trabajado allí, lo que queremos es vivir en Contreras y es completamente viable», aseguran.

Hanae regenta el bar del pueblo, el único. Funciona muy bien en verano, pero en invierno cae mucho. La cercanía al cementerio de Sad Hill ayuda en algunos momentos, pasa más gente por el pueblo, pero la mayoría no paran ni se detienen en Contreras y tampoco en el bar.

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Trabajar por continuar

Hanae regenta el bar de Contreras. La cercanía a Sad Hill no se nota mucho en la economía local. GABRIEL DE LA IGLESIA

Pero es difícil crear empleo en estos pueblos más pequeños, lo tiene claro David, pero también tiene claro que «la gente de aquí quiere quedarse y vivir en su municipio». ¿El problema? El trabajo. Pero David regresa a una idea compartida en la zona. «Si en Salas hubiera siete empresas grandes, como una que hay, estos pueblos estarían mucho mejor. Lo que hay que hacer es ubicar en estos núcleos de población fábricas y negocios, con condiciones buenas, eso sí, y poder generar empleo», sentencia David, que conoce bien la zona y su pueblo, donde lleva como alcalde 20 años.

Lamentan David y Hanae que se hayan creado pueblos de sábados y domingos y veranos. «Y los que se quedan tienen que superar muchas trabas cuando son los que los mantienen. Es muy cómodo venir dos días y criticar, pero quien se queda es quien hace posible que esto siga», lamentan.

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Relevo generacional

Y ahí encuentran otro problema. En la dificultad para que alguien se asiente aquí y para que siga el relevo generacional. Algo que también se está perdiendo. «Por no hablar de las altas inversiones que se precisan, por ejemplo, para comenzar como ganadero o agricultor, eso un joven no lo puede afrontar hoy en día», lamenta David.

Tienen claro que el futuro de sus hijos es suyo, pero sí les gustaría que, al menos, tuvieran la posibilidad de quedarse en el pueblo, «eso significaría que se han generado oportunidades», apunta David. Lamenta este padre que se haya extendido una idea que ha perjudicado mucho al medio rural, «se ha vendido que irse a la ciudad es una honra y quedarse en el pueblo una deshonra y no es así».

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Compañía

David e Ismael son los únicos niños que residen en el pueblo durante el año y «lo llevan muy bien. Vemos que son muy felices. Se tienen el uno al otro, juegan entre ellos, todo el pueblo los conoce y sabemos que están protegidos. El fin de semana acuden más niños y en la guardería también están con otros niños de su edad», explica Hanae.

Cuando David era pequeño en el pueblo había más niños, pero también tenía un hermano que era hermano y amigo. «Sí teníamos bastante claro que queríamos que fueran dos por eso», reconocen. «Aquí el verano es muy bonito, pero el invierno se hace duro, son muchas horas en casa y aunque se entretenga y juegue contigo, la compañía del hermano es distinta», añaden.

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