Un recorrido por la historia de los canales del Burgos subterráneo
¿Y si Burgos hubiera sido una ciudad acanalada? ¿Qué aspecto tendría el centro de la ciudad? Las esguevas y canales que cruzaban las calles del centro de Burgos le conferían una imagen totalmente diferente a la actual
Hamburgo, Ámsterdam, Venecia, Brujas, Birmingham, Aveiro… son ciudades europeas a las que se podría haber parecido Burgos. Las calles más céntricas, las más cercanas a la plaza Mayor eran esguevas y canales. De hecho, esas esguevas están bajo nuestros pies al caminar por Laín Calvo, la calle Moneda o el Hondillo.
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El alcalde Timoteo Arnáiz acabó con las esguevas de Burgos. Es cierto que, por su suciedad, eran un foco de enfermedades, pero bien se pudieron convertir en canales, según explica el historiador Gregorio Carmona en su libro 'Historia de las viejas rúas burguenses'. Arnáiz fue concejal en 1840 y nombrado alcalde el 2 de enero de 1848. Posteriormente, lo fue otras veces, en los años 1852 y 1854 y desde 1856 hasta 1858. Fue en esa etapa en la que las esguevas desaparecieron.
Las esguevas discurrían por las principales calles de la vieja ciudad. Su construcción se atribuía a San Lesmes, algo que nunca se ha podido comprobar, pero le daban un carácter peculiar a la ciudad. Una de ella nacía en la calle San Lesmes, cruzaba la muralla que había «bajo la puerta de Santander, en el sitio donde más tarde se construyó la casa de Hervías». Otra pasaba por la calle San Juan y corría descubierta por la actual plaza de Santocildes, «atravesaba la calle San Juan por su último trozo bajo un puente con antepecho y surcaba toda la calle Moneda».
Esta parte de esta esgueva se topaba con la entrada de la actual plaza de Santo Domingo. Así que desde ahí emprendía su curso subterráneo para salir al Hondillo, lugar donde volvía a ocultarse bajo el palacio de la marquesa de Vilueña hasta desembocar en el Arlanzón.
Las aguas del río Pico en los Vadillos
Otra esgueva tomaba sus aguas del río Pico en Los Vadillos, seguía por las huertas de la Trinidad, calle Sanz Pastor, atravesaba la puerta Margarita, en la actual plaza de Alonso Martínez, y seguía por Laín Calvo, donde existió un puente que comunicaba las calles de San Juan y Avellanos.
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Seguía por Arco del Pilar hasta el Pasaje de la Flora, por enfrente del palacio del marqués de Barriolucio. Carmona asegura que había dos puentes que «se alzaban en la calle Paloma», uno que ponía en comunicación los dos tramos de la actual calle Cardenal Segura, que en aquella época se llamaba Gallinería y Guitarrería; «y otro a la entrada de la calle Diego Porcelos. A partir de ahí continuaba subterránea por debajo del primer tramo de la catedral» frente a la plaza de San Fernando para salir a la calle Caldavares o Cal de Abades, marchaba luego por debajo de la actual Facultad de Teología hasta salir a la calle Ronda. «Se perdía en las huertas de San Pedro de la Fuente».
Voynich
Si cualquier curioso quiere conocer cómo era parte de la esgueva de Burgos, puede pasar por la Galería Voynich, en el Hondillo, y contemplar bajo el cristal que la protege, cómo eran esas canalizaciones. Además de ver la gran exposición de libros, el visitante se llevará la sorpresa de que bajo sus pies hay un Burgos subterráneo muy interesante.
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