La castañera, el oficio que custodia las calles de Burgos en invierno
Presentes en la ciudad desde hace más de 80 años, los puestos de castañas asadas son un reclamo en las frías tardes burgalesas. Este año hay un total de cinco castañeras
Raquel Romero
Burgos
Viernes, 13 de diciembre 2024, 07:19
Cuando el frío comienza a envolver poco a poco la capital y la noche va cayendo sobre el cielo de Burgos, unos pequeños puestos de madera instalados en las calzadas de la ciudad encienden sus luces, iluminando el paseo de decenas de burgaleses que atraviesan las calles con paso ligero.
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Mientras muchos de los transeúntes pasan de largo, otros se detienen frente a estos habitáculos atraídos por el olor que desprenden. Desde la otra parte les esperan las castañeras, rellenando cucuruchos de papel con castañas calientes que han asado previamente bajo el techado del pequeño local.
Este año, son cinco las casetas de castañeras que se han implantado en Burgos. Llevan establecidas en distintas ubicaciones de la ciudad desde el pasado octubre y permanecerán hasta diciembre, cubriendo así la temporada navideña que se aproxima.
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Cuatro de los puestos pertenecen a la empresa riojana El Castañero y están emplazados en la calle Laín Calvo, en la calle San Juan, en la Plaza del Mío Cid y en la zona de Gamonal. El quinto stand es el único autónomo y se sitúa entre el puente y el arco de Santa María, donde lleva afincado cada Navidad desde hace ochenta años, siendo el más antiguo de la ciudad.
Una tradición que perdura con el paso del tiempo
Marisol García es la tercera generación de castañeras y la actual encargada del puesto de castañas más longevo de Burgos. Se trata de un negocio familiar, que puso su primer pie en la capital en el año 1944. La burgalesa asa sus castañas «como se ha hecho siempre», con carbón, absteniéndose de parrillas de gas. Es el único establecimiento de la ciudad que sigue este método tradicional. Y todo por tres euros el cucurucho de castañas.
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Marisol enciende su pequeña barbacoa poco antes de que se oscurezca el cielo. A escasos metros, le acompaña, como todas las tardes, la estatua de La Castañera, que lleva instalada en dicha ubicación desde el año 2007. «Antes había puestos en cada esquina del puente», señala la burgalesa, pero, con el tiempo y bajo la presión de «Hacienda y los impuestos» estos locales han ido desapareciendo, reduciendo a cinco el número total de puestos de castañas asadas establecidos en la capital este invierno.
La burgalesa abre todos los días de la semana desde las 18:00 hasta las 21:00 horas, en horario similar que el resto de castañeras. «Como no dependo de nadie me pongo mi propio horario», comenta, aunque, los quehaceres diarios y la dependencia de algunos familiares a veces le impiden estar a tiempo en el local.
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Un negocio que «no da para vivir»
Los puestos de castañeras no son permanentes, se instalan en las ciudades en la temporada de invierno y, en el caso de Marisol, cuando no hay lluvia, ya que, el agua apagaría el fuego donde se cocinan las castañas. Por ello, la actividad de estos negocios se limita a varias tardes al año.
«Este no es mi trabajo, no da para vivir, yo sigo con ello porque quiero mantener la tradición», asegura, ya que, burgalesa tiene su propio empleo alejado del negocio de las castañas, al que acude por las mañanas, antes de ocupar su puesto de castañera frente al arco de Santa María.
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Y por el momento pretende seguir formando parte de la tradición. Un fundamento certero es que, tanto ella como el resto de castañeras constituyen una base fundamental en la temporada invernal de la capital. Son el cobijo del frío para los burgaleses que pasean por la ciudad con sus bufandas al cuello. Y así seguirá siendo muchos años más.
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