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Ilustración: Tomás Ondarra
Hoy es el Día de la Croqueta: ahí van diez claves para bordarlas

Hoy es el Día de la Croqueta: ahí van diez claves para bordarlas

El chef Chema Soler nos orienta para celebrar la jornada por todo alto, ¡hasta en el postre!

Sábado, 16 de enero 2021

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Gustar, lo que se dice gustar, las croquetas le gustan a casi todo el mundo. Por algo se han convertido en un elemento esencial de los menús para niños, esos comensales capaces de poner reparos a cualquier manjar: las croquetas, en cambio, las suelen engullir sin problemas, porque son un plato que no plantea complicaciones y proporciona una gratificación intensa e inmediata. Pero, más allá de ese aprecio más o menos universal, la mayoría también conocemos a algún entusiasta que ha llevado su afición hasta el fanatismo: en toda cuadrilla suele haber un amigo que examina la carta del restaurante y solo parece ver las croquetas. Si le dejamos que elija, será capaz de pedir tres raciones de croquetas en vez de combinar un poco de todo. Para alguna gente, la croqueta es la cumbre de la gastronomía y casi de la Creación en su conjunto.

Pues bien, hoy habrá que felicitar a todos esos croquetófilos, que deberían estar de fiesta: el santoral pagano del comercio nos dice que el 16 de enero se celebra, desde hace algunos años, el Día de la Croqueta, una buena ocasión para reflexionar sobre las razones de esa pasión desbordada que le profesan algunos. «Es que la croqueta lo tiene todo para ser la tapa ideal. Yo suelo participar en el concurso de tapas de Valladolid y siempre se abre el debate sobre cómo debe ser una tapa: que se pueda coger con la mano, que se coma en dos o tres bocados, que cruja, que tenga más de una textura... Al final siempre acaban describiendo una croqueta. Los productos fritos gustan mucho por ese efecto de combinar lo crujiente y lo cremoso: si además le metes mucho sabor, mucho umami, se convierte en el bocado perfecto», analiza el chef valenciano Chema Soler, fundador de La Gastro, un restaurante madrileño consagrado a este bocado. Chema acaba de editar 'Croquetas gourmet' (Libros Cúpula), un volumen en el que propone ochenta recetas y demuestra lo lejos que ha llegado esta preparación desde sus orígenes como 'cocina de sobras'.

«En el debate 'tropezón o no tropezón', yo estoy totalmente a favor de los tropezones: que te encuentres los trocitos de seta, de calamar...»

chema soler

Esa humildad esencial no debe llevarnos a error, porque la aparente simplicidad de las croquetas resulta muy engañosa. «Hacer una croqueta es muy fácil, pero también es laborioso y exige cariño e interés. Parece sencillísimo, pero tiene muchos detalles que parecen tonterías y en realidad son muy importantes», apunta Soler. ¿Cuáles son los peores pecados en los que podemos incurrir al prepararlas? «Hay varios factores que pueden llevar a una mala ejecución de la croqueta. Tenemos que controlar bien los niveles de grasa y de harina: hay gente que abusa de la harina, la cocina poco y obtiene un mazacote. En media horita preparan una masa con un montón de harina y, estéticamente, el resultado parece perfecto, pero después las croquetas no tienen la textura correcta y saben demasiado a harina: ¡yo le tengo mucha tirria a eso! Es que la croqueta no se puede cocinar en media hora. Después, hay más errores posibles, como una mala fritura, con el aceite a temperatura incorrecta, o no dejar que la masa repose, o no enfriarla...».

Del sushi a la horchata

En el libro de Soler nos encontramos algunas recetas que inspiran cierto desconcierto, como las croquetas vegetales bajas en calorías (con berenjena, espárragos trigueros, judías verdes, brócoli, calabacín y puerro, envueltas en copos de maíz y horneadas en vez de fritas) o las croquetas-nigiri de salmón (un inesperado cruce del sushi japonés y el casticismo español), porque el chef lleva años defendiendo que «casi todo es croquetizable». ¿Y ese 'casi'? «Ese 'casi' es porque tampoco hay que pasarse. Yo respeto mucho la tradición. Me gusta fusionar cocinas, pero siempre tienes que saber hacer las cosas como Dios manda. Si hago una croqueta de pulpo a la gallega o una versión de un takoyaki, tengo que conocer la raíz. Yo soy valenciano y mi límite es la croqueta de paella, aunque hay gente que las hace: respeto mucho el arroz y en una croqueta no puedes conseguir el punto perfecto. En una ocasión también intenté hacer una croqueta de horchata y al final se fue a la basura: eso de calentar la horchata, arggg...». ¿Y qué hay de esas croquetas de galletas maría con Cola-Cao que propone en el libro, válidas para el postre? «¡Eso no es tan raro! Si te las comes, te aseguro que te van a recordar la infancia».

