Las diez piezas imprescindibles del Museo de Burgos
Esta galería guarda miles de piezas que atesoran y cuentan la historia de la provincia, aunque también atesora muchas no están expuestas por falta de espacio
El Museo de Burgos se fundó en 1843, pero no fue hasta 1955 cuando empezó a utilizarse como sede la casa de Miranda y la de Angulo, su actual ubicación. En él se guardan cientos de miles de piezas que podrían llenar «varios museos», en palabras de su director, Luis Araus.
Sin embargo, sólo exponen las más importantes, aunque la colección lleva sin actualizarse varias décadas. Cada pieza es traída (o donada) y, posteriormente catalogada y guardada, aunque en ocasiones se expone. Además, las piezas recuperadas se suelen limpiar y, si es necesario, se restauran.
El Museo de Burgos consta de dos plantas de arqueología y cinco de pintura acerca de la provincia. Aunque la visita recomendada es cada día centrarse en un periodo, hay personas que sólo pueden visitar la galería una sola vez. Aquí están las diez obras imprescindibles que cualquier visitante del Museo de Burgos no se debería perder:
Jabalí de la Edad del Hierro
Encontrado en Miraveche, este jabalí probablemente tuviera una gran carga simbólica. Era un animal difícil de cazar, por lo que podría significar la experiencia cazadora, el valor y la fuerza de los autrigones.
Tésera de Sasamón (239 d.C.)
Fabricada en bronce fundido y cincelado, es un documento romano de gran importancia en Segisama, actual Sasamón, mostrando un pacto o un contrato.
Iglesia de Quintanilla de las Viñas (siglo X)
Esta iglesia es un gran ejemplo del arte visigodo en Burgos, con relieves que muestran figuras antropomorfas y racimos de uvas.
Espada Tizona del Cid Campeador
Su hoja es del siglo XI, coetánea de Rodrigo Días, pero su empuñadura es del siglo XV. Es una de las piezas más queridas del Museo de Burgos.
Frontal del Monasterio de Silos
Se realizó en el taller de esmaltes del monasterio entre el 1165 y el 1170. Está fabricada sobre tres placas de roble cubiertas por placas de cobre dorado. Muestra a Cristo, a los evangelistas y a los apóstoles.
Sepulcro de Gómez Manrique (s. XV)
Gómez Manrique y su esposa Sancha de Rojas descansaban en el monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval. Esta escultura gótica llegó al Museo de Burgos en 1870.
Cristo coronado de espinas (1500-1525)
Este Ecce Homo proveniente de Cerezo de Río Tirón fue realizado realizado por el pintor flamenco Jan Mostaert. Sostiene una caña entre sus manos en clara alusión a su papel como «rey».
Retrato de Fray Alonso de San Vitores (1659)
Procedente del monasterio de San Juan, es una pintura barroca de Juan Ricci. En el cuadro son curiosas la mirada del protagonista y el castillo de Burgos, que se desdibuja a lo lejos, a la derecha de la Catedral de la ciudad.
Las camareras de la Virgen (1915)
Encarnación Paula Bustillo retrata a unas mujeres vestidas de negro con el escapulario de la Virgen al cuello y pidiendo para la cofradía. Una escena costumbrista ubicada en Las Merindades.
La marcha de los esclavos hacia la libertad (s. XX)
Vela Zanetti presenta un grupo de hombres que lucha por seguir avanzando, apoyándose siempre los unos en los otros, en un escenario desolado y ligeramente extraño.
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Bonus
Aunque estas son las piezas más llamativas del Museo de Burgos, este también esconde algunas joyas. Es el caso de un capitel de estilo gótico de la Catedral de Santa María, en la capital.
Esta pieza, del siglo XIII, está guardada en el almacén de la galería desde hace años, por lo que se asegura así su conservación. Su color más negruzco deriva de su no limpieza, a diferencia de la seo burgalesa.