El Museo de Burgos, una joya sin espacio, anticuada y con falta de personal
Muestra la misma colección desde hace casi 40 años y sus instalaciones son cada vez más deficientes. A pesar de su bajo precio de entrada, un euro o gratis, recibe unas 27.000 visitas al año, frente a las casi 300.000 del Museo de la Evolución Humana
Un conservador que hace las veces de director en comisión de servicio, una colección sin actualizar desde los años 80, un taller de restauración precario y con una sola profesional, falta de espacio, piezas amontonadas... Las desgracias del Museo de Burgos se acumulan día a día en una galería que no deja de recibir donaciones artísticas y nuevo material arqueológico cada año.
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El Museo de Burgos tiene una larga historia que comienza en 1843 con una sede itinerante y llega hasta la actualidad, ocupando la Casa Miranda y la de Angulo. Cuando se inauguró esta segunda sede, allá por el año 1991, ya se hablaba de una ampliación, puesto que el material ya llenaba los almacenes. De hecho, en una de las paredes de la escalinata del centro cultural cuelga un cartel con la futura ampliación, aún sin materializarse 32 años después.
Desde hace casi dos siglos, este museo ha ido recogiendo toda la arqueología de la provincia, además de cuadros de pintores burgaleses y diversas donaciones. Sin embargo, no tienen ya más sitio donde guardar tantos restos, que se amontonan en almacenes y en cualquier recoveco del inmueble. Asimismo, su poco personal, la antigüedad del edificio y la colección vieja hacen que el Museo de Burgos vaya, poco a poco, cayendo en el olvido de más y más burgaleses y visitantes.
De hecho, por ejemplo, en 2022 el Museo de la Evolución Humana, con un coste por entrada de seis euros, acumuló casi 300.000 visitas. En cambio, el Museo de Burgos, con entradas a un euro para público general y gratis para jubilados, parados y visitas grupales, se mantuvo entre los 25.000 y 27.000 curiosos en un año. Varios son los indicios que muestran que algo no funciona y que la galería clama a gritos una reforma y más atención por parte de la Junta de Castilla y León, que es la entidad gestora, y el Ministerio de Cultura, que es su titular.
Casi la misma colección que cuando se inauguró y el almacén lleno
El Museo de Burgos cuenta con «más de 2.000 metros cuadrados de exposición», señala el director en comisión de servicio y conservador, Luis Araus. Sin embargo, desde el 1982 en el que se inauguró la Casa de Miranda, la colección que se expone «prácticamente no se ha tocado». Eso significaría que las vitrinas llevan mostrando los mismos restos arqueológicos burgaleses desde hace cuatro décadas.
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La galería muestra un viaje por la provincia de Burgos que va desde el Paleolítico hasta la edad contemporánea. Y, aunque lo más novedoso se ha ido exponiendo con los años en una pequeña vitrina de la entrada, el resto de salas siguen mostrando los hallazgos arqueológicos de los años 80, a pesar de que en la provincia se han descubierto muchos más restos, como los de Atapuerca, que, con titularidad del Museo de Burgos, descansan en el MEH.
Araus relata que, «salvo cosas puntuales», no se ha cambiado nada. Para él sería necesario «renovar el recorrido con todo lo nuevo que se sabe» de la provincia de Burgos y hacerlo «más atractivo» para el visitante. Admite que, durante los pasados años, con la anterior directora, sí se había pensado en renovar todas las cartelerías, mapas y piezas expuestas, «pero no ha llegado o no se ha hecho». Defiende que el museo necesitaría «una vuelta entera» a su discurso para adecuarse al siglo XXI.
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Asimismo, llama la atención la cantidad de piezas que el Museo de Burgos guarda en sus almacenes. Estos se sitúan en la parte trasera del mismo, en la planta baja. Sin embargo, los trabajadores de la galería utilizan casi cualquier recoveco para almacenar la cantidad ingente de piezas arqueológicas y artísticas que atesoran.
Falta de personal
Pero, claro, para que el Museo renueve todo su hilo conductor necesita personal que lo impulse, y ese es otro de los puntos flacos del de Burgos. Por ejemplo, cuentan con un conservador, Araus, que ahora también realiza las funciones de director. Sin embargo, en realidad hay tres plazas, las otras dos aún sin cubrir.
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En el caso de las actividades y visitas guiadas, el Museo cuenta con una trabajadora autónoma que cobra por servicio, aunque desde la galería se esfuerzan por intentar atraer a más grupos y hacer actividades en sus instalaciones. Por otro lado, el Museo cuenta con quince vigilantes de sala, que pueden parecer muchos, pero no tantos si se compara con todas las estancias que muestran a sus visitantes.
Asimismo, en el Museo de Burgos trabaja una bibliotecaria, en un servicio prácticamente desconocido en el que los investigadores pueden acudir a consultar por las mañanas. También colaboran una auxiliar que ayuda al director y una becaria que aprende todas sus funciones. La plantilla terminaría con la restauradora. Sin embargo, la queja es la «necesidad de dotar de más personal al Museo», sentencia Araus.
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Un taller de restauración a medias en un edificio sin renovar
Uno de los problemas de no tener personal suficiente es que las catalogaciones en el Museo de Burgos van muy lentas, tal y como confirma Araus. Tanto el conservador como la restauradora no dan abasto a hacer su trabajo. Ella es la única trabajadora en la provincia que puede tratar las piezas, tarea que comparte además con su labor en Patrimonio. «Esto da de sí lo que da de sí», señala la restauradora.
Además, ella trabaja en un taller que fue, anteriormente, la «vivienda de un antiguo director» del Museo. La restauradora asegura que lleva «27 años» ahí, trabajando en un lugar «provisional». Es un espacio frío y con pocos recursos, por eso una de las aspiraciones de la galería es reformarlo y dotarlo como un taller profesional.
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El proyecto de la Casa Melgosa, en el cajón desde 2019
«La ampliación se contempló inmediatamente al terminarse la Casa de Angulo. Ahí ya se vio la necesidad», señala Araus hablando de aquel lejano 1991. 32 años después, el Museo de Burgos ha seguido creciendo y la colección «valdría para rellenar varios museos», explica.
En 2019, Ministerio de Cultura y Junta de Castilla y León se unieron para diseñar un proyecto de ampliación. Este contemplaba la adecuación de un tercer edificio para dotar de más espacio al Museo de Burgos: la casa Melgosa. La ampliación contaría con salas expositivas y almacén, otro punto muy solicitado por la galería. Sin embargo, el proyecto sigue en el papel y no ha tomado forma aún.
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Desde entonces han pasado cuatro años y los precios han aumentado. Además, recientemente la Junta de Castilla y León cancelaba la partida presupuestaria para el Museo de Burgos, aunque actualmente, según Araus, «el consejero ha dicho que se va a ampliar, pero con algunas modificaciones». Sin embargo, poco o nada conocen al respecto porque las medidas «no se han concretado» y tampoco los tiempos.
«Nosotros no sabemos exactamente a qué se refieren», confiesa el conservador, quien pone énfasis en recordar que «renovar las dos casas por dentro» también sería «muy importante». «Las instalaciones están muy viejas, la iluminación, las ventanas... Hay un desfase cada vez más grande». Sin embargo, y al menos hasta nueva orden, solo les queda sobrevivir con los medios que tienen hasta que la Junta de Castilla y León y el Ministerio de Cultura se vuelvan a poner de acuerdo en rescatar del olvido al Museo de Burgos.
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