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El buque de Open Arms socorre al pesquero 'Nuestra Madre de Loreto' en el Mediterráneo. EFE/Atlas

El 'Loreto' acaba su odisea en Malta tras negar el Gobierno un puerto español

El pesquero vuelve a faenar tras el desembarco de los once inmigrantes libios y estima pérdidas de 40.000 euros

J. A. MARRAHÍ

Valencia

Domingo, 2 de diciembre 2018

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Los trece tripulantes del pesquero 'Nuestra Madre Loreto' ya faenan en busca de quisquilla tras doce días de tensión e incertidumbre que va a suponerles pérdidas de unos 40.000 euros. Los once inmigrantes que rescataron frente a las costas libias han acabado en Malta ante la negativa del Gobierno de Pedro Sánchez de ofrecer puerto en nuestro país como con el 'Aquarius'. España trazó una solución burocrática 'in extremis' con el país isleño después de que los navegantes valencianos se plantaran el sábado por la falta de una solución y decidieran poner rumbo a Alicante con los extranjeros a bordo.

Esa decisión de regresar a España chocaba de frente con las indicaciones del propio jefe del Ejecutivo, que conminó a los responsables del barco a buscar el «puerto seguro más próximo» para dejar a los inmigrantes. Una de las opciones que se planteaban era dejarlos en Libia, pero esta opción no convencía al 'Loreto', por lo que armadores y tripulantes, de común acuerdo, decidieron la vuelta a España exponiéndose a las consecuencias legales de una desobediencia.

«Si vemos a más náufragos volveremos a auxiliarlos. Es lo que hay que hacer, lo que marca la ley del mar... Un día podríamos ser nosotros y entonces ¿qué?»

Vicente Sempere, segundo patrón de 'Nuestra Madre Loreto'

Pero todo dio un giro a la una de la madrugada de ayer, cuando el pesquero navegaba a 60 millas del sur de Malta. A esa hora, Salvamento Marítimo indicó al buque que debía dirigirse a Malta para dejar a los inmigrantes. Hasta ahora tanto Italia como este país se habían negado a permitir el desembarco.

La solución trajo esperanza para los pescadores. Y también para los inmigrantes, temerosos de regresar a Libia y deseosos de tocar tierra en un país europeo. Sobre las seis de la madrugada, una nueva comunicación ordenó al barco detenerse en aguas internacionales pero finalmente se autorizó la aproximación del barco a trece millas de la isla para que una embarcación de la guardia costera se hiciera cargo de los inmigrantes. La operación culminó con éxito en torno a las 11 horas y desembarcaron en el muelle de Haywharf, en La Valeta.

El Gobierno maltés explicó que aunque el desembarco se produjo en su país, los inmigrantes serán posteriormente trasladados a España en virtud del acuerdo alcanzado entre ambos ejecutivos.

La vicepresidenta Carmen Calvo aseguró ayer que el Ejecutivo ha estado promoviendo gestiones desde el primer momento para que el barco fuera a puerto seguro. No opinó lo mismo Óscar Camps, fundador de Proactiva Open Arms. La solución llega «tarde, mal y sin escrúpulos, jugando con la seguridad de las personas tras muchos días sin noticias».

«Volveremos a auxiliar»

Tras el traslado de los once inmigrantes a la embarcación de los guardacostas de Malta, la «alegría y alivio» reinaban en el 'Nuestra Madre Loreto'. «Si vemos a más náufragos volveremos a auxiliarlos. Es lo que hay que hacer, lo que marca la ley del mar... Un día podríamos ser nosotros y entonces ¿qué?», aseguró Vicente Sempere, segundo patrón del pesquero.

El navegante alicantino de 50 años lleva desde los 18 entre olas y redes. Junto a sus doce compañeros, se encontraba inmerso en la campaña de la quisquilla cuando les tocó convertirse en ángeles del mar. Sin alas, pero con un barco, alimentos y una decisión firme: no dejar morir a trece personas en el mar. «No estaba marchando muy allá la pesca esta temporada, y ahora con lo que ha pasado pues peor. Pero qué vamos a hacer. Había que actuar como actuamos», reflexionaba mientras dirigía el barco a un caladero mediterráneo de aguas internacionales con la esperanza de aumentar las capturas antes de Navidad.

Según su vivencia, ver acercarse el barco maltés para trasladar a los inmigrantes ha sido «una alegría para todos». Para ellos, los marinos de Santa Pola, no habrá medallas. Más bien, pérdidas económicas. Pero nadie les arrebatará un poderoso recuerdo: las «sonrisas sinceras, gestos de agradecimientos con las manos y abrazos» con los que sus rescatados les despidieron ayer antes de separar sus destinos a trece millas de Malta.

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