Admite Soler que, en su exploración del universo croquetil, se acaba topando con «más decepciones que alegrías». El colmo de una croqueta es no saber a su ingrediente principal: «En un sitio bastante reconocido pedí tres variedades, creo que eran de morcilla, queso y chorizo, y casi fui incapaz de diferenciar cuál era cuál. A mí eso me parece terrible, lo último. En el debate 'tropezón o no tropezón', yo estoy totalmente a favor de los tropezones: que te encuentres los trocitos de seta, de calamar... Me gustan las croquetas que, solo con ver el interior, ya sabes de qué son». En cuanto a los hallazgos afortunados, Soler recuerda la impresión que le causaron las croquetas de kimchi coreano de Dabiz Muñoz, con leche de oveja y atún toro. ¿Y algo más tradicional? «La verdad es que voy a los sitios y lo último que me apetece es una croqueta de jamón. Pero hubo unas de Cobo Vintage que me parecieron sorprendentes. Se lo dije: '¡Son mejores que las mías!'».

Más de 80 recetas

En 'Croquetas gourmet' (Libros Cúpula), Chema Soler reúne más de 80 recetas que ha ido consolidando al frente de su restaurante, La Gastro. Abarcan desde lo tradicional con un toque contemporáneo hasta planteamientos muy aventurados, como las inspiradas en otras cocinas del mundo, y las hay de carne, de pescado, vegetarianas y hasta dulces,

Eso sí, por mucha croquetería gourmet que regente, Chema Soler es consciente de que existe un listón imposible de superar, eso que podríamos llamar croquetas de nostalgia. De vez en cuando le toca lidiar en el restaurante con ese referente que a algunos les obsesiona: «Hay clientes que te dicen 'son las mejores croquetas que he probado en mi vida, después de las de mi madre, claro'. ¡Cómo voy a sentirme ofendido por eso! Las croquetas de la madre tienen esa nostalgia tan personal, entroncan con la vida y las emociones de cada uno. Mi madre, por ejemplo, hace unas croquetas de bacalao con patata, muy típicas de mi zona, y las he metido en el libro. ¡Es el sabor de mi infancia! Luego hay gente que las prueba y protesta porque su madre no las hace así, ja, ja...».

Los diez mandamientos de la croqueta perfecta

  • 1. Tamizar la harina ayuda a evitar que se formen grumos.

  • 2. En el 'roux' (es decir, la mezcla de grasa y harina) se puede emplear aceite de oliva, pero el sabor que da a la masa no siempre queda bien. «Yo prefiero usar mantequilla», apunta Chema Soler.

  • 3. Para que queden más sabrosas, en la bechamel se puede utilizar una mitad de leche y otra de caldo con el sabor del alimento base.«Por ejemplo, si son de sepia, utilizaremos caldo de pescado», apunta el chef.

  • 4. El líquido caliente se debe incorporar poco a poco y sin dejar de remover con unas varillas.

  • 5. La masa se debe cocer a fuego lento y sin dejar de remover hasta una hora. «El tiempo puede depender de la cantidad y la potencia del fuego», puntualiza el cocinero.

  • 6. Unos quesitos pueden añadir cremosidad a la masa.

  • 7, Conviene que la masa repose unas doce horas en el frigorífico antes de dar forma a las croquetas: se pasan primero por harina, después por huevo batido y, finalmente, por el pan rallado.

  • 8. Usa siempre buen aceite. Si es de oliva virgen, mejor. La temperatura debe estar entre 180 y 190 grados.

  • 9. Para que no se abran, las croquetas deben estar muy frías al introducirlas en la freidora o la sartén.

  • 10. La prisa es mala amiga de las croquetas y este último paso no constituye una excepción: domina la impaciencia y déjalas reposar siempre sobre papel absorbente, para eliminar grasa.

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