¿Cómo se forma un huracán?
Pueden llegar a alcanzar los 250 kilómetros por hora
MANUEL J. TELLO
Domingo, 13 de septiembre 2020, 00:58
Cada año, entre junio y septiembre, se producen tempestades giratorias que, desencadenando vientos superiores a 125 km por hora, barren los mares tropicales y producen enormes desastres en sus costas. Estas terribles fuerzas de la naturaleza se llaman huracanes en el Atlántico y el Pacífico oriental, tifones en el Pacífico occidental y ciclones en el Océano Índico. Sin embargo, el término científico para todas ellas es el de 'ciclón tropical' y todos se forman igual. Necesitan un mar con agua templada (superior a 26 grados) hasta unos pocos metros de profundidad. Condiciones que cumplen los mares próximos al ecuador. En la superficie de estos mares se forma una capa de aire cálido y húmedo que asciende y se aleja de ella. La pérdida de aire produce una zona de baja presión. El lugar del aire que ha ascendido es ocupado por el aire más frío que rodea, en una gran extensión, a la zona de baja presión. Este nuevo aire se calienta, se humedece y se eleva. Y así, como si fuera el combustible de un motor, el aire más frío sigue entrando, calentándose, humedeciéndose y subiendo. Cuando llega a zonas altas, más frías, el vapor de agua se condensa y se forman nubes. Además, debido al efecto Coriolis asociado al giro de la Tierra –del que hablamos la semana pasada– el aire asciende girando en el sentido de las manecillas del reloj en el hemisferio sur y en el contrario en el norte. En el centro de la tormenta giratoria se forma el ojo del huracán, un tubo central donde todo está tranquilo. Por él baja el aire que sirve de combustible, el cual, al calentarse y humedecerse, asciende dando vueltas alrededor de la pared externa del ojo, formando una tormenta giratoria. Con la llegada de nuevo combustible la velocidad de giro se incrementa formando una tormenta tropical. Finalmente si sigue llegando más combustible la velocidad supera los 125 km/h y se transforma en el ciclón tropical. A veces sobrepasan los 250 km/h. Estas velocidades no se pueden alcanzar con el efecto Coriolis; con él solo se inicia el giro del aire. El gran aporte energético se debe a que el combustible proviene de una extensa masa de aire girando, cuyo diámetro es muy superior al del huracán. Al entrar en él reduce su radio y, como consecuencia, incrementa su velocidad de giro. Se debe a lo que en ciencia se llama conservación del momento angular. Además de la velocidad de giro, los ciclones tropicales tienen una velocidad de traslación entre 10 y 25 km/h.
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Cuando estos ciclones tropicales entran en tierra pierden el calor que les suministraba el mar templado y deja de llegarles combustible. Y se debilitan, aunque pueden penetrar bastantes kilómetros y causar grandes destrozos por la lluvia y el viento. Desde hace años los científicos están estudiando la posibilidad de deshacerlos y evitar las catástrofes. Algo complicado si se tiene en cuenta que la cantidad de energía que expulsa un huracán equivale a unas 200 veces, la cantidad de energía eléctrica que se produce en la tierra por día.
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