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La directora del CENIEH, María Martinón Europa Press
Martinón: «Nos gustamos tanto que creemos que la evolución con nosotros ha alcanzado ya la perfección»

Martinón: «Nos gustamos tanto que creemos que la evolución con nosotros ha alcanzado ya la perfección»

La directora del CENIEH pide un «esfuerzo importante en retener el talento» y una carrera científica «estable»

Domingo, 12 de agosto 2018, 09:20

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La directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), María Martinón, asegura que «nos gustamos tanto a nosotros mismos que creemos que la evolución con nosotros ha alcanzado ya la perfección» e «incluso hay mucha gente que cree que la evolución se ha detenido», pero «eso no es cierto».

Aunque aclara que la idea de la ciencia ficción de que «vamos a evolucionar a un homínido de cabeza grande no va a suceder» porque los cambios a los que la especie humana se verá sometida en el futuro «no son grandes cambios anatómicos», sino «a nivel microscópico, cambios en los sistemas de inmunidad», en lo relativo a las resistencias y adaptaciones a las nuevas infecciones.

Martinón señala en una entrevista a Europa Press que «hay muchísimos ejemplos de que seguimos evolucionando», como la capacidad humana de digerir la leche siendo adultos, mientras que el resto de los mamíferos «una vez que supera el periodo de lactancia, pierde la capacidad de metabolizar y de digerir la leche».

Asimismo, apunta que el ser humano sigue cambiando, mutando y adaptándose debido a que «la cultura, de alguna manera, está promoviendo cambios en nuestra biología», como el mencionado consumo de leche como adultos o cambios en el color y pigmentación de la piel. «Son evidencias clarísimas de que seguimos evolucionando», zanja.

Sin embargo, insiste en que «probablemente» no va haber una evolución con «grandes cambios anatómicos que nos conviertan en casi monstruitos o en extraterrestres», porque la tecnología y la cultura humanas «nos han protegido un poco de esa evolución biológica directa», de forma que cuando se habla a día de hoy de que sobrevive el mejor adaptado, «no estamos precisamente hablando de que sea necesariamente el más fuerte a nivel biológico, o el más rápido».

«Realmente, como especie social, el mejor adaptado y el más fuerte es el que tiene mejores conexiones sociales, el que está mejor conectado, el que tiene amigos más poderosos o tiene mejores relaciones. Somos una especie en la que la fuerza no nos la da el individuo, sino que nos la da el grupo. La evolución sigue sucediendo, pero sobre todo ahora lo que tenemos es mayormente un peso sobre la selección tecnológica», indica.

Es decir, que según Martinón, «la selección social, la presión social, probablemente sea mayor que la selección natural» porque es «la cultura y nuestra aceptación por parte del grupo la que va a dirigir nuestro destino».

El dimorfismo sexual «ha disminuido muchísimo»

En cuanto a cómo ha evolucionado nuestra especie desde la separación de los linajes del chimpancé y del humano, Martinón explica que el dimorfismo sexual -las diferencias que existen en tamaño, forma y capacidades entre hombres y mujeres-, «ha disminuido muchísimo».

El motivo es que en los Australopithecus y los primeros representantes del género Homo «había muchas más diferencias» relacionadas con la estructura, la organización social e «incluso» el tipo de relación sexual y la competición entre machos y hembras.

«A día de hoy somos una especie que tiene un dimorfismo sexual muy bajo, apenas hay grandes diferencias significativas entre los hombres y las mujeres de nuestra especie. Eso ha cambiado a lo largo del tiempo. Sin embargo, ese dimorfismo sexual en el pasado era mucho más marcado», dice.

Conocimiento «extraordinario» del público sobre temas evolutivos

En otro orden de cosas, reivindica que la inversión «importante» que se ha hecho para comunicar a la sociedad española los hallazgos ha tenido como consecuencia que las personas tengan «muchísimo interés» en este ámbito, lo que encuentra «muy reconfortante y muy estimulante».

«El conocimiento general del público sobre temas evolutivos es extraordinario, nada que envidiar a ningún otro país», ha explicado, lo que en su opinión demuestra «que merece la pena hacer un esfuerzo por divulgar».

Martinón considera que si se hace una «buena divulgación» y la información es «comprensible», los ciudadanos lo devuelven «con apoyo y con interés, y para que haya inversión en ciencia pues muchas veces hace falta esa presión social de que la gente haga explícito que le interesa que se investigue porque le interesa que sigamos progresando en el conocimiento».

Además, en cuanto a lo que se tiene que hacer desde la política para progresar en la investigación de la evolución humana, la directora del CENIEH defiende que España tiene un «patrimonio de talento extraordinario» y que, por lo tanto, hay que hacer en los próximos años un «esfuerzo importante en retener el talento, buscar que la carrera científica sea estable y, en la medida en que sea posible», atraer «de nuevo» a quienes se han marchado.

Experimentación con neuromárketing y arqueología experimental

Preguntada por las herramientas tecnológicas que en el futuro ayudarán a mejorar el conocimiento sobre la evolución humana, señala que aunque «evidentemente» los fósiles siguen siendo una herramienta «fundamental», los estudios que se realizan del pasado «se están llevando a cabo con las técnicas del futuro».

Por ejemplo, menciona la experimentación con el neuromárketing o la arqueología experimental. «Es muy importante cómo las poblaciones actuales, las que están vivas, nos pueden servir, precisamente, para hacer diferencias sobre el pasado», ha indicado.

A este respecto, Martinón explica que como este centro es una Instalación Científico-Técnica Singular (ICTS), usa los equipamientos «más punteros, más modernos y más sofisticado que existen para reconstruir el pasado».

Además, destaca que la antropología virtual es un campo «completamente nuevo» que permite estudiar el interior de los fósiles de manera «no destructiva» y «reproducir tridimensionalmente un fósil, manipularlo sin atentar contra su integridad».

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