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«Es una pena ver un pueblo tan joven y tan preparado en un territorio completamente inhóspito»
Ángel Citores, secretario general de CCOO en Burgos, participa en el viaje institucional organizado desde Castilla y León a Tinduf | El pueblo saharaui solo ve en la declaración de guerra una solución a su situación desesperada
La experiencia ha sido dura. Como tenía que ser. No se trataba de un viaje turístico. Sin embargo, la crudeza con la que la población que reside en los campamentos de refugiados saharauis habla de la guerra como única solución ante un conflicto adormecido ha sorprendido a Ángel Citores. Son gente muy joven, muy preparada, que está desesperada y que habla con determinación de la guerra, aunque saben que poco pueden hacer frente a un ejército moderno como el de Marruecos
El secretario general de CCOO en Burgos ha participado de un viaje institucional organizado desde Castilla y León a Tinduf, «una zona cuartelaria en Argelia», recuerda, en la que residen 200.000 personas. Ha ido con una delegación de la que han formado parte sindicatos, políticos y medios de comunicación, para conocer in situ las condiciones de vida en los campamentos y recoger las reivindicaciones del pueblo saharaui.
Vivien en unas condiciones muy básicas. Calles de arena, con alguna rotonda, eso sí. Casas de adobe, construidas con la idea de que se irán mañana mismo, «pero así llevan 40 años», reconoce. La televisión y la parabólica no falta en ninguna vivienda, y en las más que tienen más recursos se dispone de aire acondicionado, que se comparte con las personas más mayores. Es un pueblo sobrio y solidario.
«Te sorprende mucho con que naturalidad se utiliza la palabra guerra»
Una de las cosas que más ha llamado la atención a Citores es, precisamente, la sobriedad de sus gobernantes. Los campamentos tienen una estructura de gobierno perfectamente creada, a imagen y semejanza del sistema español, pero «la gente es muy consciente de su lucha y tiene muy claro cuál es su objetivo». De ahí que gobernantes y pueblo vivan exactamente igual, con lo mucho o lo poco que tienen.
La población en los campamentos es muy joven y «sorprende que hombres y mujeres están muy preparados». La escolarización alcanza al 96% de los niños y la mayoría tiene estudios superiores, que sin embargo no pueden aplicar en su tierra, salvo los relativos a sanidad y educación. «La gente joven está harta, está cansada de la solidaridad y están planteándose opciones de guerra», explica Citores totalmente desconcertado por esa crudeza.
«No se puede vivir siempre pendiente de si me va a llegar el kilo de arroz, el kilo de lentejas y el litro de aceite», pues en los campamentos de refugiados viven de la solidaridad y de lo que mandan, desde Europa, todos aquellos que han abandonado la zona. «Es una pena ver a un pueblo tan joven, con tantas ganas de hacer cosas y tan preparado, con tantas oportunidades, en un territorio completamente inhóspito», en un extremo de Argelia.
Alternativas dialogadas
Ángel Citores insiste en destacar su grado de desespero, pues es lo que les lleva a ver la guerra como única alternativa. «Te sorprende mucho con que naturalidad se utiliza la palabra guerra, cuando no tienen ninguna opción contra un ejército moderno como el de Marruecos». Tratan de implicar a la comunidad internacional en un conflicto que prácticamente ya no existe, que se ha olvidado.
«Sus necesidades las tienen cubiertas, pero no tienen nada que ver con las nuestras; te das cuenta de que te has creado unas necesidades innecesarias»
De ahí el interés que se pone en la visita de estas delegaciones institucionales. CCOO, que siempre ha estado comprometido con la lucha del pueblo saharaui, afirma Citores, trabajará desde España para conseguir una vía de salida diferente al conflicto armado. «Creo que debe haber otra solución; buscar vías pactadas, el reconocimiento de la nación saharaui», como se hizo desde la ONU, y hacer un referendum.
A los españoles les tienen mucho cariño, pero no al estado Español, pues consideran que les ha abandonado. «Están perfectamente capacitados para gobernar y lo hacen». Las mujeres tienen una capacidad especial autoorganizativa, son las alcaldesas y concejales de las pequeñas ciudades y se encargan de gestionar el reparto de alimentos, «lo único que se puede hacer allí». Y la mayor de las responsabilidades.
Porque la ayuda llega y es útil, insiste Ángel Citores. Se recoge en grandes contenedores y se reparte, a través de grandes sacas de 50 kilos. Hay organización y buena gestión. De hecho, y a modo de anécdota, Citores explica que se encontraron con un vehículo de los donados por Aguas de Burgos, retirados de la flota de la ciudad pero que allí presta su servicio. Insiste, la ayuda sí que llega.
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