Dos profesores de la UBU participan en el mayor estudio realizado sobre bienestar digital
El proyecto revela que el 82% de los menores tiene móvil propio con menos de once años
El proyecto de UNICEF 'Infancia, adolescencia y bienestar digital', desarrollado por la Universidad de Santiago de Compostela bajo la dirección del profesor Antonio Rial Boubeta como director científico, junto con el Consejo General de Ingeniería Informática de España (CCII) y Red.es, y con el apoyo del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, ha contado con la participación de Sandra Sanmartín Feijóo y Abel Nogueira López, docentes de la Universidad de Burgos, junto a otros 43 expertos internacionales.
Esta iniciativa integra tres estudios dirigidos a escolares, profesorado y familias con el objetivo de analizar el impacto del entorno digital en la salud, la convivencia y el bienestar de los menores. El propósito principal ha sido proporcionar datos rigurosos y actualizados que sirvan para diseñar políticas públicas dirigidas a mejorar la situación de nuestros adolescentes.
Según la macroencuesta a más de 75.000 escolares de 10 a 20 años de toda España, que cursan desde 5º de Primaria hasta Bachillerato, FP Básica o Ciclos Formativos de Grado Medio, el 82,4% del alumnado tiene teléfono móvil propio y la edad media de acceso se sitúa en los 10,8 años. Además, 9 de cada 10 menores están registrados en al menos una red social y 3 de cada 4 en tres o más, a menudo sin supervisión adulta. El estudio muestra además que 1 de cada 7 adolescentes presenta síntomas depresivos y 1 de cada 13 se encuentra en riesgo suicida elevado. En este contexto se aprecia una preocupación generalizada entre el profesorado: el 97% de los cerca de 5.000 docentes participantes cree que el uso de dispositivos digitales afecta negativamente al sueño del alumnado y el 96% a su salud mental. Mientras, las familias parecen sentirse superadas ante el control de las pantallas y la velocidad de los cambios tecnológicos, y reconocen el miedo a que los menores puedan acceder a contenidos inapropiados, como pornografía o apuestas online, a través de sus dispositivos.
Los profesores de la UBU implicados en el proyecto ponen de relieve que, aunque los datos del estudio son muy relevantes, este es el momento de contextualizarlos, analizarlos y transformarlos en acciones que favorezcan una relación saludable con las nuevas tecnologías. «Nos enfrentamos a un desafío complejo, pero también muy estimulante: la tecnología es parte de nuestro presente y será decisiva en nuestro futuro, y estamos a tiempo de mejorar cómo nos relacionamos con ella», señalan.
Explican que no se trata de demonizar ni patologizar su uso, «sino de avanzar con rigor y constancia hacia una cultura digital responsable y, para lograrlo, es imprescindible el compromiso de toda la sociedad, de los jóvenes, de las familias, de los centros educativos y de las instituciones». Pese a la envergadura del reto, Sanmartín y Nogueira confían en que poder seguir contando con el apoyo y los medios necesarios para llevar esta estrategia adelante. «Disponemos de un equipo extraordinario, altamente capacitado y con una enorme motivación para afrontar este desafío», asegura Nogueira, que añade que «para mí es un verdadero privilegio formar parte de este proyecto y poder continuar profundizando en unos datos que, por su volumen y naturaleza, permitirán análisis que de otro modo serían inviables».
Estrategia Nacional de Bienestar Digital Infantil
Ante esta situación, en la que parece claro que la digitalización ha transformado la infancia y la adolescencia, pero los mecanismos de protección y educación avanzan más despacio que la tecnología, UNICEF propone establecer una Estrategia Nacional de Bienestar Digital Infantil que refuerce la educación digital desde edades tempranas y también exigir mayor responsabilidad a las plataformas tecnológicas, vigilando su contenido y garantizando la verificación de edad. En la presentación del informe, celebrada el pasado 11 de noviembre en Madrid, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, señaló que, pese a la gravedad de algunos retos que éste recoge, «de una dimensión extraordinaria», cabe también cierto espacio para el optimismo ya que «nuestros jóvenes tienen hoy más herramientas que ayer para combatir el ciberacoso, toman cada vez más medidas contra la exposición excesiva a los móviles y demandan espacios para la desconexión digital».