Perfil de las personas sin hogar en Burgos: casos cronificados y necesitados de apoyo continuo
El perfil de las personas sin hogar ha cambiado, cae el transeuntismo tradicional y temporal, pero las situaciones se cronifican y precisan mayor acompañamiento
El albergue hogar social de Cáritas lleva funcionando décadas en Burgos. Un servicio que se complementa en red con otros para atender a las personas en riesgo de exclusión social o en situación de sin hogar. El albergue cuenta con unas 40 plazas, pero precisa dejar algunas libres para aquellas personas que están de paso por la ciudad.
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David Polo, educador social de Cáritas, reconoce que antes de la pandemia de la covid-19 el albergue mantenía más plazas libres para esas personas de paso. En cambio, en la actualidad «hay menos plazas libres porque está cambiando el perfil y ya se habla de un cambio estructural», añade Polo.
Este cambio de perfil en las personas en situación de sin hogar repercute en el albergue de Burgos, ya que cada vez se aprecian más situaciones cronificadas que precisan de plazas de forma continua. Es decir, cada vez hay menos rotación.
Baja el transeuntismo tradicional
Lo que se aprecia desde Cáritas Burgos es que el transeuntismo tradicional «ha bajado significativamente, también ha bajado el transeuntismo que recorría las ciudades por temporalidad en los trabajos como agricultura, ganadería u hostelería», explica este educador social.
El transeuntismo tradicional ha bajado, también el temporal y también está cayendo el número de personas que están en la rueda de no salir del transeuntismo. Por qué entonces el albergue tiene más plazas ocupadas, porque el perfil actual de las personas que más precisan un techo para dormir o recibir los servicios de Cáritas ha pasado a ser el de personas que necesitan mayor acompañamiento en todos los aspectos. Es decir, situaciones cronificadas.
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Actualmente, las personas que precisan de los servicios de este albergue son personas que necesitan mayor acompañamiento a nivel psicosocial, pero también a nivel económico. «Es verdad que se han intentado destinar recursos y asistencia económica como el Impuesto Mínimo Vital, el aumento del salario mínimo, pero no es suficiente porque ha subido mucho más el gasto de la vida», evidencia David Polo.
«Es fácil acabar en el sinhogarismo»
No es nuevo que las personas que trabajan en servicios sociales reconocieran que detectaban a gente que cobraba una pensión no contributiva y, aun así, les costaba mucho mantener una vivienda. Ahora esto se ha generalizado. Se piden varias cuotas por adelantado, alquilar habitaciones cada vez exige unas condiciones más complicadas.
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«En cuando una persona del albergue tiene un ingreso económico nosotros ya estamos acompañándolos, empujándolos hacia la salida, la autonomía, la integración, pero nos encontramos con un muro muy grande. Un muro que es real y no está facilitando que esas personas puedan salir a una vida autónoma. Ese muro es el precio del alquiler. Una de las claves para facilitar que la gente salga del sinhogarismo es el acceso a la vivienda, quien tenga competencia en ello debería poner el foco ahí», señala Polo.
Por su experiencia, este educador social reconoce que «acabar en el sinhogarismo es fácil». Situaciones estresantes, no tener una red social adecuada o no tener las habilidades o las capacidades internas desarrolladas… «Hay muchos factores que te dan un golpe, te dejan en estado de shock y se traduce en vivir exclusión social hasta llegar al sinhogarismo», recalca.
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En la ciudad de Burgos y en la provincia se cuenta con la red de Cáritas, que trabajan en colaboración con las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y los servicios sociales de los ayuntamientos, entre otros puntos a los que acudir. «Tenemos también la posibilidad de derivación desde los servicios sociales de Burgos, como son los CEAS y los trabajadores sociales del Sacyl», recuerda Polo.
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